Altos de Montecastillo, la que iba a ser una de las urbanizaciones más exclusivas de la "Costa de la Luz", como la vendía la promotora malagueña Eve Marina, es hoy un enorme columbario donde reposan los restos de la burbuja inmobiliaria según Jerez. La empresa, que llegó a tener 500 empleados y 700 millones en activos, se encuentra en liquidación desde el año pasado.
Hay en La Breña un palomar con más de 200 años de antigüedad. Un laberinto en pleno parque natural. El refugio de palomas más grande del mundo, asegura el Guinness de los Récords. Está casi lindando con las paradisíacas playas caribeñogaditanas y las marismas de Barbate. La Costa de la Luz en primer plano. La especulación salvaje de principios de la última década apenas rozó esta privilegiada zona del litoral de Cádiz. Al Norte de la provincia, a unos 83 kilómetros de este singular paraje y en el término municipal de Jerez, se encuentra Montecastillo. No se engañen por la fachada y por la barrera de seguridad que da acceso a una de las zonas más selectas de la comarca. Allí también hay montañas de mierda de paloma, aunque en este caso sirvan para abonar sine die un enorme cementerio de ladrillo y hormigón.
Un aeropuerto internacional a diez minutos, un imponente hotel con un enorme green diseñado por Jack Niclaus, y un circuito de velocidad de fama mundial son la coartada perfecta del que iba a ser un complejo residencial exclusivo capaz de atraer a los pudientes guiris del Norte de Europa. El plan era perfecto: pagaban un pastizal a cambio de tener apartamento deluxe para achicharrarse en los solarium de sus áticos, disfrutar de las playas semivírgenes a menos de tres cuartos de hora en un Jaguar y cascarse 18 hoyos antes de pasar al Martini con una aceituna flotando. Nada de eso será. O al menos no será por muchos años.
Estamos en la feria de turismo Fitur 2006, edén de la fritura, del paseíllo político y de los encuentros de negocios más insospechados. En el centro de la imagen está el arquitecto Borja Ramos, presentándose en sociedad con las joyas de una corona llamada Eve Marina SL, la promotora andaluza que controla junto a otros socios, entre ellos su esposa y capital hindú. Radicada en plena Costa del Sol, en aquella época Jerez huele a boom inmobiliario que alimenta. El enclave, más barato que la primera línea de costa, es inmejorable para sacar pecho y captar, al calor del for sale, a jubilados extranjeros con dinero o a inversores de todo tipo. Dos de estos últimos, dos hermanos, acabarán demandándole en el Juzgado de Jerez por incumplimiento grave de contrato. Pero en aquel momento, enero de 2006, Eve Marina es top.
Un año antes, asegura haber duplicado su volumen de negocio, alcanzando unas ventas de 180 millones de euros y destinando 150 a inversiones. Va a llegar a sumar activos por valor de 700 millones y a contabilizar una cifra de negocios de 240. Su emblemática apuesta en Jerez se llama Altos de Montecastillo, un residencial exclusivo que promociona por estar en "la Costa de la Luz", con 331 apartamentos y áticos de lujo de 1 y 2 dormitorios. La jugada no puede ser más evidente. Sus avales, inmejorables. Los teletipos de agencias la citan "entre las promotoras más sólidas del panorama nacional" y señalan su elitista promoción jerezana como "una oportunidad única de inversión en un inmueble caracterizado por sus excelentes calidades y por su ubicación privilegiada". En ese momento, Eve Marina alardea de contar con unos 500 trabajadores "permanentes". En 2009, solo quedarán 50. Hoy, hace un año que la empresa está en liquidación tras irse a pique sin remisión.
El BOE publicaba a finales de julio del año pasado un edicto definitivo: El Juzgado de lo Mercantil nº 1 de Málaga anuncia que en el procedimiento concursal referente a Eve Marina SL "se ha acordado abrir la fase de liquidación del convenio a petición del deudor; acordar la suspensión de las facultades de administración y disposición del concursado sobre su patrimonio; y se declara disuelta la sociedad, cesando en su función sus administradores, que serán sustituídos por la administración concursal". Este mismo año se cumplen cinco de la paralización total de los trabajos en los Altos de Montecastillo. En 2009, ya en concurso, caducaba la licencia que en su día concedió Urbanismo.
Son hoy las palomas las que se han adueñado del cadáver putrefacto de la urbanización. A diferencia de otras promociones también abandonadas, el hecho de estar en un entorno semiprivado no ha permitido el expolio indiscriminado. La sensación por momentos es la de que hubieran colgado el cartel de 'volvemos en cinco minutos' cuando ya va para cinco años. Las botas de un obrero yacen solo maltratadas por el polvo, pilas de ladrillos que esperan ser colocados, el carrillo de mano apto para ser usado, tapas de alcantarillado intactas... Solo las redes que cuelgan raídas y fantasmagóricas de los andamiajes junto a las vigas dan mucha más fe del paso del tiempo. Se observa la disposición de los 25 edificios en tres alturas, el dibujo de lo que iba a ser: unos solo pilotados, otros esqueléticos, otros a medio hacer y otros incluso con la carpintería metálica, también flamante, colocada.
Junto al cementerio urbanístico, colina arriba, un chalé aislado ofrece el primer signo de vida en Montecastillo aparte del movimiento interno del hotel. Un constructor cordobés nos atiende desde su terraza, no da su nombre. "Al principio esto iba a ser un boom pero se ha quedado medio desierto. Hicieron demoliciones tremendas, en aquel cerro se hizo un obrón. Pero de todo lo proyectado, ná de ná". Queda mucho terreno con suelo a precio de saldo (desde 60 euros el metro) y algún que otro unifamiliar aislado al precio que hace unos años se compraban pisos en la avenida de Europa, en el casco urbano. De 600 u 800.000 euros en plena edad de oro del ladrillo a caer a los 238.000 euros que se piden por alguno de estos chalés en portales inmobiliarios como Idealista.
"Se trata de una ubicación privilegiada que completa los parajes de interior y la belleza de los pueblos blancos de Andalucía, con la oferta de sol y playa, a tan sólo 10 minutos de las envidiables arenas gaditanas del Puerto de Santa María y de Sanlúcar de Barrameda", decía en 2007 la publicidad de la promoción en los medios. Ahora las propietarias son las cientos de palomas que revolotean a su antojo, entre el interior de lo que pudo ser un confortable salón con vistas o sobre la desvencijada oficina comercial de la promoción. En ella el panorama es más desolador. Cristales rotos y todo regado por el suelo ante la mirada de un enorme panal de abejas. Bajo cristales, archivadores, facturas, documentos de compraventa... Todo a la vista, todo revuelto junto a la maqueta intacta en la que se observa el impresionante residencial que Eve Marina había ideado para la zona más noble y aislada de Jerez.
Un año después de la liquidación de la sociedad de Borja Ramos, aparecieron las primeras sentencias en firme. Una del Tribunal Supremo condena a la promotora y a la aseguradora Generali -que es finalmente la que debe pagar solidariamente- a la devolución de unos 170.000 euros a dos compradores que anticiparon dinero y jamás recibieron nada a cambio. Fue a raíz de la demanda de los dos hermanos que no cejaron hasta lograr el dinero que confiaron a la 'poderosa' Eve Marina. Portales judiciales aseguran que a raíz de este fallo "el Supremo ha fijado como doctrina que el comprador de una vivienda en construcción tiene derecho a la devolución de las cantidades anticipadas en caso de incumplimiento del plazo de entrega". Más de 500 proveedores y clientes, según recogía el diario malagueño SUR, no recuperarán jamás su dinero, invertido ahora en un enorme columbario donde reposa una pequeña parte de los restos de una colosal burbuja inmobiliaria que por unos años nos engulló a casi todos. En La Breña y en su centenario palomar no se enteraron. Fue una suerte.
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