Entre las viejas Comunidades de Aldeas del siglo XI y las Áreas Metropolitanas del siglo XXI han transcurrido mil años. Sin embargo, entre ambas hay varias similitudes: aquellas Comunidades de Aldeas se creaban en virtud de los fueros concedidos por los reyes a villas y ciudades, y fueron un espacio de cierta libertad, con formas propias de organización, instituciones de cierto autogobierno y algunos sistemas de autofinanciación. En 2021, las ciudades españolas que quieren avanzar se encuentran en un momento especialmente difícil, por la devastación final con que la pandemia ha coronado la creciente pobreza y desigualdad social que venimos arrastrando desde la crisis de 2008, sumada a los errores estratégicos que los gobiernos conservadores han propugnado bajo la presidencia de Mariano Rajoy, entre 2011 y 2018, con efectos nocivos aún hoy. La pandemia ha roto el fino alambre en que sobrevivía precariamente un sector creciente de la sociedad, abocando a todos a un escenario de enorme incertidumbre, y llevando a muchos a un paso del abismo. Para avanzar, la primera reconstrucción es la de los derechos sociales, tan desaparecidos en el combate neoliberal Creo que avanzar hoy en una ciudad debe significar, en primer lugar, crear una mayor resiliencia comunitaria, lo que sólo puede lograrse favoreciendo las redes de apoyo mutuo, e integrando el esfuerzo de estas redes civiles con el esfuerzo municipal. La crisis sanitaria ha evidenciado en toda su crudeza una crisis social que conocíamos, signada por el paro, la precariedad laboral, la absoluta falta de oportunidades para los más jóvenes, y los problemas subsiguientes e inmediatos de alimentación, consumo eléctrico y vivienda. Mucha gente, que en ese fino alambre ya vivía al día, se ha encontrado en la pandemia sin recurso alguno, y en el momento presente la cacareada recuperación no les alcanza a ellos. Para muchos, el tren de la recuperación siempre pasa de largo, sea en 2014 o en 2021… Para avanzar, pues, la primera reconstrucción es la de los derechos sociales, tan desaparecidos en el combate neoliberal, y en este tema las ciudades españolas tienen que realizar una apuesta decidida, no sólo con un sistema sólido de ayudas de emergencia, sino articulando programas de innovación social que hagan crecer los cuidados, la inteligencia colectiva local, y finalmente amplíen los umbrales competenciales de las propias ciudades. La lucha, pues, de las ciudades españolas para avanzar socialmente requiere más autogobierno, más competencias y más financiación, en un acuerdo con otras administraciones públicas más lejanas. Esto debe incluir no sólo la asistencia social en profundidad, sino también los instrumentos competenciales y financieros suficientes para planes eficaces de reactivación económica, del tejido comercial y productivo. Las prácticas municipales deberían ir construyendo un nuevo estándar de derechos sociales más avanzados, que vaya siendo recogido después en las legislaciones autonómicas y estatal. A pesar de los grandes problemas, creo que hoy tenemos una gran oportunidad en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia aprobado por el Gobierno actual de España, y refrendado por la Unión Europea, con sus cuatro grandes ejes transversales centrados en el medio ambiente, la transformación digital, la cohesión social y territorial, y la igualdad de género, articulándose en la siguientes políticas palanca: -Agenda urbana y rural, lucha contra la despoblación y desarrollo de la agricultura -Infraestructuras y ecosistemas resilientes -Transición energética justa e inclusiva -Una Administración para el siglo XXI -Modernización y digitalización del tejido industrial y de la pyme, recuperación del turismo e impulso a una España nación emprendedora -Pacto por la ciencia y la innovación. Refuerzo a las capacidades del Sistema Nacional de Salud -Educación y conocimiento, formación continua y desarrollo de capacidades -Nueva economía de los cuidados y políticas de empleo -Impulso de la industria de la cultura y el deporte -Modernización del sistema fiscal para un crecimiento inclusivo y sostenible Los ayuntamientos de España quieren —con toda justicia— una participación real en la gestión de los fondos extraordinarios que acompañarán a dicho Plan, y sin duda una gestión eficaz —y muy cercana a la ciudadanía— permitirá esa imprescindible Reconstrucción, que va muchísimo más allá de los sueños desarrollistas de don Manuel Fraga (que todavía comparten tantos, en la derecha y en la izquierda) de España como país de camareros... La comarca, la provincia, la región, el país, el continente… son categorías con un grado creciente de abstracción. Sin embargo, el pueblo, la ciudad, es nuestro hábitat mayoritario, y con una tendencia creciente a la urbanización: hoy, el 80% de la población española vive en ciudades, y en 2050 el porcentaje será del 88%, según proyecciones de la ONU. Es hora, pues, de que las ciudades españolas afiancen su poder y desplieguen nuevas políticas sociales, tengan instrumentos de financiación externa y de autofinanciación suficientes, amplíen sus umbrales competenciales, y finalmente se cumpla —de nuevo— aquel viejo adagio alemán del siglo XV: Stadtluft macht frei, "el aire de la ciudad hace libre".
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