Bodeguero, rejoneador, fundador de la Real Escuela, Caballo de Oro… La vida de Álvaro Domecq Romero (Jerez, 1940) estuvo marcada desde su infancia por el apellido más relevante de la historia de Jerez desde la Modernidad. Hijo de Álvaro Domecq Díez, quien fuera alcalde y presidente de Diputación, a los 81 años ha vuelto a una de sus casas, el Recreo de las Cadenas, mientras abandonaba otra, Los Alburejos. Pocas veces como en esta entrevista ha accedido a hablar públicamente de qué le quita el sueño o su relación con Juan Carlos I, a quien ha tratado desde antes de que fuera rey. Recibe a lavozdelsur.es en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, donde ha vuelto como algo más que un patrono de honor.
Vuelve a casa, la Real Escuela, de la que fue Fundador, como el brandy. Me dicen que es una vuelta honorífica.
Han sido muchos años fuera, estoy contento de estar aquí. Trabajo aquí todos los días. Me gusta mucho. He sido muy aficionado a este mundo. Fue una pena salir pero estoy muy contento.
¿Cómo la ve después de tantos años?
El Recreo de las Cadenas es admirable y muy bonito. Traje a Pío Cabanillas y nos compró este sitio. He entrado en una etapa nueva, distinta. Hay mucho trabajo que hacer. Suelo hacerlo con los caballos de aquí y procuro inculcar la equitación. Muchos jinetes me han enseñado mucho por todo el mundo. He rejoneado, pero ahora estoy completamente en la equitación. Busco buenos, buenos caballos. La Escuela necesita buenos sementales, nos hacen falta. Cuando veo un caballo regular, no me gusta. Mi padre me decía cuando me veía montar en un caballo no muy bueno me decía “bájate”.
"Mi equitación la baso en el flamenco. Yo bailo"
¿Perdió esplendor la Real Escuela en los años en que ha estado fuera?
No lo sé, porque esto es muy bonito. Pero tenía seguro que volvería pronto, aunque hubiera quien me decía que no iba a volver.
Dígame, ¿Cómo bailan los caballos andaluces?
Me lo dijo una mujer. Me he llevado mucho con ese espectáculo. Me llevé los caballos a México, que la gente quería ver el Jarabe Tapatío. Me llevé mucho tiempo allí, ganamos dinero. Siento que los caballos bailan. En eso, en el flamenco, baso mi equitación en eso, en bailar. Tengo pasión por la flamencura.
¿Llega a los 81 años bailando?
Me duele mucho el cuerpo, pero cuando estoy en el caballo, el cuerpo no recuerda. Ha sido mi pasión. Aprendí de pequeño, yendo con mi padre al campo. He pasado muchos años con caballos toreros, he recorrido el mundo a caballo. He estado en el Madison Square Garden de Nueva York con mis caballos. He tenido éxito en Argentina, en Viena… Allí me fui porque cuando llegué a la Real Escuela sentía que tenía que prepararme para dirigirla. Tengo ahora aquí un caballo que hace unas cabriolas muy bonitas… Después sale uno fuera y hay que presumir de buenos caballos.
Habrá presumido mucho.
Uh, cada vez que veía que algo se movía, ahí he estado yo.
¿Qué siente con que pongan su nombre al picadero?
Para mí es un gran honor. Me despierto de noche… Porque no duermo bien [para unos segundos, entrecortado]. Me emociona que esto haya pasado. Ando mucho por la Escuela, y se va a animar esto. Hay que volver a ir a América, a Europa. Las cosas que me han pasado siempre me emocionan, han sido cosas muy bonitas.
¿Será la Real Escuela un revulsivo en la vuelta del turismo a Jerez?
Eso va a volver enseguida. Quiero durar un poco más para verlo. Van a venir a cosas muy bonitas.
¿Está vacunado? ¿Cómo ha sido 2020?
Sí. Dos pares de banderillas me han puesto. Estar en una finca, andar en el campo, hace que parezca que no te pasa nada. No he tenido nada. Mi mujer me decía que tuviera cuidado. “¿Cuidado de qué? Hay que andar palante” [da un leve golpe en la mesa]. Pero sí, siempre con el cuidado. Voy de mi casa a la Escuela y es lo único que hago. Tengo mucha gente esperando para ir a verlos.
"En mi casa, en mi vida, siempre he buscado la bravura, y sigo manteniéndola"
No fue ya en Los Alburejos.
Tengo una finca de mi padre. La he puesto muy bonita y práctica. Como es lógico, soy muy aficionado al toro bravo. Crío yeguas, toros bravos, y me apasiona esto.
¿Está contento con Torrestrella? He leído que los toreros cada vez les reclamaban menos.
Mi ganadería es brava, buena. A los toreros les cuesta trabajo. Prefieren un toreo más suave. Eso no lo puedo hacer. En mi casa, en mi vida, siempre he buscado la bravura, y sigo manteniéndola.
¿Para todo en la vida?
Siempre he tenido eso. Es importante en mi trabajo con el caballo, con mi gente alrededor. Siempre he tenido coraje [golpe], que el toro embista [golpe] que el caballo galope bien [golpe], que se hagan cosas importantes.
¿Perfeccionista?
Me gusta. Cuesta lo mismo.
¿Viene de familia?
Mi padre fue maravilloso. Mi hermana murió hace poco. Tengo unos sobrinos fantásticos. Sus hijos son buenos garrochistas, buenos jinetes. En mi casa monta todo el mundo. Tengo 20 nietos y todos salen a caballo, todos ayudan a mover los caballos. Sigo aprendiendo de ese mundo alrededor del toro, del caballo, de la vida.
¿Por qué decidió dedicarse al campo? Pudo irse fuera a estudiar, por ejemplo.
[Piensa]. Domecq nunca se debió vender ni salir de Jerez. Tengo Domecq en Jerez porque tengo una bonita bodega, y puedo tomarme una copita buena de calidad todos los días.
De los cuatro pilares de Jerez, vino, flamenco, caballos, motos… ¿Le faltaba la moto?
La he usado para la ciudad. El ambiente es muy bonito cuando hay motos.
Me ha dicho que Domecq nunca debió venderse.
Nunca. Pero tengo una bodega muy bonita.
Echará de menos la Feria.
No me he perdido nunca ni un minuto. Me gusta las casetas, el paseo a caballo… Las cosas que se ven en Jerez, raramente se ven en el mundo. Me gusta mi pueblo.
"He rejoneado en Jerez y en todo el mundo"
¿Cómo ve Jerez hoy en día?
Los momentos son difíciles. Pero en cuanto suene algo estaremos perfectos.
¿Y en cuanto al desempleo?
Hay que echarle una manita. No sé cómo. A veces las cosas en Jerez se vienen abajo sin saber por qué.
¿No sabemos vendernos los jerezanos?
Quizás no. Procuro en lo que puedo moverme, pero me faltan ya fuerzas.
¿Le falta bravura a Jerez?
Bravura hay. Pero está muy apagado.
Cuando olían las calles a vino era diferente, ¿no?
Siempre he tenido pasión por esta tierra.
"Hace años que los Domecq llegaron aquí. Quiero empujar ese tiempo. Domecq puede subirse al pedestal"
¿Le falta vida a Jerez?
He visto mucha vida en Jerez. Mi padre fue alcalde de Jerez. Siempre tenía a gente buena alrededor. Fue una etapa bonita. A veces pasan cosas que dejan de pasar, y hay que recuperarlas.
¿Qué cosas? ¿Los cascos de bodega en el centro?
Yo menos mal que me compré una bodeguita. Aparte tengo el caballo, el toreo… He rejoneado en Jerez y en todo el mundo. He viajado en avión a todas partes, aviones llenos de caballos. El rey me ayudó mucho para construir esta escuela. Ahora lo llamo mucho, me gustaría que viniera aquí. Hace nosécuántos años me dio el Caballo de Oro. Esas cosas… Dan pena.
¿Le da pena Jerez?
Jerez tiene que levantarse [golpe en la mesa].
¿Nunca le llamó la actividad pública?
Mi padre fue alcalde, y he visto que ha habido muy buenos alcaldes. Es apasionante, pero tengo muchos años.
¿Ni hace años? ¿Cuándo era director de la Real Escuela?
Es difícil. Cada vez que llega una persona, tiene unas ideas.
¿Qué habría hecho de ser alcalde?
No parar. Hacer una cosa y otra y parriba.
Jerez está marcada por familias como la suya, que ya parece que no están en primera línea. ¿Qué ha cambiado con que Domecq lo haya perdido?
No tener Domecq bajó la ciudad. Sin duda. Llegué a América y todo eran riquezas. Y de repente aquí no estaban. Hace años que los Domecq llegaron aquí. Quiero empujar ese tiempo. Domecq puede subirse al pedestal.
¿Conoce personalmente a Andrew Tan?
¿A quién?
Al actual propietario.
No lo conozco.
"Al día siguiente [de pedir a Juan Marín su vuelta a la Real Escuela] estaba aquí, muy temprano. Empieza a entrar mucha gente, Ignacio Rambla, Rafael Soto… “Hombre, don Álvaro, ¿qué hace usted aquí?”. “Pues aquí estoy, vamos a trabajar”. Enseguida pum, pum, pum. Y luego un lío, otro lío, y nadie más me ha preguntado más"
Jerez ya no conoce a los dueños de las bodegas.
Habrá que unirse. Asociarse. Los Domecq siempre han tenido ese espíritu. Aunque a mí me quedan poquitos días. Me apasiona Jerez.
¿Cree que Jerez ha estado marcada por la figura de los señoritos?
Las familias han empujado mucho por Jerez. Todo el mundo ha sido muy apasionado. Hay gente que se va, pero siempre vuelve. Jerez es una ciudad que tiene tantas cosas... Es que pasan tantas cosas. El Depósito de Sementales se lo llevaron a otro lado… ¿Esto qué es? El vino, lo mismo. A veces no hay sentimiento.
Es de lo que hablaba Pacheco alguna vez, que la gente está desilusionada, pero sí lo estaba antes.
Jerez se aguanta un poquito, pero volverá. Cuando me compré mi bodeguita me dijeron que es volver a nacer. Hay que volver a nacer.
¿Quiere hacer crecer su bodega?
Es pequeñita, pero crío un buen vino. Aquí es difícil venderlo, porque hay mucho, pero fuera sí lo vendo. Me gusta el buen vino, la buena solera. Es el caballo, el vino, el toro…
"Soy un jinete más en el espectáculo. Hombre, voy el primero, para qué cambiar eso"
¿Nunca quiso dedicarse más a los despachos?
Habría sido un mal despacho. Siempre he estado en el mundo del toro y el caballo. Venir aquí a la Escuela es mi trabajo… Qué de cosas hay que hacer.
Usted no quiere entonces que esto sea un cargo de honor, como Di Stéfano en el Real Madrid los últimos años, sino dar su opinión.
La opinión es el trabajo. Me gusta la equitación. He aprendido mucho y lo suelto cada día.
¿Cómo ve Andalucía?
Es tan bonito todo. Tengo mis campos, Medina, es tan bonita Sevilla.
¿Cómo le ofrecen la vuelta a la Real Escuela?
Vi un cambio en las elecciones. Fui a Sevilla. Encontré a este señor tan simpático, tan agradable, Juan Marín. Es un tío simpático. No lo conocía. Me dijeron que iba a pasar por un sitio. Lo encontré. Le dije que me gustaría hablar un momentito. Que podría volver a trabajar, que había trabajado mucho tiempo en la Real Escuela. Él me dijo: “Bueno, pues no me parece mala idea”. Entonces le dije “hombre, si no le parece mala idea, dígame que me vaya para acá y andamos más ligeros”. Al día siguiente estaba aquí, muy temprano. Empieza a entrar mucha gente, Ignacio Rambla, Rafael Soto…: “Hombre, don Álvaro, ¿qué hace usted aquí?”. “Pues aquí estoy, vamos a trabajar”. Enseguida, pum, pum, pum. Y luego un lío, otro lío, y nadie me ha preguntado más.
"Hay gente muy complicada en el Gobierno y quizás, el presidente, el más complicado de todos. Es un hombre sin criterio"
¿Cuánto había pasado desde las elecciones?
Tardó un poquito. Yo veía a Antonio Sanz, veía a algunos de Jerez… “Es que no han tomado posesión”, me decían. Tenía unas prisas tremendas.
¿A qué hora se levanta?
Hago un poco de gimnasia, porque estoy frito de dolores. Todos los días vengo. Tengo un orden. Hoy tengo espectáculo. El Yute hace unas cabriolas impresionantes. Luego, El Valioso. Esto es apasionante. Los caballos se trabajan juntos. Me toca ver cómo trabajan, que mejoren, que funcionen.
¿Está para los espectáculos en días de honor?
No, estoy siempre. Soy un jinete más. Formo parte. Cuando entro en el espectáculo, hombre, voy el primero. La primera vez me dijeron “don Álvaro, ¿dónde se va a poner?”. Y yo dije que donde siempre, para qué vamos a cambiar.
¿Volveremos a ver en Jerez olímpicos de doma?
Estaría bueno. Estamos preparándolo. Es algo que dejamos, y no se puede dejar. Yo fui a Atlanta, a Sidney… Cuando fueron las Olimpiadas en Barcelona, vi aquello y dije “esto lo hago yo”. Había un general que me dijo que me había pasado un poquito. Y en las siguientes, Atlanta, estábamos allí. Eso para uno… Hay que volver a subirlo. Por eso queremos caballos buenos. Ahora no tenemos dinero, pero la Yeguada Militar debe ayudarnos. Los caballos domados son los que valen dinero. Cuando empecé no había tantos caballos españoles ni en México ni en Argentina, y hoy han viajado por todo el mundo.
Hablando de la Yeguada Militar… ¿Cómo ve España?
Complicada. Hay gente muy complicada en el Gobierno y quizás el presidente, el más complicado de todos. Es un hombre sin criterio, un día dice una cosa, otro día, otra. No me parece que España vaya bien encauzada. Se nota mucho.
¿Es amigo del rey Juan Carlos?
Bueno, amigo… Le tengo mucha admiración. Le conozco desde chico, venía a verme cuando iba a torear a Portugal, venía a verme en las corridas. Es un hombre para mí muy sentimental.
¿Ha hecho que venga mucho a Jerez?
Uuuh. Esto se lo debo yo a él [dice por la Real Escuela]. Y me he enterado de las cosas que pasan en España. Y cuando pasa algo regular, lo sé. Y un día me dieron el Caballo de Oro. Le dije: “Señor, tiene que venir”. Se lo dije a ella, la reina. Ella a él. Uno de los días me dijo que a ver si tenía buena fecha. Fue a la Yeguada Militar. Me inculqué mucho en que siguiera. Viene una vez, siendo príncipe. Su mujer, la reina, venía a veces de vacaciones a mi casa. Montábamos a caballo, yo iba a La Zarzuela a montar a caballo, les gustaba dar paseos.
¿Cómo es en el trato?
Soy un gran admirador de toda la familia y de él. Lo llamaría ahora. Lo llamo todas las semanas. Es un hombre que ha participado en tanto.
¿Se está siendo injusto con él?
Yo creo que sí. Todos tienen problemas. Es demasiado bondadoso, alegre, pero ha hecho muchas cosas por España. Un día estaba yo en Viena, que iba a trabajar. Me llamó y me dijo “ahora mismo te tienes que ir a Hungría. Te pagamos un coche”. Conocí a Ceaucescu, le entregué una cartita que me había mandado. Problemas que había.
¿Qué le pareció Ceaucescu?
Lo vi un minuto.
"Pío Cabanillas me dijo que si este palacio costaba 60 millones, que fuera a Madrid. Volví con mi Palacio y mucho por hacer"
¿Nunca supo lo que ponía en la carta?
Ni me preocupaba. Cogimos un coche, fui con mi mujer y una señora que hablaba. Con otro coche detrás. Pasé el Telón de Acero. Me impresionaron dos o tres bueyes, lloviendo… Qué podredumbre, decía yo. Llegamos allí, y vimos unos palacios hechos polvo. Estuvimos en un hotel. Por la mañana, un portillo por aquí, otro por allí. “Aquí se sienta usted”. Y de pronto entró. Iba pasando. “Del rey Don Juan Carlos, tal, tal”. Y ya le di mi cosita. Me impresionó la podredumbre del lugar.
Comparado con Viena…
Iba a montar a las siete de la mañana en Viena. Pero aprendí tanto…
¿Cómo nace la Real Escuela?
Un día en Murcia, que Lola Flores vino a verme torear, vi un entoldado de Barcelona y me lo traje a Jerez. Le arrendé al tío la carpa. Hice un espectáculo y traje gente, con caballos de rejoneo. Venían a enfrente de Sementales amigos, el otro, fulano… A todo el mundo que llegaba le pegábamos un sablacito, “oye, que esto cuesta dinero”. Domecq México vino y me dio un millón de pesetas. Con eso era feliz. Poquito a poco, a los diez años, hablé con Pío Cabanillas, ministro. Tenía que venir a Cádiz. Pero antes lo recogí para ver el espectáculo y lo pasé por aquí. Y vio esto [el Recreo de las Cadenas]. Vio este pedazo de palacio. Me dijo: “Esto cuánto vale”. Yo ya me había informado. Yo le decía al dueño que cuándo me lo iba a vender. Un día me dijo: “A ver si me lo compras”. A través un abogado, Benito Pérez, me enteré de cuánto costaba. Me parece que eran 60 millones. Lo hablé con Pío Cabanillas. “Si es verdad lo que tú me estás diciendo, el jueves te espero en Madrid”. Era sábado. Joé, el jueves me presenté en Madrid con todos los que vivían aquí. Era una familia muy grande. Y llegué aquí con mi palacio. Después llegó el picadero. Yo entonces seguí con los caballos [el espectáculo ecuestre en el Hontoria, frente a Sementales]. Ya tuve jaleo con Pacheco porque nos quería quitar de aquí. Mandamos los caballos a varias fincas. Luego que si el Palacio iba a ser hotel. Y dije: “Esto ya es otra cosa”.
"A Jerez tengo que agradecerle que le hicieran a mi padre una estatua como un demonio de grande…"
Y se marchó.
Esto es una gran obra. Estoy muy agradecido a mucha gente. Al albañil, al otro… Luis Picardo hizo este picadero.
Ha sido protagonista de muchas cosas a lo largo del siglo XX en Jerez.
A todos lados que he ido he llevado Jerez, a muchos sitios. Y a Jerez tengo que agradecerle que le hicieran a mi padre una estatua como un demonio de grande… Todo el mundo se preocupó. Mi padre era un tío muy bueno. Mi padre iba a un tentadero y yo iba a arreglar las cosas para ellos. “No, no tengo colegio”. Mi padre conoció a un ministro que vivía en Málaga, y yo estaba estudiando allí. Mi padre me decía que fuera a ver al ministro, para ver cómo va el caballo que le había dejado. Era el ministro Girón. Me llevaba el representante de Domecq en Málaga. Montaba el caballo. Me decía el ministro que yo lo montara para que él viera cómo. Después estuve en Sevilla y vi allí una cosa para las vacas, para ordeñarlas. Le pedí al hombre si me podía dejar tener allí un caballo. Me traje un caballo de mi padre, lo puse allí, y saltaba la valla todos los días a la hora del recreo. Montaba y me volvía. El curita de allí me pidió que lo llevara un domingo después de misa. Yo allí… Hacía alta escuela. Tendría doce años. Yo montando y todos los niños…
Con ese espíritu de exhibición.
Igual que ahora. Después me fui a Madrid. Me encontré con un amigo que tenía una cuadra. Me traje dos caballos. Hacía exhibiciones por todos lados. "La Virgen de tal", pues iba a las romerías con mis caballos. Yo acosaba. Un día pasó mi padre por el colegio. Me llevó al tentadero del Conde de La Corte, que era el no va más. Un señor mayor… Yo llegué con mi caballo, el hombre nos invitó a una casa con literas. Dormía con mi padre, dormía Bernando Muñoz Carnicerito… Al día siguiente corrí y le pegué dos echaos a un becerro. Mi padre tenía una cartera y firmaron allí que me habían dado la alternativa del coso. He ido a todos los lados. Y al final tenía caballos en todos lados. Yo era remachón. Me fui por ahí a muchos sitios, a estudiar inglés. Allí encontré a un señor amigo de una señora de Jerez. Allí conocí el hunting -la caza- con los perros… Y me volví loco. Por las tardes me tenía que ir a Londres. Pero a la otra semana, ya me quedé casi todo el tiempo en el campo. Lo pasamos muy bien. He conocido a muchos amigos de toda la vida. Un día en avión iba y dije que iba a estudiar. Él me dijo que iba a comprar películas, era productor de cine. “Lo tuyo es más bonito que lo mío, que me van a encerrar a estudiar”. Hasta ahora que el pobre se me ha muerto he tenido muchos amigos, y me han visto torear, hasta en América.
"Mi padre se ocupó de que todo el mundo tuviera su casita. Hizo 30.000 en todos los pueblos. Todavía me paran por la calle"
Dice que está orgulloso del monumento de su padre.
Eso no tiene precio. Me gusta mucho. Es un gran honor que mi padre tenga ese monumento. Me levanto por la mañana y paso por la puerta, y es lo primero que hago. Mi primer rezo lo hago allí.
Se ha dicho que ese monumento no tendría que estar allí por la Ley de Memoria Histórica.
(Resopla). No quiero que me lo quiten por nada. Y siempre… Estoy con miedo siempre. Es una cosa muy bonita de Jerez, que no hay que poner otra cosa allí. Se lo merece. Era un tío amable. Él no pidió el monumento, y se lo hicieron. ¿Por qué lo van a quitar, con lo bonito que está? Hizo mucha vivienda, más de 30.000 por todos los pueblos en Diputación. Hizo mucho. Mucha gente por Jerez me ve por la calle y me dice: “Su padre me dio a mí una casita más buena…”. Conozco a mucha gente de Jerez y a mi padre lo admiran. Mi padre se ocupó de que todo el mundo tuviera su casita. Había mucha gente que vivía en cuartitos. Y yo me acuerdo de inauguraciones. La gente era buenísima siempre. Procuraba ir a ver las casas. Había que darlas a quien llegara. Y al final a todo el mundo pudo. Las barriadas fueron una maravilla, eran una, otra, otra.
¿Qué opina de una figura de la historia de Jerez como Ruiz-Mateos?
Fue un hombre que hizo muchas cosas. Hizo tantas que algunas le salieron mal. Es una pena. Lo conocía bastante. Era un tío que funcionaba, pero fue demasiado. Ha dejado una secuela complicada luego.
Hay quien dice que es el responsable de que el vino bajara de precio en Jerez, y otros que no se le puede culpar.
No sé exactamente. Pero se montó en demasiadas bodegas. Más vale tener menos y de más calidad.