Un 'torta' de Cáritas
Francisco Javier Domouso Martínez, jerezano de nacimiento, es secretario general-administrador de Cáritas Andalucía. Actualmente jubilado, trabajó en el sector bancario durante casi tres décadas. Casado y con dos hijas, cuenta 66 años de edad, y tras retirarse laboralmente tuvo claro que no perdería el tiempo y no desperdiciaría su vocación e inquietud espiritual.
Empezó a colaborar con una organización que atendía a los conocidos como MENA (menores extranjeros no acompañados) y también en acciones de Cáritas. Durante nueve años fue director de Cáritas Diocesana de Jerez; a la vez fue administrador de la organización en Andalucía, miembro del consejo nacional, ha sido presidente de varias comisiones de trabajo a escala nacional y desde hace unos ocho años es el responsable andaluz de Cáritas.
Por su cargo se las tiene que ver con diez diócesis y otros tantos obispos, además de consensuar acciones con otras organizaciones y con las administraciones públicas. Reconoce que es una voz que molesta dentro y fuera de la Iglesia pero tiene claro que no va a cambiar. Que la realidad no engaña, es dura y, por tanto, el lenguaje tiene que serlo también. Se reconoce un 'torta' de Cáritas, para poder soportar tantas horas y presión dedicados a su vocación.
Hace poco Cáritas dio a conocer los datos de pobreza, junto al informe Foessa, con los logros, acciones y trabajo que desarrolla así como lo que invierte en paliar esas realidades —3 millones en Jerez—.¿Realmente es tan demoledora la situación actual?
El problema de la exclusión no solo es pobreza; es la soledad de los mayores, es la inaccesibilidad a los servicios, etcétera. Esto es muy grave. Anda por unas once millones de personas en España y en Andalucía, más de dos millones de personas. Son cifras para echarse las manos a la cabeza. Esto es muy grave, ¿por qué? El problema de la pobreza se ha hecho algo normalizado, aceptado y de alguna manera permanente. Eso es malo, dado que cuando hablamos de estos temas parece que es una crisis que pasa, y no es así. En la época de la gran bonanza hasta 2008 ya había una pobreza estructural importante; esa bonanza se incrementa y cuando pasa la crisis y baja el número general, lo cierto es que las personas que están expulsadas de la sociedad siguen subiendo. Llega el covid en 2020 y provoca otro aumento en esa masa de excluidos. Es lo más grave, insisto, son personas que no cuentan para nada.
¿La población en general ignora estos datos, pasa de ellos o por el contrario es sensible?
Es sensible, otra cosa es que no se quiera ver esa realidad. Hay un hecho que está latente como es el gran número de personas que están al filo de la navaja. Que viven normalizada pero le llega el desempleo, la enfermedad, la crisis; este segmento se mantiene en su estatus pero ante cualquier situación sobrevenida… Hay mucho miedo a aceptar esa realidad. Hemos estado en la seguridad de la clase media, que todo estaba controlado y es mentira. Lo estamos viendo. Desgraciadamente, me encuentro con gente muy conocida que han vivido muy bien y en un momento determinado todo se ha caído. Es el problema que la sociedad: no quiere ver porque tiene miedo.
"Hay un gran número de personas que están al filo de la navaja (...) hay mucho miedo"
Ahora la tremenda inflación es otro empujón que rema en contra de esa estabilidad.
Esto va a arrastrar a mucha gente a caer en esa pobreza relativa con la que más o menos tiras adelante, pero es un paso atrás que no queremos ver y da miedo aceptar esa situación.
¿Cáritas es un altavoz que molesta?
Ese altavoz siempre ha molestado. Siempre ha molestado al político a la sociedad porque la confronta e incluso ha molestado muchas veces a la Iglesia. Cáritas, que es Iglesia, reclama a muchas personas e instituciones de la Iglesia a que se bajen de los púlpitos, que dejen de lado los rituales y que vean que el Evangelio hay que desarrollarlo en la calle. La espiritualidad que hemos encerrado en los templos la tenemos que transformar y llevarla a la calle, como ha señalado el Papa Francisco. Por lo tanto molesta.
¿Es un buen escaparate para la Iglesia?
La caridad no puede ser un escaparate. Es la esencia de la Iglesia; si es un escaparate estamos ante una falsedad. Tenemos que mostrar que en la Iglesia se nos mueve el corazón por el hermano que necesita de nosotros. No podemos afirmar que la caridad se resuelve con un donativo, un kilo de alimentos… Si realmente no movemos el corazón para cambiar la sociedad desde el principio evangélico de ayudar al hermano, todo es falso. Por eso desde Cáritas estamos denunciando constantemente que el evangelio no puede convertirse en una imagen y en un rito; tiene que transformar el mundo.
Muchos católicos se limpian la conciencia con un donativo o entregando alimentos para dar por cumplido su compromiso
Pues habrá que ver qué catolicismo es el que queremos: de los números y el cultural, por haber nacido y crecido católico, o queremos un catolicismo que te compromete, que te mueve… Estamos en un proceso, el del Sínodo; la sinodalidad significa caminar juntos. Te está diciendo que tú tienes que empeñarte en trabajar para cambiar la sociedad y eso asusta incluso a parte del clero. El compromiso, todo lo demás suena a intendencia. Hace falta estar con las personas, servidumbre con los pobres, compartir lo que tenemos. Tenemos que avanzar en la denuncia y en el compromiso político; todos esto suena muy ‘podemita’ pero que sepan todos que Cáritas usa este tipo de lenguaje desde hace mucho tiempo; es, al fin y al cabo, un anuncio evangélico: decir que hay que cambiar.
"La caridad no puede ser un escaparate. Es la esencia de la Iglesia"
Seguimos con lo de molestar. ¿Alguna vez le ha llegado quejas o malestar desde la escala política por la imagen que se da de la región, ciudad o provincia por culpa de los datos de Cáritas?
Esto es lo más triste: molesta a los políticos y molesta a los cristianos porque los cristianos vivimos en muchos casos en la ideología cultural. Con los datos entienden que es hablar mal de tu ciudad. Eso no cae bien. Incluso llega a molestar a algunos sectores de la Iglesia y no entro en situar a esos sectores entre los conservadores o no. Me han achacado que estamos dando una imagen fuera de la espiritualidad eclesial. Ante eso digo que yo no puedo rechazar absolutamente a nadie. El Señor así lo hacía: se sentaba con publicanos, prostitutas, pecadores… Es cierto que hay enfados en ciertos sectores pero que sepan que el Evangelio nos obliga a esa denuncia y compromiso. Hubo alguien que me dijo que teníamos que cambiar el lenguaje que usamos para que la Iglesia nos entienda, que la gente no te entiende y ni lo que quieres decir. Esto es lo más grave.
¿Qué pasaría si no existiera Cáritas?
Si no existiera es que no habría Iglesia. Cáritas, la caridad, está en muchos sitios. Es una estructura muy descentralizada: El mundo, Europa, España… Si vas a cualquier pueblo o barrio, en la parroquia está Cáritas. Insisto, si Cáritas no estuviera la Iglesia no existiría. Seguramente habría en su lugar un movimiento de solidaridad que movería a las personas a ayudar.
"Soy un voluntario que trabaja por una utopía que es el Evangelio"
Y si no existiera, el problema para las administraciones públicas sería importante.
Eso por supuesto. Donde no llega la administración pública, ahí está Cáritas. Por eso cuando hablamos con políticos, sin alterarnos, les digo que soy un voluntario que trabaja por una utopía que es el Evangelio; usted se ha presentado con un programa con el que va a resolver los problemas, así que usted tiene sus problemas y yo estoy aquí para ayudarle a que la sociedad avance. No se meta usted en lo mío. Hay más respeto sobre todo en los que tienen una visión más progresista como los partidos que están más a la izquierda o de centro; los partidos más a la derecha te dicen que nosotros sobramos. Cáritas pone a la Iglesia en un determinado modo de hacer y pensar. Si eres cristiano no puedes hablar como se habla de la migración, no puedes hablar como se hace de la homosexualidad, no se puede hablar como se hace de la pobreza. Si aceptas esto no eres cristiano; serás otra cosa, un tío fenomenal con unas ideas distintas, pero no eres cristiano.
¿Cáritas tiene que ser beligerante?
En absoluto. Beligerante nos ven las personas que no están de acuerdo con las formas con las que hacemos las cosas. El mensaje de Dios no es beligerante; eso sí, toca las narices. Lo que no podemos ser es conformistas, no decir que las cosas no están bien; no crear incomodidad.
¿Le tiene aversión algún cura?
Soy incómodo para mucha gente. Me ha costado muchos desencuentros.
¿Por eso se fue de Jerez?
Me fui simplemente porque acabó el proceso.Se lo planteé al obispo Mazuelos, que creo que sabía que se iba. Yo estaba muy quemado; prácticamente vivía fuera. Como soy persona de calle —he sido comercial— me he recorrido toda la diócesis, todas las parroquias, he estado con todos los curas. Si miro atrás y analizo en qué tendría que cambiar a día de hoy, lo haría en mi estilo, pero no me arrepiento absolutamente de nada. En el cargo va el desencuentro.
"Nos tienen más respeto los partidos más a la izquierda o de centro; los de derecha nos dicen que sobramos"
¿Es duro estar en la trinchera?
Es muy duro. Tenemos que compartir el sufrimiento; si no lo haces, mal acompañamiento estás haciendo. Le pedía al Señor que me diera un impermeable para que no me cale. Es algo equivocado, tienes que oler y tocar la podredumbre, la enfermedad, el alcohol, las familias desestructuradas… Tienes que trabajar con esas personas, meterte en su vida y así ayudarlas a encontrar su propio camino para transformarse.
En lo económico, ¿cómo se las entiende Cáritas?
Las donaciones se han incrementado mucho con la pandemia: donaciones en efectivo, en especies, de todo tipo. Siempre nos faltarán porque hay mucho que atender. Pero hay algo que nos preocupa, el hartazgo que estamos viendo. El cansancio de la solidaridad. Ya lo vimos en la crisis financiera, la gente se cansa de estar ayudando y, además, ven casos que llegan a tu familia, a tus vecinos. Pero esto no significa que haya un desdén solidario para aportar. Nunca es suficiente y gracias a la mejora en la gestión se puede llegar a más gente.
¿Su organización soporta una gran estructura?
Cáritas no puede mantenerse en su gestión solo con voluntarios. Necesita a profesionales. Esto no es un chiringuito como algún malintencionado ha dicho. Siempre digo una cosa: para el pobre, lo mejor. Necesito buenos gestores, buenos economistas, buenos psicólogos… Esto no se hace por mantener una estructura, es para darle al pobre lo mejor y para eso necesito esa profesionalización.
Volvemos a los tozudos datos que dibujan la verdad. ¿Cuáles son los que más le perturban?
En Cáritas Andalucía somos desde hace muchos años impulsores en programas de empleo. Veamos, Jerez está con un 26% de paro; Alcalá de Guadaira con un 26,9% de paro; La Línea, con un 32%; Linares con un 30,90 %… Cierto es que ha bajado un pelín como consecuencia de la estacionalidad que existe. ¿Qué dirán los políticos dentro de tres meses? Es un problema estructural. Aquí hemos dejado pasar, en Jerez, la oportunidad de crear un modelo alternativo a las bodegas cuando estas empezaron el declive. Me refiero al ámbito agroindustrial. No hemos peleado; se hizo incluso un parque dedicado a este sector que está en la ruina y perdido. La culpa la tenemos todos y no solo los políticos.
No podemos ser hooligans que nos apuntamos a un partido u otro. Tenemos que decirles a todos que esto no puede seguir así. Barrios degradados: los tenemos en esta provincia y seis en Sevilla. Las poblaciones más pobres de España están en Andalucía: Níjar y Adra en Almería, Los Palacios en Sevilla, Barbate en Cádiz, Alhaurín en Málaga, Isla Cristina en Huelva… Estos son datos oficiales de la pobreza. Y después viene otro tipo de economía, la que se mueve en un submundo y es la que mantiene a gran parte de la población. Cuando se habla de atacar esa economía mandamos más policía, pero no a transformar.
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