Saxo, armónica, clarinete, flauta travesera y virtuosismo
Además de otras muchas cosas, la tierra sanluqueña tiene la música del maestro Manolo Sanlúcar, Bajo de Guía, Doñana y a Diego Villegas (Sanlúcar de Barrameda, 1987), un músico tocado, sí, por la varita de los prodigios, pero forjado sobre todo a base de un trabajo brutal de trastienda, de estudio sesudo, de esas ocho horas diarias que se impone con disciplina militar, y que lo convierten, no solo en un virtuoso de los instrumentos que toca con absoluta maestría, sino en un artista indispensable para la música flamenca, pero también para la jazzística y para cualquier otra para la que se le requiera.
Jorge Pardo, Javier Ruibal, Estrella Morente, Pitingo, Remedios Amaya o Ainhoa Arteta son solo algunos de los nombres sobresalientes con los que Diego Villegas ha colaborado o colabora. Ahora, y desde hace cuatro años, está enrolado en la compañía de Sara Baras, que viaja, por cierto, a final de este mes de enero con su montaje Alma, al Sidney Opera Hause, en Australia. Tres funciones en dos días en los que Diego Villegas, junto al equipo artístico de la bailaoira isleña, pondrá los todos sus sentidos al servicio del espectáculo y la música flamenca con mayúsculas.
El sanluqueño, tras el lanzamiento en 2016 de su primer disco Bajo de guía y Cinco en 2021, entre col y col, sigue deleitando a todos con su grupo Diego Villegas Trío. Dos Hermanas, Utrera, Tomares, Mairena del Aljarafe y Arahal, son sus siguientes citas. Como él mismo dice: "Que no pare la música".
¿Sabes qué pasa? Que hay una línea muy gruesa, no muy delgada, sino muy gruesa, entre ese "viene despuntando" y "es un maestro". Es decir, hay poquita gente a la que ya se le dé el galardón, sin que llegue todavía a ser un maestro.
"Hay una linea muy gruesa entre despuntar y ser maestro"
Pues que tenga 60 años. Por ejemplo, Juan Campallo, guitarrista acompañante, que yo sepa, no tiene disco, pero lleva toda la vida acompañando gente. Si ese chaval, con toda la trayectoria que tiene, con toda la gente con la que ha trabajado... Si tuviera 60 años o más, sería un maestro, pero como tiene muchos menos, no sé si 45, no lo es. ¿Juan José Amador por qué es un maestro? Por la edad que tiene. Enrique El Extremeño, ¿por qué es un maestro? Por la edad que tiene. ¿José Valencia no puede ser un maestro? Claro que puede serlo. Lo es, de hecho. Pero no lo es de cara a la galería, por la edad.
Estamos en una sociedad donde está el niño prodigio o el maestro. Entonces, a menos que hayas seguido un camino donde vas a tener una buena aceptación, no vas a ser nada. Yo es lo que veo. A mí me pasa una cosa muy graciosa. Yo tengo cara de niño, pero de niño tengo poco. Tengo 35 años. No soy un viejo, pero no soy un crío. Cuando termino de tocar la gente sale flipando conmigo, pero flipando porque piensan que tengo 20 años. Te dicen: "¿Pero cuántos años tienes? Eres muy joven para tocar así". Les digo que tengo 35 y contestan: "¡Ah!" Y se van.
Ya no tiene mérito. Me estás diciendo que te he puesto los vellos de punta, que te he hecho llorar, que te he hecho recordar a tu hermano, a tu niñez. Es decir, he generado en ti unas sensaciones maravillosas, pero como ya no tengo 20 años, ni soy un maestro...
Siempre. Pero es que siempre hay alguien mejor que tú. Eso es lo bonito que tiene el músico ambicioso o soñador, que no te comparas con el vecino de al lado, que también. Pero existe internet, YouTube, y ves gente. ¿Quién ha sido el mejor saxofonista de la historia? John Coltraine, Charlie Parker. Pues yo quiero llegar a tocar como Charlie Parker, aunque seguramente no llegue, pero siempre va a haber alguien, repito, que toque mejor que tú.
Música flamenca: una historia de amor
La música flamenca se ha convertido para Diego Villegas en un camino de pasos seguros, de destino cierto, de éxito. Pero la música flamenca nunca la escuchó Diego desde la cuna, ni siquiera de niño. En su casa se escuchaba música clásica y zarzuela. Es decir, que el flamenco en el que tan a gusto se mueve el músico sanluqueño es su escuela. "Mi lenguaje matriz es la música flamenca. Cuando tienes diez años no tienes muchos caminos que elegir. Más bien es al contrario: el camino te elige a ti".
Clarinete solista en la banda Julián Cerdán, en su pueblo natal, Villegas tocó la guitarra flamenca en el conservatorio, pero su sueño era ser director de orquesta. "Mi hermana montó un tablao flamenco en Sanlúcar, empiezo a tocar flamenco con 15 años. Es decir, que descubro la música flamenca a través de ella. Pero es que ella vivía en Madrid y yo me iba a verla de vez en cuando al Café Chinitas. Quiero decir que, por aquel entonces, tampoco tengo un contacto diario con el flamenco"
Al principios, solo intérprete de clarinete, su hermana lo invita a tocar en su tablao. Él, sin tener el menor conocimiento de lo que era un palo flamenco: "Ni puta idea de lo que era una soleá o una seguiriya. Empecé a tocar, me enamoré del flamenco, y cuando pasaron dos años me di cuenta de que, lo que empezó como un juego, se convirtió en un trabajo con el que ganaba dinero como para vivir".
Estando en Madrid, adonde se fue a vivir con 20 años, se va a ver zarzuela, jazz, a un cantautor cuyo nombre no recuerda, y para terminar, un espectáculo flamenco. "Lo que me revienta la patata es el flamenco". Y ahí empezó una historia de amor que hoy vive con la pasión del primer día.
No tiro ninguno.
¿Sabes qué pasa? Que normalmente, la gente que es multiinstrumentista, ha tenido una especialización en un instrumento, y, paralelamente, estudias otros. Pasa como con los idiomas. Tú hablas español, pero puedes aprender un poco de inglés, un poco de francés, de alemán, de chino. En mi caso, no. A mí no me llegaron todos a la vez, pero decidí llevarlos todos de la mano. Estudio lo mismo con los cinco.
Sí, pero con cada uno de esos cinco "idiomas", yo me expreso de una forma diferente.
Un estado de ánimo no, pero una forma de expresar, sí.
"Decidí llevar los cinco instrumentos a la vez"
No. No los colecciono, pero tengo más de 30 armónicas.
(Risas). Todo tiene una explicación La armónica tiene una vida media de tres o cuatro meses. Una ruina. Cuando empecé a comprarlas valían 80 euros, ahora valen 160.
Nooo. Las armónicas tienen unas lengüetas de metal muy finitas. Si tocas suave aguantan el tirón un tiempo, pero en el momento que le das caña, se rompen. Se desafina la nota. Yo las uso con el cuerpo de madera y por eso suena diferente. Pero no tiene que ver, Steve Wonder tocaba y le sonaba como un rey y el cuerpo era de plástico. Con las mías, cada canal que separa las notas está hecho de una lámina de madera muy fina. Eso, por mucho que tú no quieras, le echas vaho, la madera se va torciendo, pudriendo, y entonces, al final, el sonido ya no es el mismo.
Las guardo porque me da pena tirarlas. También por si llego a encontrar a alguien que me las arregle. Las voy regalando a la gente más cercana: les hace ilusión tenerlas. Pero a la mayoría no le suena alguna nota.
"La armónica tiene una vida media de tres o cuatro meses"
Yo creo que todos los enamorados de la música somos así. Es decir, está el enamorado de la música, que es un friki de la música, pero que no es profesional de la música, está el enamorado de la música, que es profesional de la música, y están los profesionales de la música que solo son profesionales de la música.
Mucho. El artista siempre quiere ser feliz, por eso quiere hacer arte. Quiere que su trabajo sea siempre positivo, no quiere nada negativo nunca. Pero es que el artista es egoísta también porque no lo quiere pasar mal. Para eso estudia mucho, para ser libre con lo que hace. El artista no quiere subirse al escenario para sufrir, aunque sabe que va a hacerlo, aunque al final disfrute.