Una herencia de Jerez que marca
El autor Ramón Rodil Gavala (Madrid, 1965), de padres jerezanos, ha presentado estos días, en el Palacio del Virrey de la Serna, Quién (Libros Indie), una interesante novela negra ambientada a caballo entre Madrid y Cádiz, y que promete emociones fuertes. "Una novela cercana, de personajes reconocibles", dice su autor, que asegura que ha heredado de su familia de Jerez "la franqueza, la sinceridad, la tendencia a la exageración y un gran sentido del humor".
Economista con experiencia y vida en banca en varias ciudades españolas, de personalidad cercana, boy scout desde la niñez hasta pasada la treintena, en la actualidad mantiene el servicio a los demás como voluntario en varias organizaciones y ONG. Ramón Rodil integra "la afición a la escritura con el antiguo placer abandonado de la pintura. Adora la buena cocina, el placer del viajero, la cercanía de su mujer, Misi, y a su Atleti, por supuesto".
Sí. El inicio es fuerte, pero el lector no va a encontrarse de ninguna manera con una novela con casquería. Cada autor puede encarar esas escenas como mejor le parezca, pero mi estilo desde luego no es. Creo que con unos detalles sutiles es suficiente. No creo necesario para que la novela sea más interesante hacer descripciones morbosas, pero repito que eso va en el estilo de cada autor.
No, yo creo sin duda que lo más difícil es la poesía, palo que por cierto no toco. También es difícil la novela erótica o la romántica; mucho más que la novela negra, donde me siento cómodo, quizá porque es el género que más me gusta leer.
Porque está ambientada en la actualidad, con diálogos de hoy, con protagonistas que viven y visten como cualquier ciudadano de a pie. Normalmente me fijo en cómo habla la gente de la calle, sus reacciones. En realidad, la documentación de esta novela está precisamente ahí, en la calle. Si la hubiese tenido que ambientar, por ejemplo, en el siglo XVIII, todo hubiera sido muy diferente, no solo por la ropa o los paisajes, si no porque la gente hablaba de otra forma, con otro lenguaje corporal. Hubiera sido un trabajo de documentación mucho más detallado y laborioso.
"Soy mucho más de lo real, del día a día, que de lo fantástico"
Creo que sí. En la calle ves cosas, estás pendiente todo el tiempo de detalles que pueden servirte para una historia. Soy mucho más de lo real, del día a día, que de lo fantástico. Y eso se refleja en mis relatos. También en esta novela.
Ha habido dos cosas: Una duda continua sobre la construcción de los personajes. Es algo que me ha quitado el sueño muchas, muchas noches. Tengo la costumbre de hacer novelas corales, con muchos personajes, y en este caso, con Quién, no ha habido excepción.
Exacto. Y eso ha sido lo laborioso, porque tenía que conseguir que las cuatro fueran absolutamente diferentes para el lector, sobre todo desde el punto de vista de la personalidad. No podía permitir que las cuatro mujeres de la novela, precisamente por tener en común la belleza, se parecieran en algo en cuanto a su carácter, con la consecuente confusión para el lector.
Utilizar el lenguaje periodístico, que es muy distinto al lenguaje literario, y si bien no predomina en la historia, sí que aparece en determinados capítulos. Eso me ha resultado especialmente complicado de abordar.
"Me limito a narrar los hechos, pero no hay nada de mí en la historia"
Tomo prestados rasgos diferentes de personas que conozco, e incluso con nombres y apellidos, aunque luego no tienen nada que ver con ellos.
Sin duda. La gente puede creer que no es así, pero sí. Yo que conozco muy bien los dos sitios, veo que las reacciones de las que hablábamos antes son también muy distintas. Además del acento, por supuesto está el vocabulario, los localismos, e incluso la manera de hablar entre unos y otros. Esto, que podía parecer una dificultad añadida en la novela, para mí no lo ha sido porque son lugares que conozco a la perfección.
Nada. Me limito a narrar los hechos, pero no hay nada de mí en ella.
Porque es una historia que entretiene, que engancha desde la primera página. Amigos que ya han podido leerla me dicen que tiene un ritmo muy cinematográfico, que se lee como si fueran tres o cuatro capítulos de una serie de Netflix.