Un tiempo pasado no tan lejano
El jerezano Juan Carlos León (1970), ha escrito hasta la fecha dos novelas: Nada nos puede ir mal (West Indie, 2021) y La noche de San Juan, bajo el mismo sello. Nos habla Juan Carlos en su segunda obra de un tiempo (no tan lejano) en el que los chavales jugaban al fútbol en un descampado; esos solares que hoy crecen por doquier pero que enseguida se cercan con una valla y un cartel grandilocuente de lo que ahí se va a construir, y que, en muchos casos, durante meses o años, es un vivero de jaramagos, malas hierbas y basura. Pues ahí se jugaba con porterías improvisadas. Y ahí se peleaba uno con el rival, pero no siempre en la disputa por un balón, sino a cosquis, hasta que alguien con vocación de casco azul de la ONU separaba a los contendientes. También esos campos, en esos barrios, se conocía el amor y se forjaban las mejores amistades. Corrían los años 80 y no había móviles, ni internet. Solo la vida, las vacaciones o al menos los fines de semana para jugar y darse unos mamporros si la cosa terciaba mal. Eran otros tiempos. Peor como dice León al principio de este charla: "Ni mejores ni peores".
El escritor nacido en Jerez, informático y también músico, hace un recorrido por esa época de los 80, cuando Miguel Ríos giraba por toda España con su Rock & Ríos y habia una Democracia que aún andaba medio en pañales.
La Noche de San Juan habla de esa adolescencia formada al abrigo de nuevas urbanizaciones, los años 80, de campos de fútbol improvisados y de amigos y pandillas. ¿Hoy en día los adolescentes se mueven en un entorno parecido?
Yo lo dudo. No es mejor ni peor. Pero yo no veo a los chavales jugando al fútbol en un descampado, con las porterías hechas con un montoncito de piedras, buscándose la vida. Ahora hay muchas pistas con su césped artificial; los niños con sus equipaciones. Los padres llevando a los hijos a los partidos los sábados. Es que ha cambiado mucho con respecto a lo que se cuenta en mi novela.
Hay añoranza. No hay dolor como les pasa a otros escritores cuando vuelven a su pasado. Un poco de nostalgia, pero con agradecimiento a lo que uno ha vivido.
"En mi novela no hay dolor por la añoranza"
No, eso no ha cambiado. En la novela hablo de la integridad que se tiene a esa edad, lo bonito que es hacer amigos, correr aventuras. Creo que eso no se ha perdido. Aunque las cosas han cambiado mucho a nuestro alrededor, los sentimientos de amistad, lealtad, o la diversión permanecen.
No quiero ni pensarlo. Antes, de niño, te revolcabas con alguien por el suelo, te pegabas, te separaban y al día siguiente éramos amigos. Incluso las peleas con piedras. Eso ya no es posible.
Nos tirábamos piedras pero a la cabeza. Hombre, yo reconozco que era una brutalidad, pero nosotros lo veíamos con naturalidad. Incluso venían pandillas que no conocíamos y decíamos "¡gitanos, gitanos!", que no tenían por qué serlo para nada, pero lo primero que hacíamos era buscar piedras. Venían con otros pelos, o más morenos. Y si saltaban la valla del colegio ya era para echarse a temblar.
Sobre todo de mi entorno. Pero también para aquel chaval que tuviera por esa época 13 ó 14 años. Son los vecinos, los compañeros del equipo de fútbol, rivales. Todo eso al final forma parte del universo en el que vas creciendo.
"Quizá el chaval de ahora que lea el libro valore lo que tiene o compare con lo que teníamos nosotros"
Es que ya el principio de la pregunta... Un adolescente leyendo. La lectura será en un ebook cuando salga, me imagino. Pero si sirve para valorar lo que tienen ahora, o simplemente comparar o aprender, porque también hay mucho de aprendizaje, yo estaría encantado. Si lo lee alguien de menos de 40 años, me pondré muy contento. Pero es cierto que en la adolescencia se dan los dos extremos: están los que no leen nada, pero también están los lectores compulsivos.
Si lo comparo con el primer libro,que fue mucho más metódico, concienzudo, planificado... Ese lo empecé en un taller de escritura, con una serie de pautas, con capítulos que entregar. Este ha sido más caótico, sin un plan trazado. Sabía de lo que quería hablar, que era lo que yo conocía. Pero el libro tiene dos planos. Uno en la edad infantil o preadolescente, y después la de adulto, donde nos damos cuenta de la realidad, los problemas que acarrea la vida: tienes una vida, una hipoteca, una familia.
Sí y no. Por un lado me ciño a lo que había en el año 83, con Miguel Ríos a tope, con El rock de una noche de verano o el rock andaluz, que estaba en alza. Pero sí siempre se mencionan canciones que han estado en mi vida o son referentes.
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