Lola Montalvo, la enfermera 'bestseller': "En Sevilla sí hubo guerra. Se humilló durante años a los vencidos"

La escritora vallecana, residente en Andalucía desde hace 30 años, ha publicado 'La Fosa' (Edhasa, 2021), donde cuenta la intrahistoria de una misteriosa exhumación de Sevilla: "La represión es otra forma de guerra. Las heridas siguen abiertas"

Lola Montalvo posa para lavozdelsur.es con la novela 'La Fosa'.

Una sanitaria que cogió la pluma como antídoto ante la desidia

Lola Montalvo nació en el madrileño barrio de Vallecas, pero lleva más de 30 años viviendo en Andalucía y ya se siente (casi) hija adoptiva de Sevilla. "Empecé a escribir mayor, siempre he sido lectora pero no escritora", reconoce a lavozdelsur.es durante la entrevista. La enfermera empezó a escribir en una especie de reivindicación de la profesión tras una crisis por la excesiva carga de trabajo en Atención Primaria. "No podía más... empecé a escribir un relato de por qué había decidido ser enfermera y qué estaba haciendo aquí", recuerda. De aquellas reflexiones salió años más tarde Historia de una enfermera (Random House, 2017), que ganó el premio al mejor libro en el I Healthcare Creators.

El descubrimiento de esta afición —y trabajo—, vino acompañado de su interés por la historia que llevó a licenciarse por Geografía e Historia en la UNED, como atestigua su segunda obra Sanatio (Goodbooks, 2017) y el más reciente, La Fosa (Edhasa, 2021), objeto de esta entrevista. Alejada de los círculos habituales que caracterizan el cursus honorum de los novelistas convencionales, Lola se hizo un hueco en el mundo de la literatura por necesidad personal. Ahora, estudios de Lengua de Signos mediante, compatibiliza la escritura y el trabajo con el sueño de doctorarse en Historia o en Enfermería. Mientras tanto, se mantiene activa en redes sociales, donde con más de 7.000 seguidores comparte su vocación.

 

1940 en un Castillejos de la Sierra ficticio de Sevilla. ¿Hasta dónde podemos contar sin hacer spoiler?

Es complicado sin hacer spoiler, claro... (Ríe). La historia comienza en ese momento en el que muchos creen que se ha acabado todo. La gente suele pensar que la guerra finalizó en 1939, pero las represalias y la represión continuaron más allá. Luego, quería ambientarla en Sevilla porque dicen que en nuestra zona no hubo guerra, pero sí que hubo. La represión es otra forma de guerra, una lucha muy desigual que es necesaria conocer y que da sentido a la memoria histórica. Hay miles de personas asesinadas de forma cruel que todavía nadie ha devuelto a sus familias.

Inspirada en hechos reales.

Me motivó el descubrimiento de determinadas fosas, pero la que más me inspiró fue la de Cazalla de la Sierra. Empecé a tirar del hilo, hice una historia en mi cabeza y me documenté para ir sabiendo más y más que lo que nos contaban en los medios de comunicación o en la tele. Las asociaciones de memoria histórica intentan explicar por qué hacen todo esto cuando le dan un hueco en los medios, pero no es fácil ya que se les acusa despectivamente de hablar de la "guerra del abuelo". Yo no tengo a nadie que muriera en la guerra en mi familia, ni me afecta personalmente esta desgracia, pero como escritora, historiadora y ciudadana me parecía necesario saber más. Cuando yo era pequeña, nada de esto se tocaba. 

"Tras la guerra, hubo una dictadura que sometió y humilló a los vencidos durante años. Es documentación pura y dura, nada de ideología"


Imagino que no es fácil de llevar a la literatura...

A mí me ha costado, he intentado escribir la novela desde la perspectiva de una escritora que lo ve desde fuera. Por eso, en la novela me he traído a dos personajes que desde Madrid intentan saber poco a poco más de lo que van investigando, descubriendo la historia tal y como la iba descubriendo yo. Una de ellas es antropóloga forense, que sí sabe un poco más porque ha excavado en otras fosas. Lo que intento es que desde otros puntos de vista, el lector me acompañe para ver cuál es la problemática, cómo se enfoca en la sociedad y qué puntos de vista hay con objeto de que el lector también tome sus conclusiones.

Cuerpos de represaliados en la fosa de Pico Reja.

En los últimos años vuelve a hablarse de desmemoria histórica. ¿Cómo ve la situación?

Como ciudadana y no escritora, no tengo a nadie perdido en mi familia, pero hay que hacer un ejercicio de empatía. Hay que ponerse en el lugar de las personas que siguen buscando a sus familiares, enterrados y asesinados a cuatro tiros de aquella manera, o muertos por tuberculosis, enfermedades o hambre. En una guerra, cualquiera de los bandos comete atrocidades, y así sucedió también en España. Sin embargo, una vez acaba la guerra quien comete las atrocidades es de una de las dos partes, que mantuvo tras el conflicto bélico una dictadura que sometió y humilló a los vencidos durante años. Intentó quitarles a sus hijos, tratarlos como esclavos, meterlos en campos de concentración, lavarles el cerebro... vas rascando y rascando, y te das cuenta de lo que sucedió. Es documentación pura y dura, nada de ideología. Te quedas sorprendido cómo puede haber pasado tantos años y que sigamos así. 

La arena política está algo revuelta. No sé si llega hasta Vallecas, el barrio obrero donde nació... 

Ahora hay tres fosas enormes, en Pico Reja, donde están saliendo trabajadores de las minas de Huelva. Las familias tienen derecho a saber dónde están sus familiares y cerrar estas heridas del pasado. Siguen abiertas. Sin embargo, durante años los vencedores sí recuperaron a las víctimas de la guerra, como a monjas o sacerdotes, que incluso han beatificado. ¿Por qué solo se recuperó la memoria de las víctimas de un lado?

En mi barrio, y parte de la gente con la que conviví en mi entorno, hay muchas familias que perdieron la guerra. Recuerdo unas jornadas sobre la guerra civil que hicimos en 1980 o 1981 a escondidas en el colegio, porque queríamos saber cómo vivieron abuelos de un bando y de otro la guerra. Prometimos a aquel profesor que no contaríamos nada. Personalmente, pensaba que cuando la democracia avanzara, esto se solucionaría y se le daría memoria a aquellas personas que están tiradas en las cunetas, pero no ha sido así. Y no es una cuestión de ideología, es una cuestión de dignidad, de democracia.

"Almudena Grandes es la más grande. Ojalá yo tuviera la quincuagésima parte de su magia"


¿Cree en la literatura como arma contra el olvido?

Por supuestísimo. De hecho, la gente lee cosa que a lo mejor por su ideología no haría. Hay escritores de marcada ideología, de uno y otro lado, que se leen de forma transversal. Por eso creo que la literatura es una oportunidad para generar la curiosidad de querer saber más y de preguntarse cosas. Es la magia de los libros: descubrir historias fascinantes aunque de entrada no te lo esperes. Como lectora, y no como escritora, creo que la literatura puede hacer mucho. Para mí, la más grande en eso es Almudena Grandes, que ha tocado este tema (la memoria histórica) maravillosamente bien sin pudor alguno. Y estoy seguro que a ella la han leído personas de una forma transversal...

Aunque algunos no quieran reconocerlo, e impidan su nombramiento como Hija Predilecta...

Esa es la cuestión. Los artistas son lo que producen, no lo que son políticamente. Tratar así a una persona como ella por estar posicionada políticamente me parece muy injusto. Almudena Grandes es eterna, fue una excelente escritora, escribía como pocas personas lo hacen. Siempre que la leía decía: "Yo quiero escribir como ella". Ojalá tuviera yo quincuagésima parte de esa magia, de ese toque. Siento una pena brutal por su fallecimiento, me hubiera gustado mucho conocerla para decirle lo que me ha influido tanto como lectora como escritora.

Restos encontrados en la fosa de Pico Reja en Sevilla.

Además de la violencia política, la novela refleja violencias machistas y bullying. Al final todo está imbricado en la sociedad...

He intentado que los personajes sean una justificación. Las personas tenemos múltiples facetas y, por tanto, no tenemos un solo problema sino muchos problemas. La violencia machista la plasmo y la denuncio siempre en mis novelas porque es algo cotidiano. En Historia de una enfermera lo hago porque la mayoría de sus personajes son mujeres; retrato esa situación de machismo porque también existe en el ámbito sanitario.  Personalmente, me he criado en un entorno machista. En mi familia, se intentó impedir que como chica estudiara, que estuviera impedida profesionalmente porque estudiar solo era posible para los chicos. Lo he vivido y he tenido que luchar toda mi vida contra algo que siempre ha existido pero que, por fin, se habla en la calle por la magnitud social que tiene. 

Por otro lado, quería que el protagonista fuera un niño, porque una familia en la que hay violencia machista nunca puede ser una familia sana. Cuando estudié Criminología, la violencia machista no era considerada violencia contra los niños, hoy afortunadamente sí. Un niño no va a tener un desarrollo emocional y psicológico normal si tu padre está maltratando a tu madre. Yo lo he vivido; he sentido angustia en mi casa hasta que esa persona se murió. Creo en la literatura como vía para mostrar temáticas de las que normalmente no se habla.

Hay negacionistas de todo. Además de la memoria histórica, de la violencia machista. Como enfermera, tal vez también pueda aplicarnos algún medicamento o vacuna...

Es así. Qué triste. Bueno, pienso que la educación es fundamental pero no le veo una solución drástica a corto plazo a este problema, que es casi ya un cáncer en nuestra sociedad. Lo digo con mucha pena. Afortunadamente se han conseguido muchas cosas en los últimos años, desde el Me too a otros movimientos de mujeres que han abierto una brecha en la sociedad. Pero el problema de la violencia de género es algo que debe ser solucionado por todos, y ello debe pasar por una educación, que también se separe de ciertos sectores como el religioso. Debe educarse en igualdad, en respeto, en empatía, en un factor positivo de convivencia donde pudieramos solventar esto. Y que se sumen más hombres, que tienen miedo a la palabra feminista. Hay que luchar contra este machismo estructural. 

¿Cree que una historia como la de La Fosa puede volver a repetirse?

Ahora mismo está pasando. Por ejemplo, en Ucrania, o en otros países de África y Asia, donde hay guerras que nos cogen lejos y parece que no existen. ¿En España? Espero que no. Lo digo con el corazón muy encogido; que hayamos pasado esta etapa y que hayamos aprendido a que las ideas políticas deben estar en los parlamentos y en las plazas públicas. Aunque opinemos de forma diametralmente distinta, siempre hay que intentar plasmar lo que pensamos con el diálogo. Pero claro, hay ideologías que son difíciles de respetar: aquellas que lanzan al odio y al rechazo de las personas. Aun así, tienen que tener cabida en una sociedad democrática. Es muy complicado.

Un libro que esté leyendo...

No me gusta recomendar, pero ahora estoy leyendo Lordemano, de José Zoilo, una historia de vikingos en la Edad Media. También Resurrecta, de Vic Echegoyen, ambos premiados en el Premio de Novela Histórica Ciudad de Cartagena. Luego, me gustan mucho Mar Cantero y Nieves Muñoz, que también es enfermera y acaba de sacar una novela. Pero ya paro, que no me gusta recomendar y ya he recomendado... (Ríe).