El tiempo, siempre el tiempo
Manuel García Campos (Jerez,1967) es un escritor directo, sencillo y que transmite con pasmosa facilidad la dureza de las condiciones de vida en la India, país que conoce, y que ha visitado en numerosas ocasiones. Ha publicado, tras su primera novela, La luz que buscas... es la que te sigue (Círculo Rojo, 2020), una segunda: Vishnu (Europa Ediciones, 2022).
Hombre que cuenta sus cosas, no solo con la experiencia vital, sino con la templaza que le da la madurez y las experiencias que ha tenido, sobre todo en los últimos años. Pero Manuel siempre cuenta con el tiempo; con ese reloj que anda despacio, pero donde deposita la fe de que sus heridas más recientes sanen: ora con la espiritualidad, ora con su obra literaria; una confesión abierta y no exenta de crudeza que Campos sabe describir con doloroso acierto.
Indudablemente, el pueblo hindú ya nace con una conexión muy especial con la espiritualidad. El mensaje de grandes maestros perduró en el tiempo y fueron transmitidos de generación en generación a través de los siglos. Si ser espiritual significa ser consciente de quién eres, autoconocerte, conectarte con tu yo interior, aceptar tus luces, tus sombras y los acontecimientos de tu vida, comprendiendo que todo lo que ocurre es lo único que podía ocurrir, queriéndote a ti mismo en primer lugar y luego manifestarlo a los demás a través del amor... Sin duda, todo el que lo perciba así, tiene ya mucho en común con la forma de sentir la espiritualidad en la India.
Pero creo que con una diferencia: en la mayoría de nuestros casos y en el mío propio, despertamos a la espiritualidad a raíz de un acontecimiento traumático. Yo vivo la espiritualidad de una forma muy personal, algunas veces es muy difícil aplicarla a tu día a día, y encontrar el equilibrio en todos los sentidos. Nadie nos enseña en el colegio educación emocional, como no permitir que el inevitable dolor que tarde o temprano todos vamos a sentir, se convierta en un sufrimiento continuo. La espiritualidad te ofrece herramientas de sanación que ellos utilizan desde niños. Por eso cuando viajas y puedes ver sus caras sonrientes a pesar de no tener nada, te das cuenta de todo lo que nos aleja de nosotros mismos del mundo material en el que vivimos. El miedo... ¿Quién puede tener miedo a perder algo que nunca tuvo?
Por regla general, todo europeo que viaja por primera vez a la India está mínimamente preparado para lo que sus ojos van a ver. Otros quizás prometan no volver... Pareces estar en otro mundo, donde se hace evidente la pobreza y desigualdad entre sus habitantes. Resulta muy duro ver a niños casi desnudos pidiendo limosna en los semáforos o en la puerta de los restaurantes. Las mujeres siempre caminan por detrás del hombre. Cuando enciendes el televisior del hotel y ves los anuncios del Gobierno concienciando a la población de la realidad de la violencia de género, tomas conciencia de que la India está posicionada en los más altos índices de muertes por malos tratos hacia la mujer del mundo. Pero la India es mucho más: es espiritualidad, una explosión de sensaciones, de colores y de olores bajo un tráfico incesante con el estridente ruido de las bocinas. Ves autobuses y camionetas repletos de gente. Las personas son muy hospitalarias y sientes que viven su día a día, quizás en muchos casos, bajo una sonrisa adquirida de serie al nacer, a pesar de poder estar pasando por malos momentos. Las chabolas debajo de los puentes contrastan con grandiosos monumentos muy antiguos y modernos edificios. La vida en las calles de la India bulle con una sorprendente intensidad desde el amanecer, todo ello bajo un asfixiante calor que te hace sudar de inmediato. Fueron mis sensaciones, pero solo puedo hablar de lo que vi. La India es todo un continente y, como digo, es mucho más de lo que tus ojos pueden percibir. Queda mucho por descubrir.
"La India es mucho más: es espiritualidad, una explosión de sensaciones"
Vishnu es una historia de ficción, pero con un transfondo muy real como es la explotación infantil en la India. Todo ello a través de los ojos de un niño de trece años y de su lucha por reencontrarse con su hermana y con su madre. A lo largo de sus casi 500 páginas intento trasladar al lector las duras condiciones de vida que tienen que soportar estas familias por el solo hecho de nacer dentro de una casta inferior. Lo que supone nacer mujer y pobre en los lugares más recónditos del país, la diferencia de castas, sus costumbres ancestrales, incomprensibles algunas en los tiempos que vivimos. En la vida de sus protagonistas aparecen personas malvadas, pero otras de buen corazón, diferenciando claramente el bien del mal. Sobre todo intento reflejar el instinto de superación de este incansable niño, a pesar de que su vida queda marcada por la maldad humana, pero con un inevitable mensaje de esperanza palpable en cada una de sus páginas.
Para mí, escribir la Luz que buscas... es la que te sigue significó una herramienta de sanación y de autoconocimiento. Fue desgarrador revivir tan dolorosos momentos, pero fue algo que tenía que hacer, homenajear a la mujer que compartió mi vida durante 30 años y que significó tanto para mí; necesitaba expresarlo. El Taj Mahal fue edificado en recuerdo de un gran amor, yo escribí un libro. Supuso un punto de inflexión en mi vida, una herida que después de casi cinco años, aún no siento que cicatrizó del todo. "La herida es el sitio por donde entra la luz", dicen. Es algo que todos deberíamos de intentar para abrirnos de nuevo a lo que la vida nos ha de traer. Pero en mi caso, sobre todo, supuso también descubrir mi vocación por escribir y por transmitir. Descubrí que es lo que más feliz me hace.
Se puede decir que la liberación, si se le puede llamar de esa forma, la sentí al escribir mi primer libro. Escribir Vishnu me ha hecho revivir momentos y sensaciones que sentí en mis viajes, mi propia experiencia trasladada a sus personajes. En verdad Vishnu contiene muchas partes de mí y de mi forma de percibir la vida y la literatura. Sé que la literatura india cuenta con muchos seguidores, hablar sobre estos temas surgió en mí de un modo natural, pues me une a la India un estrecho y bonito vínculo. Desconozco aún el resultado que pueda tener entre mis lectores, es algo que no sabremos hasta dentro de unos meses. Ellos son los que tendrán que juzgar mi obra, pero el hecho de que, en opinión de mi editorial puede ser una novela muy leída, es un dato muy positivo. Para ello se requiere paciencia y mucho trabajo, cuento con su apoyo.
"Vishnu contiene muchas partes de mí y de mi forma de percibir la vida y la literatura"
Lógicamente, no se puede gustar a todo el mundo. Las críticas vinieron sobre todo de quien no supo entender el sentido de este libro, pero ellos permanecen donde decidieron estar, curiosamente sin haberlo leído. Pero, sin duda, para la gran mayoría de los que tuvieron la oportunidad de leerlo, supuso una historia donde se sintieron identificados; les ha ayudado de una o de otra forma. Las críticas son muy positivas y así me lo transmiten.
Me sirvió en su día. Utilicé el medio del que disponía en esos momentos. Ahora he descubierto otra herramienta de transmisión de sentimientos como es la literatura. Hubo un tiempo en que necesitaba expulsar todo lo que sentía, a riesgo de no ser comprendido por muchos. Hablaba de mí y confrontaba todo lo que aprendía públicamente. Encontré a muchos seguidores que se sentían identificados conmigo de una o de otra forma. El transmitir en las redes es algo que se ha espaciado en el tiempo bastante, pero no descarto retomarlo cualquier día.
Es algo que tengo pendiente, hace nueve años que no regreso. Es uno de mis sueños y mantengo el contacto con muchos amigos que tengo en la India. Mi propósito es seguir escribiendo, pero no necesariamente de la India, tengo algunas ideas que ya van tomando forma lentamente.
Comentarios