El lenguaje universal del teatro
María Duarte (Jerez, 1976) no entró en el mundo del teatro por casualidad. Desde adolescente tuvo muy claro que quería ser actriz. Sus padres se opusieron y le pidieron a María que estudiara algo "normal". Ella no lo vio con malos ojos, pero seguía teniendo muy claro cuál era su destino, o al menos la senda que tenía que tomar. Y no se equivocó. Más de tres décadas sobre las tablas así lo certifican. Fundadora de la compañía Tras el Trapo en 1998, Duarte ha recorrido toda España, de escenario en escenario. También con La Zaranda, dentro la obra Homenaje a los malditos (2005).
A través del lenguaje universal del teatro, de lo gestual, lo dramático o lo comediante, María trabaja con niños y niñas con el teatro como herramienta multifuncional, potenciando valores, enseñando cómo canalizar emociones y hacer de lo actoral un camino de conocimiento para los alumnos a los que enseña.
Sirve como terapia. Yo todo lo que trabajo es a través del teatro. Con el teatro puedes trabajar muchas cosas a la vez: la timidez, la expresión oral, la memoria, los silencios, la empatía. Puedes trabajar métodos de conducta, que los niños sepan identificar las diferentes emociones. A través del teatro se pueden sacar las diferentes emociones según convenga: la tristeza, la alegría, la sorpresa. Ahora miedo, terror, enfado. Todas las herramientas que tiene el teatro te sirven para trabajar.
Funciona mucho el trabajo en grupo. Pero claro, cuando trabajas en grupo hay que entender que cada persona o cada niño es diferente. Yo, por ejemplo, tengo niños de distintas edades, y cada uno con su personalidad. ¿Qué ocurre? Cuando están en grupo se ayudan entre ellos.
Los niños con los que yo trabajo son para mí especiales. No significa que tengan una discapacidad o un síndorme. Lo que pasa es que siempre que estoy trabajando hay un niño que es hiperactivo, otros con altas capacidades... O al contrario, que les cuesta más trabajo hacer las cosas. Pero distingo entre los grupos de teatro sin niños especiales, vamos a decir, que es el que yo trabajo rutinariamente, a las veces concretas que he tenido que trabajar con niños con capacidades educativas especiales. Eso es más complejo. ¿Por qué? Yo trabajé para un centro específico, La Merced. Estamos hablando de patologías severas. Ahi el teatro se usa para que el niño símplemente aprenda a soplar. Cosas muy básicas. Empiezas a trabajar con pompas de jabón, por ejemplo, pero todo llevado al juego. El teatro, la parte positiva que tiene, es el juego. Aprenden cosas con la diversión, pero a través del juego.
"Para mí todos los niños son especiales"
Cuando son centro específicos estamos hablando de cosas más concretas. Depende de con quién estés trabajando. Se trata de conocer a cada niño. Esa dinámica se repite tanto para centros específicos como para el resto. Al final trabajas casi siempre de forma grupal porque se ayudan, se retroalimentan. Pero también es muy beneficioso que, de vez en cuando, se haga de forma individual, porque de esa forma puedo ver en qué destacan y también saber en qué cosas tienes que trabajar con ellos. Hay niños muy extrovertidos que te pueden acaparar si tú les dejas. Con ese niño lo que tienes que trabajar es la escucha. Ahí tienes que estar con él para que sepa escuchar a los compañeros. Otras veces pasa al revés, chavales introvertidos a los que hay que potenciarles que sean extrovertidos, que pierdan la vergüenza, que no piensen en lo que piensen los demás de él. Todo ese tipo de valores se potencian.
Yo siempre se lo digo a las madres: no pretendo eso. ¿Que de los 15 o 16 niños que tengo me salen dos actores o dos actrices? Pues perfecto. Pero que no es ese el objetivo de mi trabajo.
La vocación mía primera fue la de actriz. Eso lo tuve clarísimo, desde adolescente. De niña lo tendría en la intuición, pero a esa edad una no es consciente. Pero todo lo relacionado con el arte me ha llamado la atención siempre. A los 16 años encontré un taller que impartían en la Casa de la Juventud y frené en seco cuando vi el cartel de "Teatro". Ahí fue donde empezó todo.
Yo quería estudiar teatro, Arte Dramático. Pero en fin, mis padres me persuadieron para que estudiara una cosa "normal". Tampoco era tan mala idea, y yo de todas formas tenía claro y decidido que luego iba a hacer teatro. De Magisterio tomé la rama de Educación Especial, siempre me ha parecido interesante. Siempre me ha llamado también la atención la gente diferente. Terminé la carrera pero tengo que decir que nunca he ejercido. Cuando acabé la carrera me llamaron los compañeros que conocí en el taller de teatro, en la Casa de la Juventud. Me dijeron: "María, que vamos a montar una compañía de teatro". Y les dije que me esperaran, que iba para allá.
"Siempre me ha llamado la atención la gente diferente"
27 o 28 años hace ya de eso.
Éramos jóvenes y valientes. Nos quedaba mucho por aprender, pero teníamos la osadía de la gente joven y nos metíamos en todo lo que había. Sabíamos que se aprendia por ensayo y error. Lo cogíamos todo: talleres infantiles para los colegios, pasacalles, obras de teatro. Nos metimos en embolaos grandes, como las cabalgatas y todo eso. Sobre todo recuerdo el sentimiento de aprendizaje, de ilusión, de aventura.
Sí. Pero hay muchas cosas que te van minando, en el sentido de cómo funciona la sociedad, ya lo sabemos. Uno tiene que vivir, que comer, que ganar dinero de su trabajo. Eso requiere enfrentarte. Como en todas las profesiones, el mundo del teatro es complicado. Tienes que meterte en circuitos, tienes que tener contactos. Esa parte es la que a todos los artistas nos quema. Los artistas, por regla general, somos muy malos para vendernos. Somos también muy malos empresarios. En cuanto a la ilusión, en la parte que tiene que ver con subirte al escenario o compartir la gente los talleres... Todo lo que tiene que ver con eso, me considero una niña chica.
Hacer las mismas cosas consecutivas que no tienen que ver con nada de lo que a ti te mueve. Quiero decir que, a veces, porque necesitas comer de esto, haces cosas que están relacionadas con tu mundo teatral, pero es un guión malo. Aun así, creo que los actores tenemos siempre ese punto de querer sacarle brillo a las cosas. Cuando actúas, tienes que hacer cosas que nazcan de tu manera de ver el teatro, y, sobre todo, que encaje contigo. El teatro que me gusta hacer es mi tesoro.