"Alcanzar un objetivo no significa llegar a la meta"
Raúl Rosillo (Algeciras, 1986) se considera una persona sensible y curiosa que siempre ha estado ligada al mundo audiovisual. De pequeño estuvo cerca de grandes nombres dentro de la provincia de Cádiz que le inculcaron valores y un gran amor por este mundillo. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas en Sevilla y comenzó desde muy pronto a foguearse en en el sector publicitario no solo en España, sino también en Argentina y Reino Unido, llegando a ser director creativo de una multinacional en Estados Unidos, pero no se sentía del todo lleno.
Fue entonces cuando, en 2021, tuvo la oportunidad de acercarse al mundo del cine, su gran pasión. No desaprovechó esta oportunidad y comenzó a trabajar como director de cine aplicando todo lo que había aprendido en sus anteriores etapas vitales. Ahora ha podido dirigir su primera obra, que cuenta la vida de montaña rusa del artista flamenco Antonio Canales. La presentación de este documental, Antonio Canales, bailaor, en el Festival de Cine Europeo de Sevilla ha sido un auténtico éxito y una experiencia que no va a olvidar jamás.
Me viene desde que era pequeño. Mi abuelo era pintor, en su taller pasé mucho tiempo, hasta aprendí a fabricar mis propios juguetes, y la madre de uno de mis mejores amigos era la galerista Magda Beloti. Gracias a ellos estuve muy ligado tanto a la parte plástica como al arte contemporáneo y me influyeron muchísimo. Además me considero una persona muy sensible, algo que me ha ayudado desde siempre a transmitir emociones.
Al principio no. Yo estudié Publicidad y Relaciones Públicas en la Facultad de Comunicación de Sevilla. No era exactamente mi ámbito y, aunque ya lo tenía de niño, empecé a despertar mi inquietud cuando me mudé a Buenos Aires al tercer año de carrera. Ahí me liberé definitivamente, artística y hasta sexualmente además de hacer un máster en la Escuela Underground de Creatividad. Ya llevaba un tiempo bastante ligado a la cámara y desde este momento empezó a reflejarse porque comencé a aceptarme a mí mismo como artista.
En parte sí. En Londres estuve trabajando de fotógrafo, en España hice fashion films y vídeos... hasta que llegó el dueño de AIRE Ancient Baths y me propuso en 2013 hacer un vídeo para ellos. Eso me ayudó a comenzar a trabajar con ellos y crear el branding de la marca. En aquel entonces estaban en pleno crecimiento y llegué a ser su director creativo. Era un cargo potente pero realmente no sentía que me llenara y no me veía casado eternamente con una empresa. Es cierto que alcancé un objetivo, pero eso no siempre significa que llegue a la meta. En aquella época me dedicaba a grabar mis videoclips en los ratos libres que tenía pero lógicamente no tenía tiempo para dedicarme a ello como me gustaría. Hasta que me atreví a dar el paso y dejarlo todo para centrarme en mi auténtica pasión.
"Estoy ante uno de los cambios más grandes de mi vida pero ahora siento que estoy siguiendo el camino que me había marcado"
Mucho. Durante la pandemia pude reflexionar y darme cuenta de que necesitaba salir de ahí y en 2021 lo conseguí. Estoy ante uno de los cambios más grandes de mi vida pero ahora siento que estoy siguiendo el camino que me había marcado y además está teniendo resultados positivos.
Pasado el tiempo miro atrás y me planteo si podía haberme dedicado antes al cine, pero también valoro positivamente lo que he aprendido en todo este tiempo. Por ejemplo, el hecho de haber trabajado en diferentes sectores me ha permitido enriquecerme como artista y trasladar lo que he aprendido en otros ámbitos. Algo muy curioso que he observado es que una vez he llegado al mundo del cine como director, algo que poca gente puede decir, por mi experiencia previa soy capaz de dirigir a grandes equipos de 200 personas, de entender los problemas que pueden haber porque he maquillado, he puesto cables... haberme fogueado en estos ámbitos hace que sepa gestionar lo emocional y lo no emocional en un set de rodaje.
En absoluto. Es muy complejo, se manejan muchísimas emociones y saber gestionarlas no es para nada sencillo. Que un actor haga un buen papel requiere años de experiencia, una preparación previa muy grande y un control sobre sus emociones bestial. Esa creencia absurda de que cualquier persona puede ponerse delante de una cámara es muy dañina para esta profesión y desgraciadamente está muy extendida. Ni se nos respeta ni se nos valora y así nos va, especialmente en nuestro país.
Vivimos en un país que todavía es muy conservador en materia de publicidad y, sobre todo, de cine. Nuestra propia cultura hace que lo valoremos por debajo del nivel que realmente tiene. En Estados Unidos existe Hollywood, que es una Meca para los artistas, y mientras aquí tenemos a una profesional tan grande como Ana de Armas que ha tenido que cruzar el charco para grabar su primera gran producción como protagonista porque aquí no le salía nada. Siguen pasando los años y no valoramos el talento que tenemos. Es una pena que este país que tiene una historia del arte tan rica y variada y que ha sido máximo exponente cultural en el mundo mantenga un ego cutre que le impide ensalzar el talento que tienen.
"Tenemos profesionales como Ana de Armas que tienen que irse al extranjero para triunfar"
Afortunadamente, sí. Poco a poco se está viendo un cambio en las dinámicas de producción, en los temas que se tratan y cómo se tratan y creo que las nuevas plataformas digitales están ayudando a ello. Han venido para quedarse y las nuevas generaciones tiene el poder y la intención de cambiar la forma de concebirlo.
Para nada. No entiendo por qué pero tenemos la costumbre de infravalorarnos en todos los ámbitos. Basta con ver el ejemplo de la sanidad. Nos faltan médicos pero aquí tenemos grandísimos profesionales y en vez de darles empleos dignos en nuestros hospitales los exportamos el extranjero.
Me lo propuso la empresa Womak. Es un híbrido en el que cuento su historia que a la vez está narrando él mismo. El hecho de presentarlo en Sevilla tiene un doble valor especial porque él es de Sevilla y porque la mayoría de los espectáculos los hemos grabado en la ciudad. No hemos tocado temas banales, hemos hablado de su gran obra, Torero, de su esencia y de su vida. Tiene un gran peso testimonial porque aparece mucha gente hablando de él y no se cierra del todo porque él sigue vivo, tiene 60 años y creo que aún nos quedan muchas cosas por ver. Es un homenaje en toda regla en el que también tiene un espacio muy importante su madre por todo lo que ha luchado y la libertad que le dejó para ser lo que es. El hecho de que haya podido venir, además, le ha dado un toque más emocional si cabe
Ha sido una maravilla. Para mí es un orgullo haber podido volver a la ciudad donde comencé a formarme, encima a un escenario como el Teatro Lope de Vega que impone y te encoge el corazón, para presentar este documental que hemos realizado con tanto esfuerzo y cariño y ver que a la gente le ha gustado. También debo agradecer a la organización lo bien que lo han llevado todo, demostrando el nivel tan bueno de eventos que tenemos en este país y las personas tan competentes que se dedican a esto.
Reconozco que me ha sorprendido recibir mensajes de tantas personas que me han escrito por redes sociales diciendo que me seguían desde hacía tiempo y que estaban muy felices de ver hasta dónde había llegado. Al final en este mundo las cosas no suceden de la noche a la mañana, esto es una carrera de fondo y tardas mucho en ir alcanzando tus metas. Nadie me ha regalado nada, si estoy aquí es porque me lo he trabajado y tengo claro que voy a seguir esta línea.