Dolor y letras
"Emotiva, provocativa, sensible", con este cóctel presenta la editorial Con M de Mujer a la autora de Tu reflejo en un papel, Vanessa Belizón (Cádiz,1982), una escritora que mezcla con facilidad y acierto la ficción y la realidad, y donde la mujer aparece con papel preponderante. Vanessa nos traslada a otros tiempos, nos enseña que no es malo dejarse devorar por el arte, y que ese mundo rico que es la cultura no debe de ninguna manera dejar de lado a la mujer, a su obra y a su influencia.
La escritora, columnista de lavozdelsur.es, tiene, además de la complicada tarea que supone escribir, la dolorosa carga de una enfermedad con la que convive: la esclerosis múltiple. Un mal no siempre visible, y que afecta a la vida diaria de quien padece este problema de salud; desde tomar el asiento en un transporte público a hacer algo tan sencillo como caminar.
(Risas). Lo de provocativa solo en la literatura. Creo que cuando escribimos nos cuesta menos trabajo que cuando lo hacemos verbalmente. Yo, por lo menos con la escritura, suelo dejar y mostrar más de lo que suelo hacerlo en el día a día.
Depende de lo que seas capaz. Hay personas que a lo mejor escriben para lo contrario de lo que he dicho antes, porque no escriben con valentía. Para llegar a las personas hay que escribir sin miedo, sin velos, sin tapujos. A veces es difícil, pero hay que intentarlo.
Cuando empecé a escribir la novela tenía claro el mensaje que quería dar, pero tampoco sabía muy bien cómo lo iba a enfocar. Realmente, cuando me puse delante del teclado, me preguntaba cómo podía encarar estas dos situaciones tan diferentes en una misma trama, en una misma historia que estuviera entrelazada. A mí me gusta mucho el arte, la cultura. los museos, y pensé que, a lo mejor, de una obra de arte, que es algo que perdura a lo largo del tiempo, si se cuida, podía unir esos dos mundos, esas dos épocas en definitiva.
Pues fue realmente como una herramienta. He visitado Cádiz muchas veces, zonas que aparecen en la novela. Visité por primera vez la capilla de la Santa Cueva. Yo desconocía que estaban las pinturas de Goya. No encontramos ahí la pintura que aparece en la novela, pero estaba relacionado, porque Goya era amigo del personaje al que retrató. Se alojó en su casa, fue un gran empresario, un magnífico coleccionista de obras de arte, por eso tenía tanta amistas con el pintor. A raíz de ahí investigué, tiré del hilo.
No sé si lo he conseguido, pero lo he intentado por todos los medios, ese era uno de mis objetivos, de lo que me he ido nutriendo. Disfrutando de alguna forma. Y también de forma accesible. Estoy hablando de Cádiz, que es una ciudad accesible a todo el mundo, no te tienes que ir de España, ni hacerte un viaje de 20 horas en avión. He intentado hacer ver eso, que aquí hay muchas oportunidades de ver cosas, como en cualquier otra ciudad. En todas partes hay un legado, la marca de un tiempo vivido. Los artistas representan y viven el tiempo en que estuvieron. Y sí, el arte debe ser accesible a todos.
"Los artistas representan el tiempo en que vivieron"
Creo que en ese aspecto no hemos avanzado mucho. Sí que por supuesto hay mujeres que están ahí, que luchan. Por ejemplo Helena, la restauradora que aparece en mi novela, que cumple su sueño de ser lo que se propuso y trabajar además en un sitio importante. Pero por otro lado hay muchas mujeres que siguen luchando por estar en la primera línea del arte, pero me da la sensación de que se le ponen muchas trabas y se le pone todo muy cuesta arriba. Y que incluso vas, por ejemplo. al Museo de El Prado y ves: "Mujeres pintoras". Y hay dos o tres. Con todas las que hay en la historia. ¿Y por qué hay una sección de mujeres pintoras? ¿Porque no pueden estar con el resto de pintores?
Mi novela está ahí por un acto de superación conmigo misma. Las gente me pregunta cuánto tiempo tardé en escribir el libro. Realmente tardé entre tres y cuatro años. Para mí son muchos, pero tuve que parar. No me encontraba bien ni física ni psíquicamente. Estaba de bajón, como se suele decir. Pero un día me planteé que tenía que seguir. ¿Cuándo lo retomé? Cuando empezó la pandemia por el Covid. Yo soy una persona autoinmune, de alto riesgo, y lógicamente no podía salir a ninguna parte. Eso la gente no lo piensa, pero afecta muchísimo el estado de ánimo. Me dije que no podía hundirme y que tenía que buscar algo para mantenerme ocupada porque ni siquiera podía trabajar. Saqué del cajón el manuscrito. Pero cuando vi los cuatro o cinco capítulos que tenía escritos, no dudé y los partí. No tenía nada que ver con lo que quería escribir en ese momento.
Sí. Inevitablemente. Además es que escuchabas las noticias, veías cosas, y lógicamente me preocupaba por mi estado de salud. Tenía mucho miedo de todo. A las personas autoinmunes nos da miedo hasta coger una gripe. Imagínate esto, que no sabíamos lo que era. Sí, a veces me costaba mucho concentrarme, pero era terapéutico. Disfruté mucho. Todo estaba limitado para las consultas y la documentación, pero el Archivo Histórico de Cádiz se portó muy bien conmigo y me contestaba enseguida a mis consultas. Lo pasé bien escribiendo, pero en el proceso de documentación también lo disfruté.
"A las personas auto inmunes nos da miedo hasta coger una gripe"
A mí cualquiera que me vea no puede saber que padezco una enfermedad, pero yo tengo una discapacidad reconocida del 33%. Tengo dificultades sensitivas con las manos y demás, a pesar de que escribo. También tengo cansancio, fatiga crónica. Yo tampoco voy diciendo que estoy enferma. Pero tú lo cuentas a alguien y te dice: "Pero tú estás bien, ¿no?". Y te quedas pensando... ¿Cómo explico yo cómo me siento para que pueda comprenderlo? Yo me voy a la calle a andar, pero a los 20 minutos me tengo que parar porque me canso. O viajar, que lo hago, porque me encanta. Me tengo que buscar un hotel céntrico o con una boca de metro cerca para poder ir al hotel a descansar. Todo eso me limita. Pero claro, cuelgas una foto en las redes sociales, aquí y allí, y te da hasta apuro, porque la gente puede pensar que estoy estupendamente. Pero mira, es que tengo derecho a viajar, no me voy a quedar en mi casa, tumbada en la cama.