"He tardado mucho, es la primera vez que vengo", confiesa Antonio Maestre cuando se le pregunta por su estancia en Cádiz. A la ciudad llega para presentar su libro Franquismo S.A. (Akal, 2019), en el que ofrece un detallado registro de grandes empresas españolas que se enriquecieron gracias al franquismo y cuyos herederos siguen disfrutando de privilegios derivados de esa época, que siguen ocupando cargos de responsabilidad en consejos de administración, fundaciones o Administraciones públicas sin que se les haya exigido una compensación por el origen de sus fortunas.
La Casa de Iberoamérica es el lugar elegido para la presentación del libro de Antonio Maestre (Getafe, 1979) en la capital gaditana, un acto enmarcado dentro de las VI Jornadas Memorialistas de Abril organizadas por el Ayuntamiento de Cádiz. El periodista, documentalista de formación, que colabora con medios como La Marea, eldiario.es, y en tertulias de La Sexta, Telemadrid o Radio Euskadi, echa un último vistazo a su móvil antes de atender a lavozdelsur.es, minutos antes de la presentación de Franquismo S.A.
En el banco de un patio del centro cultural se produce la entrevista. Maestre, que viste enteramente de negro —incluida la mascarilla—, luce varios tatuajes. En el brazo izquierdo, la frase “¡Muerte al fascismo, libertad al pueblo!”, pronunciada por el partisano croata Stjepan Filipović poco antes de ser ejecutado por la Guardia Estatal Serbia. En el derecho, una parte del Guernica de Picasso. Criado en Fuenlabrada, una ciudad del cinturón rojo de Madrid, Maestre es conocido por decir siempre lo que piensa, sin importarle las críticas, a las que está acostumbrado. En esta entrevista tampoco se muerde la lengua...
"Ha habido pocas presiones, pero cuando las ha habido las he incluido en el libro para se les quiten las ganas de volver a intentarlo"
¿Ha recibido alguna presión para intentar que no se publicara el libro?
No he tenido presiones como tal, pero sí es verdad que lo escribí, y luego busqué editorial, y hubo grandes editoriales que no lo querían por lo que trataba, pero que han venido a buscarme después cuando vieron las ventas. Sí es cierto que hubo presiones por parte de una de las familias que aparecen, que pidió que rectificara unas declaraciones realizadas en La Sexta, no en el libro, pero sí sobre lo que trataba el libro. Eso fue previo a la publicación y lo que hice fue narrar en el libro todas esas presiones que sufrí por parte de esa familia, incluyendo un correo electrónico que mandó a mis jefes para que rectificase. Ha habido pocas presiones, pero cuando las ha habido las he incluido en el libro para se les quiten las ganas de volver a intentarlo.
No está dispuesto a ceder a presiones...
Todos tenemos limitaciones, lógicamente, a la hora de ejercer nuestro trabajo. En el periodismo las tenemos, como cualquier persona en su trabajo. Un periodista tiene que saber trabajar en la franja en la que se enmarcan las líneas editoriales, pero dentro de eso no pienso permitir que cuando cuento algo, si es verdad, nadie ejerza presión porque tenga dinero o capacidad para hacerlo. Yo no voy a ceder. Me pueden hacer ceder, pero no voy a ceder yo.
El libro va por la octava edición, ¿cree que está sirviendo para abrir el debate de la reparación?
Quizás no tanto como yo deseara, porque soy bastante ambicioso en ese sentido, pero el libro ha llegado a mucha gente que no conocía el tema, porque he intentado que sea didáctico y pedagógico, y cualquier persona puede acercarse sin ser un gran conocedor de la historia de la economía del franquismo. Más allá de eso, es cierto que la nueva Ley de Memoria Democrática incluye un registro de los bienes expoliados durante el franquismo para plantear la devolución a sus legítimos propietarios. Eso está en la Ley de Memoria Democrática que quiere impulsar este Gobierno. Ya veremos hasta dónde llega y cómo llega, pero por lo menos está. No voy a ser tan atrevido de decir que ha sido gracias al libro, pero ha contribuido.
¿Habrá alguna vez reparación real por parte de las personas que se han lucrado gracias a la dictadura?
Una reparación íntegra de todos los bienes expoliados no la va a haber nunca porque no hay posibilidad de que exista una trazabilidad de los bienes. En algunos sitios la propiedad legítima está diluida en el tiempo porque hicieron todo lo posible para que el origen legítimo de la propiedad desapareciera, quemando archivos, documentación, impidiendo el acceso a esa documentación, cambiando las leyes... En algunos casos esa trazabilidad del patrimonio es imposible de lograr. Pero hay muchos otros casos en los que sí es posible. En los que esté probado es necesario iniciar ese proceso. No sé cuán profundo será, pero hay ejemplos que tienen que ver con la restitución patrimonial como la fórmula de la creación de la fundación Memoria, responsabilidad y futuro en Alemania, creada para que las empresas que se lucraron con el nazismo se adherieran de manera voluntaria e indemnizaran a las víctimas. Ese proceso concluyó en 2007 con más de 4.000 millones de euros de indemnizaciones.
¿Ve posible algo así en España?
Ahora mismo es complicado, pero hay que hacerlo. También era complicado sacar a Franco del Valle de los Caídos y se sacó. Hay cosas que se pueden hacer y que se pueden intentar. Hay mucho que hacer, mucho camino y posibilidades para poder restituir el patrimonio expoliado, que es mucho.
¿España tuvo una Transición real?
En el ámbito económico, no. Eso es un hecho. En el libro hablo de cómo los empresarios que antes del 36 dieron su apoyo al bando fascista hicieron carrera económica, mucha fortuna, y eso no se revirtió durante la Transición. Las mismas fortunas que surgieron del golpe de Estado de 1936 permanecen hoy en día. Ninguno de aquellos que hizo fortuna con la represión, con el trabajo esclavo, con la caza de republicanos a caballo como pasó en Andalucía... todos aquellos que hicieron fortuna gracias a eso luego no tuvieron que devolver prácticamente nada de lo que habían ganado con la sangre. Y eso no cambió nada durante la Transición.
"Una reparación íntegra de todos los bienes expoliados no la va a haber nunca, pero hay casos en los que sí es posible"
¿La actual Ley de Memoria Histórica es suficiente?
La Ley de Memoria Histórica de 2007 es estética, intenta reparar de manera simbólica, que está muy bien, porque la reparación simbólica importa, pero hay que ir mucho más allá. Y además tienes que ser ambicioso a la hora de implementar la Ley que tú apruebas. La Ley de Memoria Histórica prohibía los actos de exaltación franquista en el Valle de los Caídos, desde 2007 han estado prohibidos, ¿y alguien tiene conocimiento de que algún acto de exaltación franquista se haya impedido? Nunca. No ha ocurrido. Entonces, ¿de qué sirve que hagas una Ley si no haces nada para que se aplique? No sólo es poco ambiciosa, sino que no es capaz de llevar a cabo lo poco que ha planteado.
¿Existe meritocracia en este país?
Claro que existe. La meritocracia es la que tiene la clase trabajadora. La cultura del esfuerzo es la que tienen nuestros padres y nuestras madres, que han trabajado toda su vida, y lo que tienen es gracias a su esfuerzo y a su trabajo sin que nadie les haya dado absolutamente nada. Esa es la cultura del esfuerzo, pero desde luego la falsa meritocracia que implica que todos aquellos que tienen una posición de relevancia social es por su trabajo, por su esfuerzo, es una falacia de proporciones bíblicas. Si algo muestra el libro es que todo es fruto de la herencia, del crimen, de la corrupción del franquismo. Es muy paradójico que, además, muchos de esos elementos que tienen su posición social y su fortuna gracias a haber heredado a través del crimen sean los que enarbolan esa cultura del esfuerzo. Es una falacia neoliberal que está sirviendo para subyugar a la clase trabajadora sin necesidad de actuar sobre ella, simplemente actuando sobre su cerebro y para que no se organicen en sindicatos y busquen paliar su situación con las drogas, porque piensan que la culpa es suya por no tener una posición aceptable. Piensan que es porque no se esfuerzan lo suficiente, y no porque hay un sistema que está construido para que ellos no tengan esa situación y haya otros con privilegios.
¿Cómo cree que hay que informar sobre la extrema derecha?
Siempre he dicho que no creo que exista una manera mágica para confrontar con la extrema derecha, ni desde los medios, ni desde la política, ni desde el activismo, ni desde la sociedad civil. También depende de las fases en las que se encuentra la extrema derecha, importa si tiene representación o no, y cual es el nivel de aceptación que tiene dentro de la sociedad para saber cómo enfrentarse a ello. Hay muchas variables. Esto es análisis marxista puro, importa el análisis concreto de la situación concreta, importa el momento en el que estás. No es lo mismo enfrentarte a la extrema derecha cuando no tiene representación y no tiene visibilidad que enfrentarte ahora, cuando ya tiene 52 diputados en el Congreso.
¿Qué responsabilidad tienen los medios de su ascenso?
Mucha. Pero también tiene que ver con la aceptación social que tienen esa ideas. En España no hay sanción social sobre el franquismo. Tú puedes declararte abiertamente franquista, o por lo menos mirarlo con ojos melosos, y no tienes sanción social, no hay una conciencia colectiva de culpa sobre ese periodo. Eso implica que los medios se vean legitimados para dar visibilidad a unas ideas que son completamente antidemocráticas. Hay muchos medios de comunicación de masas que van difundir no solo la versión de Vox, sino que van a contar la versión de Vox como la verdad y van a ejercer de altavoces de su propaganda. ¿Cómo combatir eso desde una posición minoritaria si no tienes fuerza? A veces cuando hablamos de los medios en general hay que entender que hay medios que son abiertamente filofascistas. Eres una hormiga luchando contra Goliat. Hay que entender cual es la correlación de fuerzas y a partir de ahí intentar actuar como buenamente puedas.
"Hay medios que son abiertamente filofascistas"
Hace poco fue increpado durante el mitin de Vox en Vallecas...
Soy una persona muy tranquila, muy pacífica, en la vida he tenido ningún problema, pero no voy a permitir que nadie intente acosarme o agredirme. No lo voy a permitir porque entonces se cede el espacio privado y público a ideas completamente antidemocráticas. Yo no cedo mi espacio personal a nadie, es mío, me corresponde a mí, por lo que si alguien se siente con el derecho de violentarme de esa manera, conmigo se confunde. Fui a cubrir un acto como periodista y asesores de Vox empezaron a acosarme y a hostigarme para impedirme que ejerciera mi labor periodística. No voy a dejarme intimidar. Sé que eso tiene unos costes, y los asumo, pero no pienso dejarme intimidar.
¿Ha sentido miedo alguna vez mientras hacía su trabajo?
Miedo no, yo tengo precaución y cautela. Esta gente no me da miedo. Ningún miedo. Como todo el mundo, cuando conduces hay que ir con cuidado, respetar las normas, y siempre sabes el peligro que hay cuando coges la carretera, pero miedo no le tengo a coger el coche.
¿Es muy alto el precio que paga a nivel personal?
El acoso, la tensión, las amenazas implican un desgaste emocional, sobre todo porque tienes familia y no quieres que les afecte a ellos. Tú lo asumes con normalidad, lo llevo más o menos bien, no me genera costes a la hora de hacer mi vida, pero la gente que me rodea no lo lleva igual de bien que yo.
¿Se ha creado una coraza?
Obviamente, y además esa coraza no la van a romper. Si ellos ven debilidad, ejercen presión sobre esa debilidad y no la pienso mostrar, porque no son nadie para conseguir resquebrajarla. Además son bastante cobardes.
¿Qué grado de libertad tienen los medios españoles?
Los medios toda, los profesionales que trabajan en los medios, relativa. Los medios de comunicación tienen unos consejos de administración y la libertad para hacer lo que consideren, son los que deciden. Pero la realidad es que los trabajadores de los medios de comunicación tienen libertad limitada y con un ámbito de actuación muy restrictivo por las líneas editoriales y por los intereses económicos y políticos de los medios.
¿Cómo gestiona el odio que sufre en redes sociales? ¿Cree que es un reflejo real de la calle?
En la calle vivo más la otra cara, la de la gente que te aprecia, que te tiene cariño. Jamás he sentido una apelación de odio, más allá de cuando te metes en una manifestación, pero en general en la calle lo único que he vivido son muestras de lo contrario, de cariño, de admiración, de respeto, de gente que te da las gracias por lo que haces. Las redes sociales son un altavoz distorsionado de la realidad.
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