“Estoy echando más horas que la puntilla del almanaque”, dice Pepe Begines a modo de saludo nada más iniciar la entrevista. A Jerez llega para participar en un coloquio, dentro de En Flamenco, el I Festival de Cine Flamenco y Etnográfico, junto al cantaor Arcángel y al escritor y periodista Juan José Téllez, de cara a presentar el largometraje musical Jesucristo flamenco, al que pone música.
Nacido en el municipio sevillano de Los Palacios en 1967, donde sigue viviendo —“siempre me lo preguntan, ¿y por qué no? Si tengo a mi familia cerca…”—, y desde donde exportó, junto a sus compañeros de No me pises que llevo chanclas, el término agropop que acuñaron para definir a su música.
El verano de 1986, en una casa alquilada en Conil, salieron canciones míticas como Bolillón o Ancá Conil. Desde entonces han grabado más de una docena de discos, han acumulado millones de ventas e incontables conciertos. Uno que Begines recuerda con mucho cariño es el de clausura de la Expo 92, cuando estaban en la cresta de la ola.
Después de un parón de varios años, entre 2002 y 2009, volvieron a la carretera. El último disco, Rock con tomate —un guiño al producto estrella de su tierra natal—, tiene además de humor, su toque reivindicativo —critica los transgénicos o la sociedad de consumo—, aunque vio frenada su promoción por la pandemia. Ahora espera regresar cuanto antes.
¿Es suyo el término agropop? ¿Cómo surgió?
Eso se decía cuando un labrador venía del campo, en los años 70 u 80, después se duchaba, se ponía su camisa de sábado, brillantina en el pelo y se iba tipo John Travolta a menear la penca: Tú lo que eres un agropop. Lleva agro por el campo y el pop por la parte urbana, más anglosajona.
"Antes que nosotros había gente que hablaba del campo, pero nosotros teníamos un ramalazo hippie y dominamos todos los palos"
¿El agropop tiene futuro más allá de No me pises que llevo chanclas?
Antes que nosotros ya había gente que hablaba del campo, pero lo nuestro fue diferente, teníamos un ramalazo hippie y siempre hemos manejado bien todos los palos. Esa gran variedad de palos injertados en el agropop hacía que tuviese un sabor divertido y variado. Nosotros nacimos en los conciertos antes de grabar el disco. Nuestro primer disco se grabó en 24 horas, de jueves a domingo, y en directo sonaba mejor que el disco. Fue una de las claves. Estoy seguro de que llegará gente que lo haga. Lo importante es que algún grupo eclipse que nosotros inventamos el agropop.
¿Le gustaría que alguien siguiera ese legado?
Me es indiferente. Me importa que la gente haga cosas nuevas. Yo es que prefiero no parecerme a nadie. Lo principal en la vida es no parecerse a nadie.
¿Cómo está siendo eso de componer la música de Jesucristo flamenco?
Es muy laborioso, porque es una ópera flamenca y requiere mucho tiempo. Salió de mí hacerlo. Mi afición al flamenco es manifiesta y, una vez, estando encargado de la producción del homenaje a Manuel Gerena en Fibes, vi a Arcángel que venía con una pinta muy cristiana, literalmente hablando: con barba larga, tez morena… le dije: Pareces el Cachorro. En aquel momento se me encendió una bombilla. ¡Jesucristo flamenco! Soy amante de la película Jesucristo Superstar y conforme iba pasando el tiempo los pilares de la idea fueron tomando fuerza en mi cabeza. Quiero reflejar la mezcolanza de culturas que hay en Andalucía.
¿Qué otros proyectos tiene entre manos?
Estoy preparando una gira con Los toreros muertos. Y yo personalmente estoy haciendo conciertos, como buen músico, para sobrevivir. Tengo tres hijos y familia... y llevo un año y pico sin poder trabajar. El 2 de julio estoy en Cádiz en solitario, con Los chanclas en Madrid el 3 de julio, el día 20 estoy por Huelva... Van saliendo conciertos conforme se va quitando el miedo.
¿Cómo ha vivido la pandemia? ¿En qué lo ha cambiado?
No me ha cambiado mucho la vida. En septiembre cogí el covid, pero de manera leve. Le tengo más miedo a la vida que a la muerte. Ahora tengo muchas ganas de trabajar, sobre todo después de sacar el último disco —Rock con tomate—, ya que haces una inversión de energía, tiempo y dinero... pero la pandemia lo degolló y se quedó lastrado. Aunque como en la vida me han ocurrido cosas muy fuertes mi nivel emocional está bastante alto. He sido resiliente. Al final, me ha servido para hacer esta ópera en la que llevo tanto tiempo trabajando.
"He vendido millones de discos y no he ganado casi un duro de eso"
En pleno confinamiento versionaron su éxito Bolillón para animar a la gente. ¿Sintieron que tenían que aportar su toque de humor cuando más falta hacía?
Nos llegaba información de gente que estaba poniendo Bolillón en los balcones. Somos conscientes de que sin la cultura, sin la música y sin el humor hubiese sido muy difícil soportar la pandemia. Esa catarata de cultura que había en los hogares aliviaba las penas.
¿Queda algún resquicio de ese reconocimiento que hubo al mundo cultural?
Los artistas buscamos que el reconocimiento sea en directo y presencial. Cuando demos conciertos, que vaya la gente. El cuerpo a cuerpo, como decía Silvio. Ahí está nuestra papa. He vendido millones de discos y no he ganado casi un duro de eso. Ahí buscamos el reconocimiento. En los conciertos queremos que la gente vaya y que lo pase bien, estar dos horas en un escenario y tener la satisfacción de haberlo pasado bien y de estar alineado emocionalmente con mucha gente.
¿Vender discos no da de comer?
No. Una cosa lleva a la otra. Si vendes muchos discos tu música sonará mucho. También eran otros tiempos, la vida ha cambiado, y ahora los discos no se venden como antes. La única venta que queda de discos es la venta en caliente, en los propios conciertos. A las tiendas van los cuatro románticos. Eso sí, ha subido la venta del vinilo, porque es un ritual poner tu disco, limpiarlo, escucharlo... dedicarle tiempo a escuchar música. Pero la industria discográfica es nula. Se trata de renovarse o morir.
¿No me pises que llevo chanclas tiene cuerda para rato?
No lo sé. Vivo el día a día. Partido a partido, como dice Simeone. Voy a cumplir 54 años en agosto, uno le ha dado ya la vuelta al jamón, pero me siento joven, me quedan fuerzas, mucha voz y mucha ilusión, que es lo principal de todo. Estar encima de un escenario me hace ilusión. Empecé con 19 años y llevo cerca de 35. Quiero a mi oficio y quiero seguir ejerciéndolo, la cuerda que quede el tiempo lo dirá.
El grupo ha vivido una segunda juventud, ¿esperaba que aguantara tan bien los años?
Todo es muy efímero y pertenecemos a una época en la que íbamos a disco por año. Eso deja mucho poso. Somos conocidos a través de un montón de éxitos. Una cosa depende de la otra. Sobre todo noto en la gente mucho cariño. Te das cuenta de que has hecho más feliz a la gente. Muchos me dicen que cuando nos escuchan les quitamos 20 años. Al final me voy a poner una bata blanca (risas). Hemos contribuido a la alegría de las personas, hemos dado mucha vida y eso siempre te mantiene con mucha vitalidad. Lo contrario es ser sepulturero.
"Siempre hemos abogado por una música sin complejos y en eso el humor era fundamental"
¿Qué parte de culpa tiene el humor del éxito de No me pises que llevo chanclas?
Es vital. Siempre hemos abogado por una música sin complejos y en eso el humor era fundamental. Un humor inteligente, con muchas cosas encriptadas. Soy beatlemaníaco, siempre me ha gustado mucho el rock, pop, como Pata negra, Kiko Veneno, los Rolling, Joe Cocker, todo lo de Woodstock... Lo principal era la música sin complejos.
Con humor pero también mucha reivindicación...
El último disco ha sido el más comprometido. Hemos hablado de transgénicos, de la sociedad de consumo, de la insatisfacción generalizada en la juventud... Es un disco que se ha mojado. Quizás nos correspondía más a nuestra edad. Mi intención siempre ha sido hablar de mi entorno, hablo de tractores, de campo, de girasoles y de sandías porque es lo que veo.
¿Triunfar tan joven hace que el éxito se suba a la cabeza?
A mí la humildad no se me ha ido nunca del pecho ni de la cabeza. Muchas veces me han preguntado si sigo viviendo en mi pueblo. ¿Y por qué no? Con mis padres a 500 metros, mis hermanos, mi gente y mi familia cerca. El éxito lo llevé lo mejor que pude. No podía salir a la calle durante años. Fuimos el grupo que clausuramos la Expo de Sevilla y no podía ir a la Expo. No podía pasear por allí. Entiendo que la gente tuviese ganas de llevarse un recuerdo, pero me acribillaba los nervios, iba con la cara tapada y aún así me conocían. No lo llevé bien. Me gusta el arte de la música, pero esa fama desbordante, que llegas a ser un pelele en manos de la gente, ni me gustó ni me gustará. Ahora la gente te sonríe, te habla, te respeta. Ya no eres un títere.
Es un grupo que reivindica lo rural, ¿se cree los discursos que hablan de repoblar pueblos?
La España vaciada es normal que se vuelva a llenar. La gente antes iba en busca de trabajo donde había industria, una vez que la industria está mermando, me voy a buscar la vida debajo de una higuera en el campo, no al lado de un coche echándome humo en la cara. Yo mismo esta mañana cogí mi bicicleta, me fui a la marisma, y estaba en la gloria.
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