Antes de empezar la entrevista, que tiene lugar temprano en la venta Las Grullas, a la entrada de Benalup-Casas Viejas, Francisco González Cabaña, que ha cumplido 63 años el pasado 12 de octubre, muestra una foto en su móvil. Es un dorado amanecer sobre el cercano embalse del Celemín, donde suele ir a caminar cada mañana “por prescripción médica” para hacer frente a una espondilitis anquilosante severa de la que se operó hace ahora cinco años “porque ya no podía más” y “eso me devolvió calidad de vida”.
Quién le iba a decir que disfrutaría de la salida del sol en su pueblo después de 36 años ocupando cargos públicos y batallando dentro y fuera de su partido, el PSOE. “Parece mentira, de verdad. Todo eso antes te pasaba y no te dabas cuenta, pero es bonito sí. Hay días que tengo mucha dificultad para andar y procuro también leer, escribir, tomar café con los amigos y dedicar tiempo a mis dos nietas. Tienes tiempo para lo que antes no tenías, para ver series, películas y disfrutar de la vida”.
“Los años pasaron tan rápido que ahora disfrutar las 24 horas de tu tiempo, incluso cuando duermes, es un placer que no me había permitido hasta hace un año y medio que dejé toda la política activa. Ahora vivo el tiempo, antes simplemente pasaba”, confiesa. Si aludimos a cargos institucionales que ha ostentado, ha sido concejal en Medina Sidonia, luego alcalde y concejal de su pueblo, Benalup-Casas Viejas, desde que se independizó del municipio asidonense hace ahora casi 30 años, ha sido presidente de la Diputación de Cádiz, diputado en el Congreso y senador (siete años y medio en las Cortes), aparte de haber controlado la dirección provincial de aquel PSOE gaditano que tenía un enorme peso en las decisiones que se adoptaron en las últimas décadas en el Palacio de San Telmo (sede de la Junta de Andalucía), en la calle San Vicente (sede en Sevilla del PSOE-A), y de Despeñaperros para arriba.
Con su voz cascada de gran fumador —“es lo único que no permito dejar”— y sus reflexiones siempre fuera de moldes y argumentarios al uso, González Cabaña vive la política con la misma pasión, pero con el "gran angular" que le brinda estar “fuera de la burbuja”.
¿Siente ahora más que nunca que perdemos el tiempo en cosas que no merecen tanto la pena?
Resulta fácil decirlo ahora, pero es verdad que estar fuera de la burbuja te abre la perspectiva. Tuve un momento en el que fui consciente de que había perdido mucho tiempo de vida, que fue cuando Lola se marchó —su mujer, que falleció en 2007—, y me encontré de pronto con tres hijos, solo para hacer frente a eso. Eso me hizo mirar atrás, pero era tal la vorágine en la que estaba que muy pronto, de nuevo, me metí en eso sin hacer caso a lo que había visto durante ese mes y medio. A lo mejor la política y la gestión eran lo mío y eran las cosas importantes, pero ahora te das cuenta de que en la vida hay muchas cosas más importantes que lo que has hecho. Fue mi decisión, aunque la veo quizás como una decisión inconsciente que tengo que asumir. Ahora, como Proust, ando a la búsqueda del tiempo perdido, con un sentimiento vitalista que hay que aprovechar. Y no es fácil porque los años pasan, tus hijos crecen y todo cambia.
¿Confiesa haber estado ‘enganchado’ a la droga de la política?
La política es adictiva. La sensación de poder creo que es adictiva.
"Debería de haber cogido la puerta diez años antes. He sido inconsciente hasta para darme cuenta de cómo el dolor se iba apoderando en el día a día de mí"
¿Es el poder, no?
Creo que es eso. Aunque no lo pienses, porque estás ahí porque tienes unas ideas, lo que llamamos una ideología y una forma de ver la vida y la sociedad, lo que hay que hacer, en definitiva creo que hay un sentimiento latente que, quizás, es también inconsciente que es lo que llaman la erótica del poder. Lo que ocurre es que con el paso del tiempo te va llegando la frigidez y esa erótica ya no la sientes, ni la quieres, y por tanto, estás casi buscando una puerta de salida. Ese ejercicio del poder en muchos momentos es tan intenso que agota, y ese agotamiento te lleva a perder la ilusión, la fuerza y las ganas. Visto desde ahora, debería de haber cogido la puerta diez años antes. Por mí mismo y por el desgaste. He sido inconsciente hasta para darme cuenta de cómo el dolor se iba apoderando en el día a día de mí. Afortunadamente, no me he ahogado antes de llegar a la orilla.
¿El poder corrompe?
En mi caso tengo que decir que no, pero hay datos evidentes de que el poder corrompe. Y si no te corrompe desde el punto de vista delictivo, sí corrompe tus relaciones sociales, tus amistades… ahora uno va viendo que hay amigos y conocidos, y antes pensaba que todo el mundo era amigo. El poder corrompe tu manera de entender las relaciones sociales y a mí sí me ha corrompido ahí. Desde luego desde el punto de vista delictivo no, y ahí están todos los intentos que ha habido mientras estuve en activo por atacarme desde ese punto de vista sin resultado ninguno.
"Yo no voy a llegar a lo que dijo Pedro Pacheco (sobre la Justicia), que le costó lo que le costó, pero en algún momento lo he pensado"
Parece que la judicialización de la política es algo nuevo…
Yo he sufrido la judicialización de la política y creo que fue a ti mismo a quien en una entrevista le dije que en política, cuando se aprieta un botón es un bumerán, que se vuelve en tu contra. Una vez que aprietas el botón ya no hay manera de pararlo, y eso en Jerez se vio gráficamente con la batalla política de Pedro Pacheco y Pilar Sánchez, que llevó a los dos a prisión. Desgraciadamente, es un arma que se utiliza cada día, pero no falta a la objetividad si digo que se utiliza más como instrumento del juego político desde la derecha que desde la izquierda. Probablemente porque la derecha ha sabido controlar mejor los resortes de la Justicia.
¿De ahí la negativa a renovar el órgano de gobierno de los jueces?
El bloqueo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial es una carrera perdida y no tiene otro objetivo más que mantener el control en las más altas instancias de la Justicia sobre causas que se están demostrando con sentencias firmes que afectan fundamentalmente a la derecha del Partido Popular, que es quien controla este órgano. La renovación tiene que producirse ya, para que se den las condiciones para que esas causas tan graves para la democracia española no estén mediatizas con la contaminación ideológica de los miembros más preponderantes del CGPJ.
¿Sostener eso no es sostener que la Justicia no es independiente?
Yo no voy a llegar a lo que dijo Pedro Pacheco, que le costó lo que le costó, pero en algún momento lo he pensado. Ahí están las macrocausas famosas de la juez Alaya que la inmensa mayoría de ellas se han diluido como un azucarillo. Hay motivos para pensar que, en ocasiones, la Justicia desde luego no es independiente y, sobre todo, en esa fase de la instrucción de los casos. Porque después cuando llega a tribunales que tienen que juzgar sí se produce una mayor objetividad, pero en el tema de la instrucción hemos visto casos en los que la contaminación ideológica es clara. La señora Alaya le debía mucho al juez Zoido, luego ministro del Interior, y el juez Zoido es un militante cualificado del Partido Popular.
El Tribunal Supremo ha ratificado que el PP se lucró con la Gürtel, pero ellos contraatacan con los ERE de Andalucía. Política y electoralmente, ¿están ambos casos amortizados?
Claro que sí. El tema de la Gürtel provocó una moción de censura que cambió el Gobierno de España, desalojando del poder a la derecha. Eso es incontestable. Lo de ahora era previsible y, en esa fase, la Gürtel está amortizada, pero los ERE también lo están.
"No creo que la nueva política haya aportado nada positivo a la sociedad española. No ves un proyecto distinto porque en cuanto se consigue un escaño el proyecto pasa a ser el de toda la vida"
¿De alguna manera los ERE fue el detonante del fin de la hegemonía del PSOE en Andalucía tras 36 años?
Yo creo que sí. El desgaste político que provocó la instrucción tan larga que llevó a cabo la juez Alaya, esas actuaciones muy marcadas en el calendario político, que luego terminaban en nada pero hacían daño, fueron desgastando de manera grave a los gobiernos socialistas. Creo que han influido en que se produjera el final del gobierno socialista en Andalucía. Bien es verdad que si se comparan las sentencias de la Gürtel con las de los ERE son de muchísima más gravedad las repercusiones penales de la primera que de la segunda. Pero no es cuestión de sálvase quien pueda y esto te lleva a confiar en que la Justicia termina siempre actuando, a pesar de todo, y esas actuaciones tienen repercusiones políticas.
En paralelo a todo esto, surge un nuevo tablero político que pone fin a la alternancia bipartidista clásica.
Aquí en cuanto se consigue un escaño se abraza el sistema con toda la fuerza del mundo. No creo que la nueva política haya aportado nada positivo a la sociedad española. No ves un proyecto distinto porque en cuanto se consigue un escaño el proyecto pasa a ser el de toda la vida, en la izquierda, en la derecha y en el centro. El fin del bipartidismo estuvo a punto de llegar, pero luego las aguas han vuelto a su cauce. Una parte de la sociedad pensó que hacía falta algo nuevo y era bueno para el sistema que aparecieran cosas nuevas como terapia, pero conociendo como conozco el sistema político y de partidos, siempre he sido muy escéptico con esto. Al final lo que hay son más siglas pero las mismas prácticas. No hay una nueva izquierda cuando gobierna el partido viejo y el nuevo, lo que hay son políticas de izquierda que ya existían, no se ha inventado nada nuevo. En la derecha, igual, hace lo que hizo siempre, pero con matices más extremos.
¿Cuándo se convirtió la política en un espectáculo permanente?
La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos tiene mucho que ver con eso. Cuando un actor o un cómico llega a liderar una potencia mundial de ese nivel casi siempre se va a producir el ejercicio de mimesis. El escenógrafo de todo esto, Steve Bannon, plantea la extensión de ese tipo de política-espectáculo al resto del mundo y la presencia en Europa, vinculada al auge de los partidos de extrema derecha, es clara.
Y todo eso, agitado en la coctelera de las redes sociales…
Claro, claro, es que por un lado está el ejercicio de mimesis, y luego están las redes sociales con el mayor veneno para la democracia que son las fake news, que son terribles y las que de verdad están subvirtiendo el orden y la realidad política. Era de esperar que en España también se produjera esta política. Y sobre todo también porque los líderes políticos se han echado en brazos de los asesores.
El hijo de un panadero rural del franquismo que ha sido casi todo en política
Su padre era panadero rural, "como el de Josep Borrell", y recuerda que no tuvo una infancia excesivamente dura en aquella España carcomida, gracias a que se crió en Las Lomas, una finca cercana a Casas Viejas, "donde allí la gente no pasaba hambre, había luz, agua corriente, gas y un supermercado de la empresa". "Lo que más agradezco es que había un sistema escolar potente que nos permitía estudiar allí hasta un determinado nivel". Más mayor, marchó al Colegio San Bartolomé (antiguo seminario de Cádiz) donde, según cuenta, "empezaron a alumbrarse mis ideas de izquierda. En aquel tiempo en el seminario vivían alojados los curas obreros, que algunos trabajaban en los Astilleros y algunos nos daban clases, como Gabriel Delgado o Alfonso Castro, y había un obispo progresista como Antonio Añoveros, que consta que tuvo conflictos con el régimen franquista. El seminario me marcó mucho en las ideas de izquierda y justicia social. Pero más que nada era un recurso académico para gente que no teníamos recursos económicos para irnos al Pilar o San Felipe Neri. Por allí pasó gente que tuvo luego peso en los partidos de izquierda".
Acabó Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla, "una carrera de cinco años que acabé con 21", y comenzó a impartir clases en institutos de La Janda gaditana. Entró en política de la mano de Paco Blanco, que "me captó en el seminario para las juventudes socialistas", y recuerda como si fuera ayer su doble detención, con 17 años, en apenas una semana: primero, en el cementerio civil de Madrid en un homenaje a Pablo Iglesias; luego, en Cádiz, por un encierro en el Obispado por la detención de Alfonso Perales. Del 1 al 8 de mayo de aquel año, "todavía no tenía la idea de qué podía ser esto de la política, pero recuerdo la adrenalina; estábamos en Madrid en los calabozos y por allí andaba Billy el Niño". Pese a todos estos avatares, su sabor más grato entre tanta historia política ha sido ser alcalde de su pueblo, "sin lugar a dudas". "Cuando acabé en la facultad y cuando llegó a primer destino laboral, Alcalá de los Gazules, y a raíz del golpe de Tejero, es cuando vuelvo a ponerme las pilas del activismo después de un par de años separado". "Haber sido alcalde es la realidad que vivo hoy: tener un pueblo dotado, con servicios, con equipamiento, donde los chavales marchan a la universidad... para mí, mi gran satisfacción personal es haber sido alcalde de mi pueblo y haberlo sido durante tanto tiempo (1991-2011).
¿Sigue habiendo realmente líderes políticos?
Son la cara y la voz que aparecen ante la ciudadanía, pero detrás hay un asesor con un equipo muy potente que lo genera todo. Las conversaciones reales de lo que pasa en Madrid son las que llevan Miguel Ángel Rodríguez —asesor de cabecera de Díaz Ayuso— e Iván Redondo —jefe de gabinete en Moncloa—. Son simplemente como los muñecos de Mari Carmen, dicen lo que el asesor plantea, en función de los intereses de las elites que apoyan. Hay mucho de eso. Los líderes se están convirtiendo en muñecos parlantes que, simplemente, repiten la historia elaborada por esos asesores que han sobrevalorándose en política. Habrá un momento en que volverán los políticos de raza y los asesores volverán a ser asesores, no fabricantes de esa fantasía en la que se ha convertido el debate político.
"Me gustan los políticos imprevisibles, los que son capaces de romper el guion"
¿Es verdad todo lo que vemos en la clase política, especialmente en relación a esa violencia verbal, ese ataque y contraataque permanente…?
Fuera de la burbuja se te abre la perspectiva y ahora lo ves todo con gran angular, como te decía. Todo es un gran escenario ahora y a mí me gustan los políticos imprevisibles, los que son capaces de romper el guion.
Ponga un ejemplo de su época.
Para mí al menos, Alfredo Pérez Rubalcaba. Imprevisible en el sentido de que no respondía a un guion prescrito. Respondía a sus propios análisis políticos y rompía los esquemas. Dentro del propio partido había que se preguntaba cómo Alfredo había dicho eso, pero es que eso era el resultado de su análisis, te gustara más o menos, no de lo que piensan quienes están sentados en su gabinete. Pero para eso hay que tener capacidad de análisis y capacidad intelectual.
¿No hay nadie así en el escenario actual?
Para mí el ministro de Sanidad, Salvador Illa, no ya por el hecho de que estemos viviendo la pandemia que estamos viviendo, sino por su actitud en la gestión y el debate político es quizás de lo más sorpresivo que hay. El que más te puede romper los esquemas porque cuando todo el mundo piensa que lo que tiene que hacer es entrar a matar, él entiende que lo mejor es recibir a portagayola. ¿Me explico? En positivo, es la sorpresa de la política actual y, si no fuera por la pandemia, probablemente habría tenido un papel muy secundario.
"Nunca me he sentido un sanchista, por no compartir algunos de sus planteamientos internos, pero debo reconocer que en un momento como éste, Sánchez es el mejor de los presidentes posibles"
¿Aquel nuevo PSOE de Pedro Sánchez también se ha quedado viejo?
Hombre, Sánchez ya lo sabemos: tiene un sentido de la oportunidad política muy fuerte y, aunque se pueda pensar en lo de oportunista, eso tiene un valor muy positivo. Ha sabido aprovechar esa oportunidad y no hay que negarle su coraje. Nunca me he sentido un sanchista, por no compartir algunos de sus planteamientos internos, pero debo reconocer que en un momento como éste, de pandemia y de crisis, Sánchez es el mejor de los presidentes posibles. No me quiero imaginar lo que habría sido esto con Pablo Casado gobernando esta crisis sanitaria, económica y social. Ya sabemos cómo se las gastan… A Sánchez se le tuerce su proyecto originario por el covid, pero tengo la impresión de que ese coraje que le ha caracterizado le puede llevar a salir victorioso de esta situación.
¿Usted al final a qué familia socialista ha acabado perteneciendo?
A ninguna. Si de alguien me he sentido, totalmente consciente, ha sido de Alfredo Pérez Rubalcaba. Porque me convenció su capacidad analítica, su sentido de estado, su forma de actuar… lo que ocurre es que Alfredo era un estadista, no un político para lo orgánico. Y así nos fue a los que nos sentíamos rubalcabistas. Ya reveló Felipe González en ese último encuentro que tuvieron que le dijo: a los tuyos los han matado y a los míos los están matando. Y así fue. A partir de ahí no me he sentido de nadie. Me siento ahora mismo en la reserva activa. No tengo una militancia activa, me gusta verlo todo desde fuera, pero lo que no voy a dejar nunca es de apoyar al PSOE. Que nadie me espere en otro sitio.
¿Y si le llamaran en su partido, como voz autorizada del PSOE andaluz, para pedirle opinión sobre cómo podrían los socialistas recuperar la Junta de Andalucía en 2022, cuál sería su análisis?
En el PSOE andaluz tiene que producirse un cambio de liderazgo si quiere protagonizar un nuevo cambio político en Andalucía y recuperar el Gobierno andaluz, que está en manos de una coalición que es una fábrica de intereses de PP, Cs y Vox, con unos apoyos que no son ni tan puntuales, ni tan gratuitos. El tiempo político de Susana Díaz ha pasado. Y no pasa nada. Susana Díaz puede tener su valor político en otra función, en la que determine el partido en los niveles que sean, pero el liderazgo de Susana Díaz se agotó. Es verdad que, en un momento dado, fue un liderazgo fuerte, pero con una capacidad de consumirse increíble. Y se consumió. Por tanto, hace falta un cambio de liderazgo del PSOE en Andalucía, no me atrevería ahora mismo a decir quién, pero el cambio hace falta. Y hace falta también hacer una oposición mucho más efectiva a lo que está siendo el gobierno de coalición de las derechas. Cuando leo o veo la oposición que se está haciendo… es de manual de preescolar. Es decir, aquí hace falta romper. Como decía un amigo mío, hay que menear el árbol. Y con lo que se está haciendo no se está meneando. Hace falta descaro al hacer oposición y hay que dejar ya las frases de manual, con eso no se va a ningún sitio porque el que gobierna tiene un manual mejor, con dinero institucional para pagar un manual de respuestas. Nada más que hay que ver lo del señor Bendodo, el tahúr del Guadalhorce, con el Centro de Estudios Andaluces…
"Estando dentro es muy difícil, aunque puedas tener momentos, y yo los tuve, pero cuando sales, realmente eres autocrítico con tu pasado, con tu partido y con las posibilidades de futuro"
¿Le llama la atención la figura de Elías Bendodo, es comparable a ese Antonio Sanz lugarteniente de Javier Arenas al que usted se enfrentó en tantas ocasiones?
Antonio Sanz era menos truhán. Era un rival muy duro, utilizaba malas artes, y casi todos las hemos utilizado, pero en ese equilibrio entre lo institucional y el juego sucio de lo orgánico, se inclinó más a lo primero. Antonio Sanz no era un santo, ni lo es, pero ahora se cubre muy bien con sus tareas de prevención de catástrofes en Andalucía. Aunque pronto veremos que la gran catástrofe para Andalucía es este gobierno de las derechas.
¿Se cumplirán las encuestas que reeditan ese gobierno de coalición en la Junta?
Si el PSOE no menea el árbol, si el PSOE no hace una oposición rompedora, si sigue simplemente pataleando y llorando, como Boabdil, por el reino perdido, lógicamente las derechas volverán a ganar. Desde luego, no me creo para nada la encuesta de Bendodo.
¿Pero algo de base real puede tener, no cree? La imagen de Moreno Bonilla ante el Don Angelo y el machaque del gasto del dinero de los desempleados en prostitutas y cocaína de algunos altos cargos en legislaturas pasadas no se borra tan fácil…
Pero vamos a ver, eso es lo que se llama un tipo de oposición rompedora. Nos rompieron eso y otras cosas. Y nosotros siempre tenemos mucho pudor en hacer eso. Echo en falta, por ejemplo, una respuesta contundente de Moreno Bonilla a las declaraciones de Díaz Ayuso, con ese tono peyorativo hacia los andaluces. No veo nada más que lagrimeo en la oposición y este habría sido un buen momento para pegar un buen zamarreo y que se notara pulso y nervio. No lo tiene esta oposición y así nos va.
¿Falta autocrítica real en la política?
Sí, de hecho yo reconozco que cuando más autocrítico me he vuelto es cuando he salido de la burbuja. Estando dentro es muy difícil, aunque puedas tener momentos, y yo los tuve, pero cuando sales, realmente eres autocrítico con tu pasado, con tu partido y con las posibilidades de futuro.
¿No íbamos a salir del confinamiento mejores? Cada vez hay más crispación…
Eso no se lo creía ni el que lo inventó. Primero no hemos salido, pero segundo, lo poquito que hemos salido ha sido para darnos mamporros en la cabeza en una batalla permanente, estéril e inútil. Desde el punto de vista de la polarización política se ha soportado peor que desde el punto de vista de la ciudadanía, que ha soportado esto mejor que cuando fue el PP el que tuvo que tomar decisiones en la anterior crisis.
¿Es un fracaso como sociedad que sea más fácil cerrar una universidad, como la de Granada, que un bar?
Yo es que me he quedado frío. Tengo un sobrino que estudia allí y se ha vuelto. No entiendo cómo lo que se cierra es la universidad y no los bares de la calle Ganivet. Ni la gente joven lo entiende. Es un poco la impronta (Juan) Marín, que es el adalid de lo económico frente a la salud, y ya lo vimos este pasado verano cuando ya tuvo hasta disputas con el consejero de Salud (Jesús Aguirre), lo que ya tiene mérito.
De alguna manera, lo que se prioriza hoy en día en Andalucía es un modelo económico muy precario e inestable, con un horizonte en el que más de tres millones de personas corren riesgo de exclusión, pero eso no solo no es nuevo, sino que tiene que ver también con la gestión de las últimas décadas de PSOE en la Junta, ¿autocrítica tendrán que hacer, no?
Ese periodo de transición entre la salida de la crisis de 2008 y la llegada del covid había provocado ya un paquete importante de pobreza, y no se acometió. El Gobierno andaluz no se pierde solo por los ERE, que influyeron en el desgaste, pero también la falta de acción. No se produjeron las medidas necesarias. Fue una buena idea poner en marcha planes de empleo con los ayuntamientos, pero se solicitaban en el mes de abril y en enero del año siguiente, por falta de dotación, no se podían poner en marcha. Eso creo que se reconoció, no sé si fue Manolo Jiménez Barrios, pero hubo una paralización que provocó la falta de políticas sociales y de empleo necesarias para relanzar Andalucía tras la resaca de la crisis financiera y social. Por lo que fuera, hubo inacción y los niveles de pobreza se incrementaron.
"Dejo en política más amigos que enemigos, incluso en mi partido. Pero tengo amigos en todos los partidos, mi agenda del móvil sorprendería"
Y la provincia de Cádiz a la cola. Y lo que queda...
Es un clásico en materia de desempleo, pero es verdad también que había empezado a desarrollarse de manera importante una industria nueva como la aeronáutica, en contra de la corriente histórica. Navantia también había aumentado carga de trabajo y, a comienzos de años, además, el sector turístico lideraba la creación de empleo que, sin ser estable, sí era un empleo para siete u ocho meses. Ya nos estamos enfrentando a una caída del empleo industrial, la construcción está ralentizada, y nos vamos a enfrentar, salvo en el sector agrícola, a un escenario en el que no se va a pasar bien. Aquí hace falta un apoyo real de las administraciones públicas y tiene que ser ya. Los ERTE se van a acabar más temprano que tarde y ya sería el momento de que Gobierno, Junta y, en la medida en que la Diputación pueda, coordinaran intervenciones para crear una red de protección social a través del empleo.
Ahora que está fuera de la primera línea política, ¿deja más amigos o enemigos?
Yo creo que dejo más amigos. Sobre todo, muchos conocidos. Pero tengo amigos incluso en mi partido. Tengo amigos en el PP, en Cs, en lo que era el PA, en IU, en ERC... tengo amigos en todos los partidos políticos...
¿Sorprendería ver algún teléfono de su agenda del móvil?
Sí, sí, sin lugar a dudas. Uno de mis mayores adversarios en mi etapa en el Senado, el alcalde de Algeciras José Ignacio Landaluce, es una persona de la que al menos dos veces al año recibo llamadas. Una en mi cumpleaños y otra en el día de mi santo. Y así es como concibo la política. Como me gusta tanto el fútbol, concibo la política como un partido: mientras estamos en el campo vale casi todo, mientras que no te saque tarjeta roja el árbitro, pero cuando vas camino del vestuario hay que darle la mano al rival. Eso es lo que me ha caracterizado siempre y por eso pienso que no tengo grandes enemigos. El que se considera mi enemigo es porque él ha decidido serlo, no porque yo lo haya buscado.
Apagamos la grabadora y, como cadista acérrimo, se despide con aire resignado advirtiendo que "este próximo sábado (ayer, para el lector) abriré una botella de verdejo a mediodía y esperaré a ver la que nos da el Madrid...". Se refiere al partido de Liga entre el conjunto amarillo y el todopoderoso Real Madrid de Florentino Pérez, una especie de partido liguero en clave David contra Goliath. También se despide Paco González Cabaña asegurando que, aunque vuelva el público a las gradas, él por precaución no volverá a Carranza (o como quiera que pase a llamarse tras la consulta popular) en esta temporada. Difícil de creer.
Son las 20:20 minutos del sábado 17 de octubre, en el momento de editar esta entrevista, el Cádiz CF acaba de certificar la primera victoria de sus 17 temporadas en Primera División en casa del Real Madrid.