El último librero gaditano clásico se retira: "Si tuviera 25 años menos seguiría 25 años más"

Juan Manuel Fernández repasa una trayectoria ejemplar días antes de jubilarse para ceder a la escritora y editora Carmen Moreno su señera librería Manuel de Falla en la Plaza de Mina, a la que llegó en 1973

El querido librero, en la mesa en la que ha trabajado los últimos 33 años.
El querido librero, en la mesa en la que ha trabajado los últimos 33 años. MAURI BUHIGAS

Probablemente, el mejor oficio del mundo

“El periodismo es el mejor oficio del mundo”, dijo un genio de la literatura en Español. Nadie sensato corregiría la frase legendaria pero estuvo acompañada de un hecho irrefutable. Su autor, en cuanto pudo, lo dejó. Por fantasear cabe pensar que García Márquez, el creador, aceptase abrir la mano para incluir en ese listado a escritores en cualquier género. A los novelistas, primero. Por encima, a los lectores constantes y, sobre todos, a los libreros. Prescriptores de remedios para la cabeza y el pecho. Maestros discretos y anónimos, sabios llenos de dudas que sólo responden cuando les preguntan. Afortunadamente, lo hacen constantemente.

Ellos sí tienen la tarea más agradable sobre la tierra. Comparten lecturas, ediciones, intuiciones, novedades, antiguallas, clásicos, comentarios y opiniones.Son los que reservan, compinchados, el encargo esperado y encienden enseguida otro deseo nuevo con alguna sugerencia. Los que colocan en escaparates y estantes delicias envueltas en colores oscuros o cálidos que huelen a paz y soledad. La ciudad de Cádiz, la provincia, despide estos días a uno de los mayores artesanos del prodigio de la librería. Un distribuidor de volúmenes, títulos, frases y párrafos que durante medio siglo ha desempeñado con naturalidad, casi pudor, ese sacerdocio laico ante una tribu que ya le añora, le respeta y le venera con agradecimiento callado.

Juan Manuel Fernández (Vejer de la Frontera, 1954) llegó a Cádiz con 13 años y antes de cumplir los 20 ya estaba entre cajas de libros y fichas. Empezó como dependiente en Mignon, célebre librería desaparecida, en 1973 a través de un anuncio de prensa. Llegó a ser el principal encargado. En 1990 se lanzó por cuenta propia. Abrió su librería, Manuel de Falla.

Su establecimiento y su escaparate son templo y relicario para generaciones de gaditanos. Tenían que parar cada vez que pasaban. En esos 50 años, ha visto una revolución tecnológica como pocas se han dado. De la anotación con bolígrafo al vestíbulo de la inteligencia artificial. Ningún cambio, y han sido bestiales, ha podido con la magia de la palabra, el libro y la conversación que le preceden. Es tan noble que admite haber vendido bastante, algo infrecuente en cualquier comerciante. Llega el momento de parar para descansar, del relevo jubiloso. Lo deja con nostalgia precoz. “Mi mujer y yo nos decimos el uno al otro: si tuviera 25 años menos seguiría 25 años más”.

¿50 años como librero en la misma plaza, en la misma ciudad?
Bueno, como librería Manuel de Falla han sido 32. Lo que pasa es que empecé aquí justamente, en este mismo local cuando era la librería Mignon, el 18 de enero del año 73. El pasado enero se cumplieron 50 años. Estuve cinco años. Luego, en otra librería. Más tarde regresé a Mignon que se había trasladado a otra zona de la Plaza de Mina, a un local muy grande, de 300 metros cuadrados. Primero era empleado, luego pasé a ser encargado.

¿Ese fue el momento de empezar una trayectoria por cuenta propia?
Ya llevaba 18 años de librero cuando ocurrió. Te planteas que tienes que decidir más libremente. Aunque yo en Mignon tenía mucha libertad de decisión. Estaba contento en ese sentido. Pero había otros aspectos y decidimos montar nuestra librería, tanto mi mujer como yo. Y abrimos Manuel de Falla el 18 de diciembre del año 90.

¿Tiene la sensación de haber vivido una etapa histórica, una evolución asombrosa, desde el imperio del papel hasta la explosión digital?
Primero tenemos que retrotraernos a cuando yo empecé en Mignon, al año 73. Cuando empecé en esa librería, lógicamente, había un control manual. A cada libro que llegaba se le hacía una ficha manual. Concretaba autor, título, precio, proveedor, descuento. Eso estaba en esas fichas. Metidas en un armario que estaba aquí [señala detrás de su silla], en el mismo sitio, hace 50 años. Era un armatoste donde, por orden de apellidos, alfabético, se guardaba todo. Si te pedían algo de Pérez Galdós, las buscaba y las sacaba. Si ayer había entrado un ejemplar, ahí estaba el título. Y si no estaba tachado en la ficha es que estaba en la librería. Y si se vendía, al día siguiente se tachaba y se volvía a pedir.

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El librero, a través del célebre escaparate de su establecimiento.     MAURI BUHIGAS

Suena casi prehistórico 
Era lo que se podía hacer, claro. Tampoco había más herramientas para controlar las existencias de un libro. Ahí llega un salto en el tiempo, de unos diez años, y nos vamos al año 1983. Mignon decide cambiar su situación y nos vamos de esta librería [la misma que ahora es Manuel de Falla] de 50 metros cuadrados a otra de 300, allí en el número 13 de la misma Plaza de Mina. El propietario decide comprar un ordenador para que todas estas cosas que hacíamos de manera manual fuesen ya informatizadas. Fue una de las primeras librerías en Andalucía en informatizar fondos. Yo recuerdo que allí en la nueva librería había una habitación que podía tener 12 metros cuadrados, que prácticamente era entera para el equipo informático [ríe y gesticula para resaltar el enorme tamaño del ordenador]. En Cádiz no había nadie que tuviese informatizada una librería. No sé si en Sevilla, en Málaga, pero por los comentarios de los proveedores era la primera librería andaluza en informatizar. Ahí ya salen las facturas por una impresora muy rudimentaria y todas las actividades ya pasan a estar alrededor del ordenador. Luego aparece el fax y todos los aparatos van siendo progresivamente más pequeños. Un amigo mío decía entonces que los inventos más importantes de la historia eran la penicilina y el fax.

Le duró poco esa teoría a su amigo. El fax desapareció
Claro. Con el transcurso del tiempo, no muchos años, la informática avanza una barbaridad y cambia la forma de funcionar de las librerías, de controlar el funcionamiento. Hoy cabe todo aquel conjunto de fichas, todos aquellos datos que había en el armatoste o en el ordenador enorme aquel en un aparato como este [señala un teléfono móvil]. Bueno, toda aquella información y muchísima más.

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Los clientes, ante la mesa en la que trabaja Juan Manuel Fernández.     MAURI BUHIGAS

¿Y el libro electrónico? ¿Recuerda que hubo un tiempo en el que se creyó que haría desaparecer el libro de papel?
La aparición del libro electrónico se unió al mal momento económico de los años 2007 y 2008. Esa etapa fue muy grave para el sector del libro. Bueno, para todos, para la sociedad. Y en aquel momento se cerraron en España 3.500 puntos de venta de libros. No todos eran librerías, que fueron mil y pico las que cerraron. Los que nos mantuvimos tuvimos que reinventarnos, adaptarnos a ese momento con unas nuevas cifras de ventas que, con las estructuras anteriores, habrían resultado imposibles. En nuestro caso, lo conseguimos. Y cuando alguien me preguntaba qué vas a hacer, cómo lo vas a plantear, le decía a todos que nos íbamos a reafirmar en nuestra línea de fondos clásicos para un lector de cierta exigencia a la hora de buscar libros. Claro que había que ceder, había otro tipo de libros más para el público general, los best sellers, sí, pero lo que dominaba, por ejemplo, eran los clásicos griegos y latinos, la poesía, la historia del mundo, historia local, filosofía de la ciencia, antropología, arqueología...

"Hemos podido mantenernos gracias a muchas pequeñas minorías que han conformado una mayoría que nos ha permitido vender suficientes libros para continuar"

¿Una oferta diferente a la que ofrecían otros canales de venta? 
Se unía una buena cantidad de fondos a que el buen lector veía un escaparate que invitaba a entrar. Nosotros hemos podido avanzar y mantenernos. Gracias a muchas pequeñas minorías que han conformado una mayoría que nos ha permitido vender suficientes libros para continuar 32 años. Ahora mismo se puede decir que la salud de la librería Manuel de Falla es buenísima. Hay un reconocimiento por parte del público a una labor que se ha realizado, a un mantenimiento de unas líneas de fondos que se han mantenido en el tiempo. Eso, el buen lector nos lo ha agradecido.

La librería Manuel de Falla no desaparece con su jubilación. La escritora y editora Carmen Moreno se hace cargo del establecimiento
Tanto mi mujer como yo decimos que si tuviésemos 25 años menos seguiríamos 25 años más, la librería tendría 25 años más de vida con nosotros al frente. Pero las circunstancias son otras. Tengo 69 años. Ella, 67. Ahora se dan las circunstancias, no sólo nuestras, del entorno, de la familia, para la jubilación. Lo que hay que hacer es continuar la línea de fondos que hemos mantenido y trabajar mucho, mucho. Hablo de diez horas diarias físicamente y otras tantas sin estar en la librería. En esto nunca se para de trabajar, de pensar qué vamos a hacer. Hemos llegado a tener más de cien actividades cada año en la librería a excepción de los dos años duros de la pandemia. Pero bueno, los resultados nos han satisfecho.

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El reconocido librero inició su trayectoria profesional y vocacional en 1973.    MAURI BUHIGAS

Quizás el cambio más llamativo en estas décadas ha sido el cambio de hábitos del comprador, en ese aspecto el impacto tecnológico ha sido mayor ¿La competencia de la compra a través de internet ha sido terrible? 
Hablamos de la aparición de Amazon y otros similares. Todo esto lógicamente ha hecho mella porque indudablemente hay muchos lectores que desde su casa cogen el ordenador y hacen el pedido. Aunque puedo decir que este tipo de librerías de fondos es la que menos ha notado esa nueva manera de compra. Al público que tiene cierta exigencia lectora le gusta tocar los libros, verlos en sus manos, ojearlos, hojearlos, hablar con el librero.

¿Sobrevive el ritual de visitar al librero, de consultarle y dialogar con él?
Es que en estas librerías, va mucho más allá de lo que se compra. No es simplemente "te pago y lo recibo". Es algo que va mucho más allá. Están los comentarios. Estar mirando y no saber qué libro llevarse. Me llevaría ahora mismo 25 ó 30 libros pero, claro, eso no puede ser. Tengo que seleccionar y poder elegir entre lo que ves y te interesa pero aquí puedes hablarlo. También puede ocurrir que después de lo hablado aquí o lo leído en prensa, un libro presuntamente interesante lo tienes en la mano y se te cae el interés. Es la elección del lector pero en la librería encuentra muchas posibilidades. No tiene comparación con sentarse delante del ordenador. A lo mejor tienen muy claro que quieren comprar un Quijote. Bueno, pues hay muchísimas ediciones y el librero te puede orientar, asesorar.

"Cuando he tenido que contar a algún amigo la decisión de jubilarme, a veces, me tenía que callar porque se me iba la emoción a la voz"

¿Se siente reconocido, valorado y querido por su clientela de todos estos años?
Siento la satisfacción de tener una gran masa de lectores en Cádiz y fuera de Cádiz. Un grupo grande muy cercano a nosotros. Tanto porque se han sentido identificados con los libros que teníamos como por el trato que de manera mutua se ha dado entre nosotros, los que hemos formado la librería. Eso ha generado unos lazos de afecto muy profundos. Tanto que, sin conocer a una persona, ha entrado por la puerta y hemos empezado a conversar de libros, hemos terminado en su boda, en el bautizo, sintiendo la falta de algunos miembros de su familia. Para nosotros es muy importante. Si tú estás durante días, horas y tardes trabajando pero lo que haces sólo es vender un producto, y recibir a cambio un dinero, no tiene compensación. Para nosotros es esencial el vínculo que se produce emocionalmente. La compensación viene por ese trato. Esa otra parte del mundo del libro te facilita tener un contacto humano, personal, con la gente que entra. Te hace sentir cercanía, sentir su alegría, su pena, tener un hilo emocional con muchos de los que entraron aquí. Tenemos aquí un texto de Manuel Vicent que nos regaló una muy buena amiga lectora. Dice que "cuando un librero conoce y ama su oficio, establece con el lector una relación muy cálida que es la prolongación natural de la cultura". Pues nosotros esa calidez la hemos superado, hemos llegado a puntos mucho más altos de sentimiento con la gente. Cuando le he tenido que contar a algún amigo la decisión de jubilarme, muchas veces me tenía que callar porque se me iba la emoción a la voz. Aunque es algo que nos satisface porque nos damos cuenta de que hemos ido más allá del mero trato comercial. Hemos llegado al fondo de la persona que para nosotros es mucho más importante. Nos han ayudado las personas a conservar nuestra librería, a darle alimento y cobijo a nuestros hijos. Ahora, a nuestros nietos. Y encima guardamos un cariño que es mutuo. Entonces eso nos llena de satisfacción. Ese aspecto para nosotros es muy importante.

"Esa otra parte del mundo del libro te facilita un contacto personal que te hace sentir su alegría, su pena, tener un hilo emocional con muchos de los que entraron aquí"

Por mirar al futuro, con esperanza y optimismo: ¿Ha notado los efectos de ese incremento tan notable de lectura entre los jóvenes que citan algunos estudios y estadísticas en los últimos años?
Nosotros hemos tratado mucho menos la parte infantil y juvenil por falta de espacio en la librería o por darle más espacio a otros temas. Lo notamos mucho menos pero sí vemos que vienen familias con hijos y todos terminan llevándose libros. Pero no puedo dar una impresión general como experiencia directa. Sí creo que las librerías infantiles y juveniles cada vez tienen más fuerza. Las editoriales se han esforzado por hacer libros con muy buen diseño, muy didácticos y eso lógicamente ayuda a que los chicos entren en el libro más fácilmente. Me consta que es así. Y aunque nosotros no lo hemos experimentado directamente, soy conocedor de que el sector ha salido beneficiado con una tendencia que hace unos años pensábamos que no se iba a dar.

¿Hay un furor lector vigente, en general, no sólo entre los menores de edad?
El año 2020, el más duro de la pandemia, pensamos que iba a ser la debacle. Y ocurrió que después de los tres meses que tuvimos que cerrar, como todo el mundo, el resto del año, a partir de mayo, el balance fue creciendo y creciendo, de junio a diciembre, hasta que superamos las pérdidas de marzo, abril y mayo. La subida de ventas compensó los tres meses de cierre y, al final, el año 2021 facturó un 25% más que el anterior. Luego, en nuestro caso, esa situación siguió. Hemos conservado ese porcentaje al alza. Otros compañeros también lo han conseguido. Algunos no han podido y, por desgracia, han cerrado.

Juan Manuel Fernández señala algunos de los carteles con lemas y citas.
Juan Manuel Fernández señala algunos de los carteles con lemas y citas.     MAURI BUHIGAS

¿Nunca ha tenido tentaciones, ofertas, para convertirse en editor? La distribución y la edición son sectores muy cercanos en el mundo del libro, asociados generalmente
No hemos tenido tiempo. Le hemos dedicado tanto esfuerzo, con tanta intensidad, tantas horas, a la función de libreros que en ningún momento me he planteado meterme en el mundo de la edición. Eso conllevaba distraerme de lo que realmente yo quería hacer. Y nunca tuve la intención ni la tentación.

¿En España hay más autores que lectores? ¿Se editan más títulos que personas habitan este país?
Se está editando mucho en España. Mucho, mucho. Como siempre. Siempre se ha editado muchísimo, muchísimo más de lo que el público español consumía. Lo que pasa es que antes había una puerta que era Hispanoamérica, hacia donde se mandaban muchos libros. Exportábamos. Eso, en un momento determinado, no recuerdo bien, si a finales de los 80 o en los años 90, se paró, se acabó, por el momento económico de los países hispanoamericanos. Algunas editoriales españolas tuvieron muchos problemas para subsistir precisamente por las deudas que tenían. Pero, a pesar de esa etapa, ahora se siguen publicando muchos libros. Eso sí, cuidando mucho más el número de ejemplares que se tira en cada edición. Antes había una media de 3.700 por edición. Ahora creo que ronda los 1.200 ejemplares. La media que sale al mercado ha bajado mucho, con lo que los almacenes están mucho más aligerados de fondos y no hay ese remanente que había antes.

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'Guía Repsol', 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o tertulias de Canal Sur radio y tv, Cadena SER, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción 'Ya vendrán tiempos peores' (2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blogs como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el podcast de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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