La atleta de la solidaridad
Ana María Sabido Galera (1955) es historia viva del atletismo en Jerez. Ha protagonizado gestas impresionantes y se convirtió en la primera española en correr 100 kilómetros en pista. Pionera corriendo 24 horas seguidas en pista, la jerezana fue la primera mujer española en finalizar el conocido como Maratón de las Arenas, la carrera más dura del mundo.
En su extraordinario palmarés también hay sitio para un campeonato del mundo de ultramaratón (Argentina, 2005), pero si por algo destaca esta atleta ultramaratoniana es por su sencillez, cercanía y solidaridad. La mayoría de sus carreras buscaban darle visibilidad a una causa social. Así, corrió contra la drogadicción, a beneficio de la esclerosis múltiple y para poner el foco en el espectro autista. Tiene una calle a su nombre en Jerez y fue ilustre reina maga de la Cabalgata de Reyes. Aunque ya no compite, Sabido asegura que no dudaría en volver a correr si se lo piden para fines solidarios.
Dice el refrán que correr es de cobardes...
Pues yo le diría que correr es la mayor satisfacción del mundo, por lo menos para mí. Cuando corría, disfrutaba al máximo. Si es de cobardes, cada uno que piense lo que quiera. Para mí, hacerlo es de valientes.
¿No se podría recetar lo de la fuerza de voluntad para correr?
La verdad es que sí, sobre todo para empezar. Luego, una vez que le coges el gusto, ya no te cuesta. Yo no me ponía nunca metas y lo que quería era tener tiempo suficiente para correr. No quería hacer una hora obligada porque tenía que entrenar. Me gustaba correr sin tiempo y sin prisas.
Mi coche se acerca peligrosamente a los 200.000 kilómetros. ¿Cuánto lleva tu cuentakilómetros?
La verdad es que lo tendría que mirar. Siempre apuntábamos los kilómetros. Lo que te puedo decir es que he corrido 37 maratones, tres carreras de 100 kilómetros, las 24 horas corriendo, más las pruebas de pistas y la vuelta que hice a la provincia, que fueron aproximadamente 650 kilómetros en quince días. Durante quince años habré hecho una media de unos tres mil kilómetros al año. Yo nunca miraba la distancia. Para mí las carreras empezaban cuando iba por la mitad. Cuando estás en una carrera de 100 kilómetros o una maratón, tienes que pensar que empieza cuando llevas la mitad, que es cuando empiezas a sufrir.
Durante quince años habré hecho una media de unos tres mil kilómetros al año
Con todo lo que has corrido, te habrá dado para casi una vuelta al mundo...
Pues casi. Ha sido una pasada. Han sido —el dato se lo pasa por detrás José Sánchez, su compañero de vida— un total de 31.252 kilómetros, contando los entrenos. Aunque faltan los de los últimos años, que ya no los apuntaba.
Y eso que empezaste tarde en el atletismo.
La primera vez que me puse fue con 39 años. Cogí muchos kilos tras quedarme embarazado y cuando tuve a mi hija, me puse a correr. Yo he disfrutado siempre mucho corriendo, aunque la verdad es que con la edad una ya va teniendo un trote más patatero.
¿En qué se piensa cuando una va corriendo sola durante tanto tiempo?
Cuando hice los 100 kilómetros o las 24 horas, carreras tan largas, piensas en la familia, en la gente que tú quieres, la gente que te aprecia y en los que ya no están. También tienes que pensar en muchas cosas que te ayuden a abrir la mente y tener capacidad de sufrimiento.
¿Estás siguiendo las pruebas de atletismo de los Juegos Olímpicos?
Sí, he estado siguiendo la marcha para ver cómo han quedado los españoles. Yo voy un poco a ritmo de como si fuera marcha. Corro igual el primer kilómetro que el último. Yo corro muy mal porque miro para abajo y hay que estar mirando al frente para disfrutar. Pero cuando estoy sufriendo no quiero que nadie me vea la cara y miro para abajo.
Ahora en verano hay mucha con la marcha nórdica por las playas. ¿Te has animado con los bastones?
Nosotros hemos hecho el Camino de Santiago y sí que llevábamos un bastón, siempre te ayuda cuando hay una piedra o cuando tienes que hacer mucho esfuerzo. Pero no me he animado con los dos bastones, aunque me parece magnífico que haya gente que la practique.
Mi trote es un poco patatero y cuando estoy sufriendo miro para abajo porque no quiero que me vean la cara
Tú que has recorrido la provincia entera, ¿en qué lugar te perderías?
Me gustan mucho los pueblos blancos, aunque para correr yo no soy mucho de montaña. En las cuestas sufro mucho, pero pueblos como Bornos o Villamartín son preciosos. Durante aquella vuelta que di a la provincia pude conocer todos los pueblos y la verdad es que hay lugares maravillosos. La gente me recibía, me ayudaba y me animaba. Fue una experiencia muy dura, pero muy gratificante.
¿Y qué ruta recomendarías para principiantes que quieran empezar a correr?
La avenida del Colesterol, que tiene sus cuestas y son unos cuatro kilómetros. Yo empecé así. Andaba y luego corría un poco. Me llevaba diez minutos corriendo y seguía andando. Ya luego ni necesitaba andar, todo lo hacía corriendo. Nosotros también íbamos antes mucho a El Puerto y volvíamos también corriendo. El principiante tiene que ir poco a poco. La respiración también es muy importante. Hay gente que dice que no puede respirar y ya deja de correr. Como de entradas digas que no, ni lo intentas. Yo siempre he sido muy dura. Una vez me habló Pacheco de la maratón del desierto. Yo no la había escuchado nunca. Le pregunté si la había corrido alguna mujer y me dijo que sí. Entonces tenía claro que yo también podía hacerla.
Por cierto, todos sabemos que tus piernas son extraordinarias, pero tienes muy en secreto lo de la genialidad de tus manos...
La verdad es que soy una persona nerviosa y me gusta a estar a tope en lo que me propongo. Como me gusta mucho la pintura, me apunté a la Escuela de Arte. Hice dos ciclos formativos de grado superior y uno medio. Y he hecho cerámica, ebanistería y pintura. Los profesores exigen tela y me ha costado la misma vida. Me lo propuse y me levantaba a las seis de la mañana a estudiar. Quiero hacer próximamente una exposición con mis trabajos. Disfruto mucho con esto, al igual que he disfrutado mucho con mi deporte y llevando el nombre de Jerez por todos los sitios.