Poco más de una década lleva establecida en Federico Mayo la cofradía de La Salud. En estos años la corporación ha prestado ayuda económica y social a sus vecinos y ha dejado en un segundo plano el desempleo y las drogas.
Cae la tarde en la plaza de San Rafael, en Federico Mayo. Hace años, no tantos, esta humilde barriada jerezana de la zona Sur, muchas veces olvidada por las instituciones, era casi exclusivamente noticia por sus altos índices de desempleo y por sus frecuentes redadas policiales en busca de narcotraficantes. Sin embargo, aquí, donde según un estudio del Instituto de Estadística y Cartografía de la Junta de Andalucía hay un 41 por ciento más de probabilidades de morir que la media andaluza, una hermandad de penitencia de reciente creación ha cambiado para muchos la imagen de esta zona.
Estamos en la iglesia de San Rafael y San Gabriel. En 2008, con el comienzo de la crisis económica, la Cáritas de la parroquia alertaba del terrible incremento de familias que necesitaban alimentos. “No tenemos ni un kilo de legumbres”, señalaba por entonces el párroco. Hoy la situación no es tan alarmante, pero todavía son muchas las familias que necesitan apoyo para poder salir adelante. Bien lo saben en la hermandad de la Salud, donde en los últimos días de la Cuaresma, a escasas jornadas para que la cofradía se ponga en la calle el Sábado de Pasión, la actividad es frenética con el montaje del paso de misterio y el reparto de papeletas de sitio.
Erigida canónicamente como hermandad en 2013, La Salud nació de la mente de unos chavales de Torresoto que, tras intentar sin fortuna establecerse en la parroquia de su barrio, acabaron siendo acogidos en Federico Mayo en 2004. Aquí maduró la primitiva agrupación hasta convertirse en una de las últimas hermandades de penitencia de Jerez. Desde entonces, la feligresía de la parroquia y la barriada entera la han hecho suya por derecho propio. “La hermandad le ha dado mucha fuerza al barrio, como ha pasado con la hermandad de La Sed” —la otra cofradía del distrito Sur—, señala Rocío Quintero, secretaria de la corporación. Efectivamente, en la hermandad se desprende ilusión y eso se transmite en Federico Mayo. “Los niños, en lugar de estar gamberreando, están aquí”, afirma Anabel Vázquez, delegada de juventud de la hermandad. Lleva casi un año en el grupo joven y en este corto periodo de tiempo ha pasado de contar con seis niños a alcanzar la veintena. “Yo tenía claro que para acercarlos a la hermandad había que hacer diferentes actividades, talleres… Mil cosas. Y eso hace que cada vez seamos más”.
Mucho se habla y se comenta del dinero que las hermandades destinan a labores de caridad. En la Salud tienen claro que antes que terminar de tallar el paso, de dorarlo, de completar el conjunto escultórico del misterio o de incorporar a la otra titular de la corporación, la dolorosa de Las Aguas, está la labor asistencial, ayudar a los necesitados de su parroquia, de su hermandad y de todos los que pidan ayuda en Federico Mayo. “Cuando la cofradía se instaló aquí empezó a verse más movimiento en el barrio, pero no tanto en el plano cofrade, sino en el social”, señala Carlos. “A todo aquel que venga a pedirnos ayuda, si está a nuestro alcance y dice la verdad, lo ayudamos, aunque no estemos muy boyantes de dinero”, añade Eduardo. Pueden dar fe de ello esos que necesitan comida en casa y que la tienen gracias a las recogidas de alimentos que se hacen periódicamente; o esos vecinos que sufrieron un incendio y que recibieron una pequeña ayuda económica; o los que no tenían para pagar los recibos de la luz o el agua… Lo saben también los padres de la niña Aitana Fernández, nacida con espina bífida e hidrocefalia y con más de 20 operaciones a sus espaldas. Hermana de la cofradía, al igual que toda su familia, no falta a su cita cada Sábado de Pasión revestida con su túnica de nazarena, a pesar de tener que echar mano obligatoriamente de una silla de ruedas. La niña, vecina de la cercana calle Marcelo Villalobo, necesitaba un ascensor en su domicilio para poder hacer una vida medianamente normal. La hermandad movió cielo y tierra para organizar todo tipo de actos, festivales y actuaciones para recaudar los 20.000 euros que su familia necesitaba, más cuando además sus miembros se encontraban en situación de desempleo. “Sin La Salud no hubiera sido posible. Solo tenemos palabras de agradecimiento”, afirma Paco, padre de Aitana, que este año volverá a acompañar a la hermandad de nazarena.
Pero, ¿quién ha dado más a quién? ¿La hermandad a Federico Mayo o Federico Mayo a la hermandad? “No sabría decirte. Quizás por igual. Lo que está claro es que barrio y hermandad han ido de la mano”, considera el teniente de hermano mayor. Anabel, la responsable de juventud, apunta que “eso se nota en la alegría que trasladamos”. “No es lo mismo formar parte de una hermandad de centro, en la que todo está hecho, que de una de nueva creación en la que se parte de cero y está todo por hacer. Aunque luego trabajemos igual que otras hermandades históricas, aquí se ha decidido el escultor de la nueva imagen del Cristo, la túnica, el paso… Esa motivación hace mucho”, concluye el hermano mayor. Lo que tienen claro, tanto la hermandad como los vecinos, es que si el Señor de la Salud fuera de carne y hueso, estaría con los más necesitados.