Un escudo del Real Betis en la pared, paquetes de patatas en la estantería, un calendario clavado donde se tachan los días y una imagen de la Virgen del Rocío. Podría ser un bar cualquiera de la provincia de Sevilla, pero no lo es. Sus particularidades no se observan a simple vista, pero apenas unos minutos sentado en la barra es suficiente para saber que se está pisando un lugar extraordinario donde decenas de historias se esconden en sus rincones. Un lugar donde poner el oído y escuchar te hace más sabio. Lo que viene siendo un bar de toda la vida que sigue viviendo en el mundo analógico mientras avanza lo digital.
Cruzar su puerta significa ver de frente a Gregorio, aunque posiblemente poca gente lo conozca por ese nombre. Lo llaman 'El Puebla' por razones que tampoco son muy rebuscadas: es de La Puebla del Río. Desde 2003 vive y trabaja allí gracias a una concesión de Costas. Ahora, no se va "ni muerto". El bar no tiene pretensiones y, por no aparecer, no aparece ni en el Google Maps a pesar de que está a escasos metros del río Guadalquivir.
Varios coches se acumulan aparcados en sus alrededores, pero a mediodía no hay nadie en su interior. Son de personas que trabajan en Coria del Río, pero que prefieren cruzar en la barca sin sus vehículos para ahorrarse un dinero que no es poca cosa. "Toñi Moreno me hizo una entrevista por una riada y le enseñé mi casa", dice orgulloso este sevillano de 71 años que antes de ser el jefe del lugar también fue parroquiano. "Soy más viejo que el hilo negro y yo entraba aquí muchas veces", señala antes de enumerar todas las profesiones a las que se ha dedicado.
No es sencillo encontrar una pista sobre el nombre del lugar, pero terminamos averiguando que el nombre oficial es Peña Cultural 'El Embarcadero' antes de que el bar comience a llenarse. 'El Puebla' lo tiene claro, pero aún así es feliz y sólo hay que verlo para comprobarlo. "No me voy a hacer rico, llevo 20 años y todavía tengo que pagar el piso", señala sobre un lugar que adquirió gracias a una licencia del Gobierno.
De una de las neveras saca una litrona para ir preparando el terreno. Según narra, pueden caer al día unas 70. En cuestión de minutos el vacío que existe se irá llenando de trabajadores del campo. Antes de entrar, eso sí, tendrán que esquivar a varias gallinas que corretean por la pequeña terraza que hay. "Si me pides por encargo, yo te hago un arroz o lo que quieras", afirma. Eso sí, pone de límite las cuatro personas. Menos no le sale rentable. "Para desayunar tengo de todo: carne mechada, queso, pringá y una buena cafetera", asegura. Los fines de semana no es raro ver amplias reuniones de ciclistas que aprovechan este 'templo' para un parón en su ruta.
'El Puebla' no falla. Dice que a partir de las 13 horas la gente empieza a entrar en el bar y así ocurre. Aun así, "no es lo de antes. Esto era una mina", asegura. La explicación es que ahora se trabaja menos en el campo, según este peculiar hostelero. Eso no impide que los que están escardando el algodón vayan apareciendo por la puerta poco a poco. De forma automática, 'El Puebla' comienza a sacar cervezas.
Uno de ellos nos reconoce como periodistas. "A mí no me vayas a sacar que estoy buscado por el Interviú". Lógicamente se refiere a la Interpol. O eso creo. Las discusiones con las caras conocidas no tardan en llegar. "¿No hay tomates? ¿Pero no me dijiste que llegaban a media semana?", dice uno. 'El Puebla' justifica la negativa con el hecho de que cuando se realiza este reportaje estamos a martes. "Bueno, ponme un paquete de patatas", se conforma.
Encontrar palabras para definir el lugar no es sencillo. A un lado está el río. Entre él y el bar se interpone un pequeño huerto que ha montado este sevillano con tomates, calabacines, pimientos o berenjenas. "Échale fotos a lo sembrado. Esto es bueno", bromea. También tiene gallinas, perros y cochinillos si no he entendido mal. "Una zorra se comió a la mitad", lamenta.
Los peones se sientan derrotado, cada uno en sitios que parecen llevar sus nombres tras repetirse cada día la misma rutina. Las conversaciones empiezan a surgir y 'El Puebla' lidera cada una de ellas. No puede faltar la cuestión del puente en Coria del Río. El famoso puente que no contenta a nadie pero que ha sido el proyecto elegido.
"La taladradora para el túnel costó millones y lo han vendido como chatarra", denuncia. Desde la barra del bar defiende que el puente no le interesa a Coria porque la gente "saldría en Palomares". Algo similar le ocurre a él. "Con el puente podría venir más gente si lo ponen cerca, pero si van a salir en Dos Hermanas no me interesa", agrega.
Las fotos en el Rocío colocadas en un mural lo delatan. Es un sitio de peregrinaje en el Camino. Son varias las hermandades que paran antes de cruzar en la barcaza para Coria. Antes, 'El Puebla' también hacía el Camino, aunque lleva años sin repetir. "A mí me cuesta el doble, lo que me gasto y lo que dejo de ganar aquí", explica. Hace un repaso por cada una de las fotos y nos da su teléfono por si decidimos reservar algún día para comer un arroz con pato. En verano, eso sí, será más complicado porque antes de marcharnos nos avisa de que estará con su caravana en El Palmar.