El mar engancha con sus encantos. El movimiento de sus olas, su olor y sus habitantes, plantas y animales que conviven en el océano y que suponen una riqueza para la sociedad. El Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía (Ctaqua) se fija en ellos. Este edificio, ubicado a escasos metros del río Guadalete y de la lonja de El Puerto, es el único de la comunidad autónoma que se dedica en cuerpo y alma a la investigación de uno de los sectores de producción de alimentos que más crece a nivel mundial. En España solo hay dos, el otro está en Galicia, también junto al mar, de donde se extraen ostras, mejillones, pulpos o rodofitas (algas rojas).
El centro nació gracias a la iniciativa de la Asociación de Empresas de Acuicultura Marina de Andalucía (Asema) hace 16 años. “Vimos que había una serie de líneas de investigación que para las empresas eran prioritarias y que no estaban cubiertas por las entidades públicas que en ese momento existían”, cuenta Juan Manuel García de Lomas Miel, biólogo de 63 años, y entonces directos de Asema. Este isleño ha visto crecer este proyecto que en 2007 fue apoyado por la Junta de Andalucía para afrontar estas nuevas líneas de trabajo.
La propia Administración financió durante los dos primeros años la actividad en estas instalaciones que fueron construidas en 2010, también gracias a los fondos europeos Feder. “Desde los últimos 14 años buscamos financiación a través de proyectos competitivos a nivel regional, nacional o europeo”, explica el actual presidente de Ctaqua, que compagina su puesto con la docencia en el máster de Acuicultura y pesca de la Universidad de Cádiz.
Así se configuró un centro “polivalente”, en el que, a lo largo de los años, se han desarrollado cientos de proyectos. “Buscamos que el sector de la acuicultura vaya mejorando, se haga más tecnológico, aplicando mejoras en el proceso productivo y en el dominio de las especies para que pueda ser más rentable”, sostiene García de Lomas, que ha conocido todo tipo de iniciativas desde el comienzo.
Antes, trabajaban en tres o cuatro proyectos al año y, actualmente, “estamos llevando más de veinte simultáneamente tanto nacionales como internacionales”. Ctaqua ha avanzado y ha dedicado sus esfuerzos a la alimentación, a la mejora tecnológica en los procesos productivos que desarrollan las empresas y a la introducción de nuevas especies. Por sus salas es habitual observar a licenciados en Ciencias del Mar, biólogos, veterinarios o químicos, en total, 26 personas que realizan su trabajo en laboratorios y espacios pensados para la investigación y para el estudio experimental.
García de Lomas recorre el centro que conoce como la palma de su mano y entra en una sala donde ejemplares de pez limón nadan en círculos en distintos tanques. “Esta especie tiene un potencial muy importante, se utiliza mucho en la cocina japonesa para el sushi”, expresa el presidente. Según explica, es la primera vez que se hace un estudio en cautividad con esta especie, muy sensible a los cambios en las condiciones del agua. “Aquí estamos intentado calcular cuál es la máxima densidad que pueden soportar, cuanta más densidad, más estrés, y eso provoca un menor rendimiento”, comenta mientras se asoma al recipiente.
Por allí han pasado numerosas especies marinas que entran y salen en función de los encargos de las empresas. El fin es conseguir las condiciones más favorables posibles para ellas a través de sistemas de recirculación que permiten trabajar en pequeñas salas con varias densidades, muy diferentes a los cultivos iniciales, que eran muy básicos. “Estos nos permite usar muy poca cantidad de agua, porque la renueva, es ecológico”, explica García de Lomas, que añade que “el bienestar animal es una línea prioritaria” en Ctaqua.
Mientras varios trabajadores se reúnen para poner en común las ideas de un proyecto, en el laboratorio de control de aguas, repleto de equipamientos que se han ido adquiriendo con el tiempo, se lleva a cabo el control de la calidad del agua y del vertido. El isleño explica con detalle cada recoveco del centro que se divide en dos plantas, la primera dedicada a la parte más teórica, y la segunda, a la práctica. “Aquí es donde están los bichos”, bromea mientras entra en una sala llena de cubas de 100 litros donde se distinguen unas 30 lubinas en cada una. “Una empresa nos ha pedido que probemos a alimentarlas con tres tipos de pienso para ver con cuál de ellos crecen mejor. Esta prueba suele durar en torno a 12 semanas aproximadamente”, detalla.
Después, se dirige a otra sala donde se divisa una población de langostinos muy pequeños, de la especie Vannamei, exportada de los Países Bajos. “Ahora mismo nadie está produciéndolo, esta empresa ha empezado a cultivarlo y nos ha pedido que veamos cómo se adaptan a la alimentación”, explica.
Durante la visita, el presidente pasa por delante de un espacio aislado destinado al desarrollo de vacunas para peces. En su interior, dos mujeres pasan las lubinas de unos tanques a otros para validar las dosis. “Trabajamos con prácticamente todas las empresas nacionales e internacionales para que no se contagien de patógenos”, añade Juan Manuel que, a continuación, saluda a Carmen, bióloga, y a Fabio, de la rama de Ciencias del mar.
Ambos están preparando pienso con una nueva fórmula. Cada sala huele diferente debido al tipo de alimento que dan a las especies. “Una vez que lo probamos, lo suministramos a las empresas”, dicen.
En Ctaqua también hay cabida para los productos transformados de la pesca y la acuicultura, es decir, la elaboración de ahumados, salsas o nuevas recetas siempre velando por la sostenibilidad económica y ambiental. Además, dedican un espacio al cultivo de macroalgas, ámbito en el que la entidad privada es referente a nivel internacional.
Juan Manuel se adentra en un cuarto donde la temperatura es mayor y distingue a cada macroalga por su nombre. “A esta le llaman lechugueta”, dice desde el lugar que alberga plantas que se ven con facilidad en las playas o en los esteros de la Bahía de Cádiz.
Según explica, “desarrollamos macroalgas para extraer moléculas funcionales que se están utilizando por ejemplo para champus o para suplementos para deportistas de alto rendimiento”.
Desde Ctaqua, miman los recursos del mar, los estudian y explotan sus posibilidades, con espíritu innovador y dando respuesta a las necesidades de I+D+I de la acuicultura. “Miramos al mar, aprovechamos los recursos que son casi ilimitados, pero siempre de manera ordenada y nunca permitiendo que hubiera sobreexplotación en ninguno de ellos”, dice el presidente.
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