Cuando la mayoría de gente, y probablemente también los gestores públicos, pensaban en eso de reactivar las competiciones deportivas en tiempos del covid, lo primero que venía a la cabeza eran esos espectáculos de primer nivel, los Madrid-Barça de fútbol, o de baloncesto, los partidos de Nadal o las veladas de atletismo. Pero el grueso del deporte en España, los que más corren, son los deportistas fuera de la élite y los clubes de cantera. Los primeros son profesores, o profesoras, o contables, o se dedican al reparto, y cuando llegan las seis, las siete, las ocho de la tarde, van camino de su otra obligación. Los segundos, los críos, son los de domingo montados en cuatro coches para jugar a 30 kilómetros, los de "haz la tarea antes de irte a entrenar". Y esos clubes, los que tienen a miles de jugadores amateurs, y dan camisetas de marca secundaria a sus canteranos, tienen problemas ahora para sobrevivir. A lo que más, en categorías senior pueden dar un pequeño salario que solo es un empujón para una familia para llegar a fin de mes. Los que más estructura tienen, son los que dan uno o dos empleos a media jornada o a jornada completa para la gestión. Son los obreros del deporte.
El DKV femenino, sin miedo: "La pandemia se vive diferente, tenemos algo por lo que luchar"
Rondan las siete y media y coinciden varias jugadoras antes del entrenamiento en el Palacio de Deportes de Chapín. Ya se marcharon los canteranos menores de 16 años, porque el club reorganizó los entrenamientos ante una decisión de la Junta de evitar el deporte entre pequeños a partir de las 18 horas, aunque a las horas rectificaran. El DKV tomó el relevo de un club que salió mal, Unibasket. Aquel, en pocos años acarició con los dedos el profesionalismo masculino, en paralelo a varios éxitos del femenino que llegó a Liga Femenina 2, el Chajeba'04. Hoy una de las referencias es el DKV, con más de una veintena de equipos de cantera, masculinos y femeninos, y de personas con diversidad funcional, mientras que trata de montar una sección en silla de ruedas que no termina de salir por la dificultad de encontrar jugadores.
Emi Aguilera, Alba Hernández y Virginia Pájaro son alero, base y pívot del senior femenino. El año pasado les quedaban tres partidos en Primera Nacional cuando llegó el confinamiento. No había sido una buena temporada, nada de ascenso a la vista. Volvieron a mediados de septiembre, primero fuera y luego en pista. En el confinamiento apenas pudieron tener en cuenta la competición. Cuando España desescaló, el preparador físico les mandó algunos ejercicios, aunque luego no hicieran falta porque la competición no se reanudó. Volver "ha sido una satisfacción" volver a jugar, porque no se compara a una lesión larga. "Yo la he tenido, estoy operada de dos rodillas, y esta vez lo que piensas es que no jugábamos, que no volvíamos".
Pájaro sí ha tenido covid, pero fue una semana que no pudo ir a entrenar por cuestión de trabajo, así que nadie tuvo que aislarse. "Muy leve, falta de gusto y olfato", dice. Esto del covid les ha hecho perder una de esas cosas que les hacían disfrutar, lo otro, reír, unirse, tomar algo. Una de las cosas que hace disfrutar entre cantera. "Eso une mucho al equipo". Han perdido esa unión entre ellas, pero incluso "con el otro equipo, porque hemos perdido lo de dar la mano al empezar, al salir a pista. Tampoco tenemos grito inicial. Llevamos mucho tiempo y las conocemos, da rabia".
Pero una vez que se inicia el partido, "no se piensa, estás concentrada", dice Aguilera. Nada de no ir al choque. "En el banquillo estamos con mascarilla, pero luego en pista no se nota, como si fuera un partido hace un año. El último partido sí jugaron dos chicas con mascarilla, era raro", añade Hernández. Como pasa en el deporte no profesional, "al final piensas que, si lo coges, te puede afectar en tu trabajo. Pero las ganas de jugar ganan". "Estamos empezando a vivir con el covid. Le estamos perdiendo mi-e-do", dice enfatizando, pero les mantiene "el respeto". Por un lado, "pensamos que por ser deportistas y jóvenes lo pasaremos leve, que deberíamos pasarlo leve. Yo le he perdido el miedo al pasarlo. El miedo es la familia".
Pero "no nos damos cuenta hasta que nos pasa a nosotros. Estoy mucho más concienciada desde que pasé el covid. Ahora lo veo real". Porque "la presión fue social. Los síntomas eran leves, pero me dio rabia que me llamaban cada cinco minuto por egoísmo, porque les influía a ellos. No hay empatía, me agobió mucho la gente. Me hicieron sentir mucha gente culpable, de cogerlo y propagarlo. Yo tomaba mis medidas, me tocó".
En la cantera del club se ha notado. Aguilera también ha sido entrenadora. "Hay dos o tres niñas que han dicho que no en Infantiles. Yo lo entiendo si tienen algo en casa". Pero lo ven "esencial porque mi sistema inmunológico es más fuerte por hacer deporte", dice Pájaro. "Hay más gente de fiesta que haciendo deporte", lamenta Hernández.
El míster, José Galán, explica que la formación ha cambiado. "Ahora queremos entrenar como una prioridad porque no sabemos si se va a acabar. Van con más ganas". En el club, solo compiten los equipos senior, no en cantera, que solo entrenan, explica. "De profesionales en cuanto a derechos no tienen nada, pero son profesionales, en teoría. En algunos pueblos no hay vestuarios por la norma de cada ciudad, de los polideportivos. Es distinto todo. Tomamos todas las medidas del mundo, aunque riesgo cero solo hay en tu casa. Yo mismo en mi trabajo tengo dudas de si he tocado un boli que ha tocado un cliente, por ejemplo, soy repartidor".
Eso sí, "creo que la pandemia la viven de otra manera, con algo por lo que luchar". Las que aguantan, porque sí ha habido bajas. "Si se pudiera hacer algo más, sería hacer PCR, que a partir de liga EBA, que es superior en masculino, se hace los miércoles. Pero en general estoy contento de que al menos podemos jugar". Los problemas que arrastran en el equipo femenino, "son los de siempre, porque la mujer, como en casi todas partes, también en el deporte está peor tratada, pero las medidas para el covid son las mismas que para nuestro senior masculino".
Y los clubes de estas categorías tendrán que afrontar con recursos propios las nuevas necesidades. Un equipo onubense de su liga está "a punto de retirarse. No pueden afrontar lo que supone. Bajan los ingresos pero en el pabellón, donde trabajaba uno, ahora trabajan dos. Hay que alquilar máquinas limpiadoras para cada vez que se entrena. En algunos pabellones no tienen garita, sino una silla, eso son más mascarillas, con más contacto con la gente".
En cualquier caso, DKV tiene un patrocinador fuerte, la aseguradora, y el cobro de cuotas a cantera e incluso a seniors. Pero es un club saneado, "sin gastos apenas si no se entrena", dice la presidenta, Karen Reyes. "Ha sido terrible el inicio por los cambios de protocolos, una locura, reorganizando el club varias veces, ahora con grupos burbuja donde entra también el entrenador, por lo que una misma persona no puede entrenar a dos equipos".
Hechas las cosas con tranquilidad, "somos un grupo que personas que echamos muchas horas, lo haces porque te gusta, porque has crecido con esto. Este verano vimos que tirábamos para tener también un senior en Nacional. Luego hay ligas en las que se duplican o triplican todos los gastos. Estamos dentro de una coherencia". Por eso, parece, pueden aguantar el tirón. "Ya teníamos una estabilidad económica de antes, pero no sabemos qué va a pasar, porque cada vez que la Junta toma decisiones estamos con las carnes abiertas para saber si tenemos que volver a tomar medidas", remacha Reyes.
El Industrial, solera (y criadera), machacado por el covid
El campo de La Juventud se sitúa en la zona Sur de Jerez. Como en muchas ciudades de contrastes, es el segundo estadio de la ciudad, humilde en comparación con Chapín. El Jerez Industrial ha sido y es ese equipo humilde históricamente. En categorías por debajo del Xerez CD, comparte nombre con una empresa liquidada que fue el corazón de la industria anexa al vino, cuando en Jerez se producía todo, botellas, tapones y lo relacionado con artes gráficas. El Industrial, por eso, es un equipo con solera, pero seguramente también con criaderas, nutrido de su cantera y las de algunos equipos de alrededor. Llegó a jugar en Segunda, y hace no mucho, en la profesional Segunda B, pero una mala racha e inestabilidad le llevó a militar por debajo de la categoría donde es histórico, la Tercera. Paradójicamente, dos clubes, el Xerez CD y el Xerez Deportivo FC, juegan ahora en ésta. Estratégicamente, una mala noticia para un club que vivía a las afueras del profeisonalismo fichando a jugadores de la cantera del histórico CD, pero el nacimiento del FC y las temporadas históricas del equipo pedáneo de Guadalcacín les ha ido poniendo las cosas difíciles.
Este año, el equipo hizo algunos refuerzos para lograr el ascenso. Está difícil en la categoría, porque no basta con quedar primero en liga, después hay que ganar una fase de ascenso. Las esperanzas este verano fueron, por ejemplo, Castillo, Benítez o David Narváez, de apellido que suena a gol pero que se reivindicó hace tiempo marcando muchos en varias categorías. Pero ya a finales de noviembre, el equipo solo ha podido disputar un partido oficial. Un brote con tres positivos obligó a aislar al resto de la plantilla. Por eso, ha habido dos bajas porque les ha afectado ese aislamiento en sus trabajos y ya no ven tan claro eso de jugar en una pandemia, una clave de la defensa, Maikel, central, y Castillo, histórico del fútbol en Jerez. Se juegan muchas cosas más que una liga.
"Nos ha frenado en seco nuestra preparación"; dice Pedro Garrido, presidente. Así es difícil. Tienen que compensar los cuatro partidos aplazados antes de enero, a una media de dos partidos por semana, y todo con una preparación física inferior al resto, volviendo a empezar, digamos. "Ya lo dijimos nosotros y otros muchos equipos este verano, que quizás lo mejor sería dejar esta temporada sin disputar, pero la Federación insistió en seguir. Sabíamos que era probable una segunda ola. Esto ha sido un golpe duro, porque se han cumplido los peores presagios".
Y la clave está en que han perdido "seis patrocinadores, más o menos importantes, que son fieles. Son de la rama de la hostelería, y ahora están afectados. Lo primero es el negocio y lo segundo patrocinar un equipo. La relación es cercana con ellos y lo entendemos, este año no es posible, pero para nosotros es un golpe", señala el máximo dirigente. El presupuesto del Industrial va de los 50 a los 55.000 euros anuales. Nada en comparación con el de grandes clubes que son capaces de generar millones. Es una pequeña empresa.
El entrenador, Juanjo Durán, fue monje antes que fraile. Ahora entrena a Jesús Barrera, Kevin Bonilla o Juan Rosillo. El míster explica que "aún hay incertidumbre" sobre el brote. "Somos personas como los de Primera, necesitamos seguridad". Barrera se dio de baja también en su trabajo. "Hay un compañero que ha perdido el trabajo por faltar esos diez días". En partido oficial no se puede jugar con mascarilla, por norma. Para el jugador es difícil pensar cómo mantener su rendimiento durante más de 90 minutos. "Hay otras soluciones, como hacer test entre semana, como hacen en otras categorías". Son claros. Durán señala que "en Jerez no teníamos tantos casos, pero ahora está por las nubes". Se han planteado parar si hay más contagios en la ciudad. "Pensábamos que lo iban a parar, lo habríamos preferido".
Bonilla señala que "contacto en el vestuario no existe". De hecho, solo se cambian "algunos que vienen de Olvera, los que vivimos más cerca, como yo, volvemos a casa sudando. Yo voy a El Puerto". "Estamos porque nos gusta, no por otra cosa. Es la pasión sin ser profesional, amamos el fútbol. Por eso, lo hemos hablado, 'quillo, nos plantamos todos y decimos de no jugar o qué hacemos', pero luego te da esas ganas que tienes desde que tienes uso de la razón", dice Barrera. "Nosotros tenemos ganas de jugar. Mientras permitan, vamos a seguir jugando. Pero deberían pensar en parar hasta que la situación mejore", añade Rosillo.
"El club vive de la taquilla", recuerda Kevin. "Ahora no entran ingresos en estos clubes. Esto debería salir de la Federación, que así no se puede competir". "No es razonable deportivamente, no hay ritmo. No tenemos fiabilidad, ¿cómo sabemos que hoy mismo, en el entrenamiento, no nos vayamos a contagiar innecesariamente?", se pregunta Durán. "No digo suspender, pero sí parar hasta que la situación mejore. Estamos en un pico alto. Los clubes, sin los jugadores, no son nadie. Y la Federación, sin los clubes, pues tampoco es nadie".
Sin ser profesionales del fútbol, sí intentaron mantener cierto estado de forma durante el confinamiento. Había esperanza de volver a jugar. "Yo no he parado de trabajar en el confinamiento, porque me dedico precisamente a desinfecciones de tema covid. Pero hay gente que no podía salir. No estábamos preparados para competir", dice Bonilla. "Al final, una cuerda de resistencia, una comba, pero poco más. No te da un nivel físico", ni en el confinamiento ni en el aislamiento de diez días. A nivel deportivo, este año no ganarán necesariamente los mejores. "El equipo menos perjudicado en tema de contagios y demás es el que parte con ventaja. Nosotros somos el único aislado, hemos empezado de cero la preparación. A lo mejor los filiales no lo sienten tantos, pero nosotros tenemos algunos jugadores más veteranos".
Eso sí, cuando el balón rueda, no se acuerdan de nada de lo que pase fuera. El terreno de juego es un templo de paz y pasión. "Puedes tener problemas en casa, personales, pero se te olvida todo. Da igual el covid", dice Barrera. "Es feo sin aficionados, eso sí", recuerda Durán. "Sin ver gente en la grada, no es igual". Ahora, les toca seguir preparándose para recuperar los partidos aplazados. "Seguiremos pensando día a día. No se puede hacer preparación a largo plazo. Pero sí ha cambiado en que les damos cariño, les apoyaremos en todas sus decisiones, somos personas, como ellos. Si deciden parar, le hemos tendido la mano desde el cuerpo técnico". Son eso, personas. Que juegan al fútbol, así que futbolistas. Pero en las mismas en esta pandemia.