Así es Manuel Rubiales, el 'Clint Eastwood' de la tonelería: escritor y divulgador a los 92 años

Este artesano, como le gusta definirse, ha presentado en el Consejo Regulador un libro que escribió hace 31 años y que es todo un homenaje a su oficio, mientras sigue al pie del cañón trabajando en pequeñas piezas

Manuel Rubiales Perdigones, tonelero, bromea durante la presentación de su libro en el Consejo Regulador que fue un homenaje a él y a su oficio.

Manuel Rubiales Perdigones ha sido tonelero, pero también escribe, compone y recita poesías. Además, hace sus pinitos ante las cámaras divulgando aspectos de su oficio de toda la vida. Siendo algo curioso, tampoco sería extraordinario... si no fuera porque dentro de poco cumple 93 años. Casi como Clint Eastwood, vaya. Manuel recuerda al actor de cine de películas del oeste, género que le encanta, pero él tiene muy claro que está en una redacción de periódico –le acompaña su hijo Jesús Rubiales, reconocido venenciador– para hablar de su libro, como dijo aquel por la tele.

El caso es que Manuel Rubiales presentó esta semana en la bodega San Ginés de la Jara, en la sede del Consejo Regulador, su particular "Bella Durmiente", que es como se refiere a su libro, debido a que ha estado 31 años descansando en un cajón. Se trata de 'Recuerdo de un pasado', que suena así como a película de Jacques Tourneur ('Retorno al pasado'), libro en el que deja constancia tanto de su vida como de su oficio. Sobre todo de su oficio, un oficio bello y duro como es la tonelería... y en su época, más. Todo un homenaje desde su vivencia personal.

Manuel Rubiales, rodeado de familiares.   MANU GARCÍA

"El libro se lo dicté a mi hija Cristina, que fue la que lo pasó a máquina y le dio también el estilo. Estuvimos siete u ocho meses escribiéndolo", dice. Luego, entre unas cosas y otras, por lo que sea, el libro se quedó todo ese tiempo 'dormido' hasta que hace poco se interesó por él su nieto Rubén, que lo digitalizó. Ahora, la familia busca alguna editorial o institución para que finalmente salga a la luz. Se puede decir que es el legado de Manuel, que ha trabajado 50 años, desde los 14, en distintas empresas (Paz Varela, Garvey, Zoilo Ruiz-Mateos, Sánchez Romate... ha tenido taller propio y ha trabajado también para talleres particulares), pero siempre en tonelería. "Tonelero artesano, que con el martillo parece que vas trotando y la bota de roble, poco a poco, se va cerrando", nos dice durante un momento de la conversación, unos versos que compuso hace años para ensalzar su oficio... vaya, lo que suele ser común en todas las profesiones.

Manuel Rubiales, que no hay que dejar pasar que se jubiló en 1996, recuerda que ganó tres veces el concurso de tonelero que se organizaba por las antiguas Fiestas de la Vendimia (eran los llamados concursos laborales: también los había de otros oficios del sector, caso del arrumbador o venenciador, sin ir más lejos) y que, "cansados de que ganara", le pidieron desde la organización que fuera jurado del premio. Así es Manuel, tonelero entre los toneleros, y así sigue siendo porque tiene un pequeño taller en el que se entretiene elaborando distintas piezas a partir de botas, como sofás, butacas, lámparas... y, por supuesto, pequeñas botas de unos cuatro litros que, más allá del adorno, se pueden utilizar perfectamente para albergar vino. A veces se abusa mucho de términos como el de artesano, pero ese no es su caso: si antiguamente la tonelería era fuerza, fuego y agua para domeñar la madera (parte del proceso sigue siendo así), él en sus ratos libres lo sigue practicando en el pequeño taller que tiene, eso sí, lo hace a pequeña escala.

Manuel Rubiales Perdigones, durante su homenaje en el Consejo Regulador.  MANU GARCÍA

Cuando su hijo Jesús y este cronista le contamos que hoy por hoy la tonelería en Jerez se está abriendo incluso a las visitas turísticas, Manuel sonríe, no queda muy claro si porque no acaba de entender el interés que pueda tener para generar visitas o, al contrario, porque tal vez siempre pensó que acabaría ocurriendo, que la plástica de su oficio antes o después tendría que ser apreciada por gente profana no ya a la profesión, sino incluso a lo que es el mundo de las bodegas.

Preguntarle a Manuel por el 'sherry cask' y el auge que tiene en la actualidad en el Marco de Jerez es terminar escuchando "Ah, lo de envinar botas para que se las lleven para el whisky, ¿no?", que es lo que viene a ser el 'sherry cask', desde luego, a la descripción no le falta un perejil. Manuel nos recuerda que eso es de siempre e incluso nos informa de que le consta que se llegó a echar virutas procedentes de botas que ya entraban en desuso a botas nuevas para dar más sabor al contenido. 

Durante la charla, como se dice ahora, Manuel lo que quiere es colocar su mensaje. ¿y cuál es? Pues como ocurre casi siempre, lo importante es lo básico. "Si no hay toneles, no hay negocio, no hay vino, no hay nada. Eso es lo primero, los toneles, las botas", dice, a la vez que reclama que Jerez tenga una estatua que reconozca la importancia de este oficio, "si es por el Parque Atlántico, mejor", bromea, obviamente la zona de la ciudad en la que vive.

Y a todo esto, ¿qué vino bebe Manuel Rubiales? "Pues ahora me gusta el cream, tengo un par de botitas y está muy bueno. De vino de Jerez yo siempre he sido más bien de fino, pero a mí lo que de verdad, de verdad, me gusta es el mosto". "¿Y qué bebe usted, una copita diaria?", preguntamos. "Y dos, y dos", se apresta a decir Jesús, mientras responde por su padre y sonríe ampliamente. Pues ya saben, apunten. Y casi 93 años.