Van todas las tardes -cuatro, cinco horas, "incluso algunos domingos"- a uno de los sitios más tristes de Cádiz para compartir alegría. Se encierran en uno de los colegios del triángulo de la pobreza en la ciudad para abrir baúles llenos de palabras y tesoros. Van a ensayar pero, asombro, no es Carnaval. O quizás, sí.
El Carmen Jiménez acoge la reunión diaria del prodigio. Ese centro está entre los luminosos gigantes de El Corte Inglés y un Mercadona amplio. Así, el agujero negro (está a oscuras y bajo el nivel de la calle) hace más constraste.
El recinto educativo ya habría sido un bochorno en cualquier ciudad o pueblo de la España de los años 60. Habrá que graduar el calificativo para actualizarlo medio siglo después. Con todo su deterioro, aún late. A falta de niños y alumnos, ya trasladados, cobra vida con los que vuelven a serlo gracias al teatro.
Las administraciones públicas competentes (Ayuntamiento y Junta de Andalucía deben de ser) han dejado morir el lugar de forma metódica desde el siglo pasado. A base de toneladas de abandono, una década tras otra.
Es difícil encontrar una mayor vergüenza en la educación pública en la provincia por más que su función docente se extinguiera casi en su totalidad hace años.
Piquetes en la entrada, hace lustros, sin iluminación exterior, humedades, remiendos y desconchones allá dónde se mire, cuartos de baño tétricos, fuerte olor a dejadez en cada sala y todo el contorno de las teóricas aulas convertido en aparcamiento de muchas decenas de coches vecinos.
Hay cubos de plástico a la puerta del centro para que los ciudadanos no aparquen sobre el escalón de entrada, encima del porche. Parece que los coches entrarían hasta la que fuera sala de profesores, hasta cualquier antigua clase, sin esa barrera de juguete o si la puerta fuera un poco más ancha.
A ese lugar acude hace cuatro años un grupo de serenos entusiastas. Vienen del lugar más difícil para cada ser humano: la mente propia. Varios tienen diagnosticada enfermedad psiquiátrica o psicológica, otros tienen alteración cromosómica, como síndrome de Down.
También hay casos de algún déficit en capacidad intelectual o cognitiva en distinto grado. O ansiedad. O depresión. O nada de todo lo anterior. Hay quien acude sólo con curiosidad, con ganas de ayudar y descubrir. "Da igual, todos tenemos nuestro toquecito dado, lo diga un médico o no", dice con una sonrisa el director del grupo Pedro López Raya.
El vínculo inicial fue la enfermedad mental o la discapacidad intelectual porque Telón Cádiz Inclusión nació en la sede de la Familiares y Allegados del Enfermo Mental (FAEM) con sede junto al estadio Nuevo Mirandilla, en 2010. Nueve años después se independizó como asociación propia.
El elemento de unión -enfermedad o discapacidad- sigue presente pero se volvió secundario pronto. Hace más de diez años, casi desde el principio, lo que liga a todos es el amor por el teatro, la pasión por dar vida a la palabra, por la interpretación.
"Es nuestra terapia, nuestro juego, en Francés, en Inglés, se usa la palabra play para interpretar. Es nuestro refugio, aquí nos encontramos cada tarde y pasamos unas horas estupendas, nos hartamos de reír aunque también hay mucho trabajo", detalla López Raya en un salón atestado de tocados, pelucas y ropaje de todas las épocas, rematada por una escenario en el que hasta el atrezzo es de producción propia.
Su hijo, Pedro, es uno de los actores principales, "uno de los cinco magníficos", junto a Juan Oncala, Manuel Rodríguez Cárdenas, David Vázquez y otros compañeros, también con el concurso de Sophie, una francesa que perfecciona su Español a base de horas de ensayo.
De vez en cuando aparece Laura, una jovencísima portuense que también encuentra imaginación para compartir en este escenario escondido que sale a la luz de tanto en tanto. Es el ejemplo de que la asistencia es libre, voluntaria, recreativa. Hubo algunos, pocos, que dejaron de venir por circunstancias. Otros acuden algunas veces por semana, varias cada mes.
"Es imposible valorar lo que supone para ellos verse capaces de memorizar un texto, de darle vida, subirse a un escenario y dirigirse al público", afirma una de las colaboradoras más recientes, una voluntaria recién jubilada que acude cada día desde su casa en el colindante barrio de Guillén Moreno.
Antonio Quintero es otro colaborador, veterano trabajador jubilado en centros de ayuda contra las adicciones, ahora aporta su experiencia en Telón Cádiz Inclusión: "Entre ellos, en el grupo de teatro, en los ensayos y las representaciones no existen la envidia, la crítica dañina o el mal genio. Ellos son de verdad. Dicen lo que sienten y piensan, sin autocensura y sin intención de herir. Los que creemos que estamos bien, los demás, podríamos aprender mucho de ellos".
"El teatro es una ayuda impresionante a la hora de relacionarse, de socializar, descubrir su lugar en el mundo. Refuerza la autoestima y desarrolla su autonomía a través de la representación teatral", asegura la Universidad de Cádiz en un texto de presentación de este grupo.
Las representaciones han sido numerosas en los últimos años y con gran éxito. Telón Cádiz Inclusión está especializado en montajes que superan la hora de duración, en los que unen distintos textos cortos, a veces con un nexo argumental, en otras ocasiones independientes, con el humor como fondo habitual.
Juan Oncala, presidente y actor, desvela sin pretenderlo el rigor con el que afrontan cada obra: "Es un proceso largo. Primero conocemos el texto, luego tenemos que entender al personaje, conocerlo, y entonces ya empezamos con la lectura colectiva, aquí, juntos, en corro, para luego pasar a los ensayos". Es un proceso de meses que ha culminado con un repertorio consolidado y muy aplaudido.
"Tratamos de que sea un humor neutro, sin demasiada ironía ni carga política", aunque en el ensayo estallan risas con un texto en el que un rey español, llamado Juan, al ser llamado "bribón" por una de sus amantes responde que no le llame así, que ese será, en todo caso, el nombre de su barco.
Telón Cádiz Inclusión ha pasado con gran éxito por escenarios de Chiclana, El Puerto de Santa María y Cádiz. Especialmente frecuente ha sido su colaboración con distintos colegios e institutos, con la Universidad de Cádiz y Gerasa. Son las instituciones que más eco y acogida han dado a sus obras y representaciones.
"Más que instalaciones, nos vendría muy bien la colaboración de un psicólogo, quizás esporádica, y también que cuenten con nosotros, que nos llamen"
Las próximas semanas se presentan llenas de citas. El Baluarte de la Candelaria es la próxima escala, los días 19 y 20 de diciembre. En enero, los días 23 y 24, tienen previstas actuaciones en la Casa de las Artes, que engloba a los conservatorios y centros de Bachillerato Artístico en la ciudad de Cádiz.
El director, Pedro López Raya, se muestra ilusionado con este calendario y ni siquiera se muestra muy reivindicativo, apenas pide mucho. "No estamos descontentos con las instalaciones", afirma pese al llamativo deterioro del colegio Carmen Jiménez.
Lo que quieren es actuar, que les vean: "Lo único que pediríamos sería que nos incluyeran en circuitos de representación teatral, que cuenten con nosotros, que nos llamen. Bueno, también la colaboración de un psicólogo. Nos vendría muy bien su ayuda. Quizás no a diario, esporádica, alguna visita semanal, quincenal, mensual, que nos asesorara un poco".
Una leyenda del teatro español como protector
La mayoría de los montajes que tiene Telón Cádiz Inclusión en su repertorio son adaptaciones de textos anteriores, aunque también los hay originales. Entre las versiones, abundan las de su gran padrino y protector, José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942). El dramaturgo y director teatral entró en contacto con el grupo gaditano hace más de diez años.
El hecho de que tenga residencia en El Puerto de Santa María y la amistad con el presentador y actor Enrique Miranda puso a López Raya y sus actores en contacto con esa leyenda de la escena española. El autor ha visitado al grupo en varias ocasiones, ha supervisado algunas versiones, mantiene una comunicación frecuente cuando se lo permite su estado de salud y ha dado numerosos consejos en primera persona.
En una entrevista publicada en los primeros días de 2022, el dramaturgo explicaba su sensación sobre Telón Cádiz Inclusión: "Valoro muchísimo su tarea, su esfuerzo y su valentía. Se dejan el corazón cada día para hacer arte. Una cosa es respetar y valorar su trabajo y otra, no tener metas ambiciosas. No vale decir que son aficionados, que tienen limitaciones. Si se hace teatro hay que hacerlo bien por respeto a uno mismo, a los que van a verte y al arte teatral. A mí no me compensa que a un grupo de teatro le aplaudan por cariño y por solidaridad. Les aplauden por admiración artística".
Para entender la magnitud del respaldo, basta recordar que Alonso de Santos, confundador de Teatro Libre y Pentación, ha escrito casi 50 obras con gran éxito. Algunas -Bajarse al moro, La estanquera de Vallecas o Salvajes-, adaptadas al cine. Como director teatral fue responsable de obras de Brecht, Aristófanes, Calderón, Baroja, Valle Inclán, Plauto y Shakespeare. Ex director de la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid y de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, fue presidente de la Academia de las Artes Escénicas hasta 2018. Entre una veintena de premios ha recibido tres veces el Nacional de Teatro, el Tirso de Molina y varios Max.
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