Recuerdos a flor de piel. Una estructura imponente se erige frente a las aguas en el varadero del Guadalete. Escuálido y desgarrado por el paso del tiempo, el que tantas veces saludaba a la Bahía ahora llora en un dique esperando su rescate. Como también lo hacen aquellos que tanto amor profesaron a la embarcación que surcaba entre Cádiz y El Puerto. Frente al Vaporcito, aquel trágico 30 de agosto de 2011 revive. Justo 10 años después, dos portuenses miran el reloj. Van a dar las 18.15, maldita hora en la que se hundió en el muelle de Reina Victoria. Tras 28 días en el fondo del mar, fue reflotado y, desde entonces, su salvación ha sido la utopía de “unos pocos locos”.
A José María García Flores y a José Antonio Pomares se les parte el alma ver al símbolo de El Puerto abandonado a su suerte. El presidente y uno de los miembros de la Asociación Portuense El Vaporcito lamentan el pésimo estado en el que se encuentra esta reliquia marinera. Cuando lo ven así, sienten “impotencia”. Para ellos, “es como si tienes devoción por una imagen y la ves con medio brazo. Venir aquí nos duele mucho”.
Un pasodoble de Los Majaras ya reivindicaba la recuperación del Adriano III cuando cumplió su primer año en el varadero. “El cumpleaños que tiene mi barco es una vergüenza, lo han abandonao, lo han dejao tirao y ahora es sólo un viejo marinero en tierra”, entonaban con dolor. “Con las manos atadas”, la asociación lucha para que el barco tenga la atención que merece después de 82 años de vida -existieron otros dos Adrianos antes de que el tercero iniciara sus viajes en 1955.
“Para nosotros no es un trozo de tabla, es una vida entera”
Carnavaleros de corazón y muy arraigados a la cultura marinera, José María y José Antonio aseguran que lo tienen que “querer por fuerza”. Sus raíces y sus vivencias les pueden. “Salí en la agrupación El Patrón de la Bahía, íbamos vestidos de Pepe el del Vapor reivindicándolo antes de que se perdiera”, dice José María que le lleva cantando a los cuatro vientos toda su vida. Son “gente de la mar, del mundo pesquero y de la Virgen del Carmen”, se han criado en la Ribera del Río y se niegan a darle la espalda. “Es una parte muy importante de los años de mi vida”, dice el presidente mirando al pasado.
En su mente resuena aquella sirena, banda sonora de la ciudad, que avisaba de las salidas del barco. El Puerto sigue huérfano de “pitadas” a las 11.00, a las 13.00 y a las 15.30. “En aquel tiempo no me hacía falta tener reloj, sabía qué hora era por el vapor”, comenta el portuense con la embarcación a sus espaldas.
En 2014 nació la asociación que no se cansa de remover cielo y tierra para recuperarlo. “Para nosotros no es un trozo de tabla, es una vida entera y vamos a intentar por todos los medios de que esto se restaure y sea el emblema de El Puerto”, aseguran. Desde que comenzaron su andadura han perseguido la restauración e incluso han soñado con verlo navegar de nuevo. Pero los obstáculos, la burocracia y los trámites lo han impedido. Principalmente, porque el vaporcito tenía un propietario, Manuel Ramos.
“No nos lo quería donar y no teníamos la capacidad para poder darle lo que él pedía. Como no era nuestro no podíamos hacer nada, ni dirigirnos a las autoridades competentes para restaurarlo”, explican desde el terreno repleto de despojos. Sin embargo, en 2020 la asociación dio un paso más. El propietario le donó el vapor, “cuando vio que ya no tenía salida”. Así, se puso manos a la obra con ilusión. Por fin iban a poder salvarlo, pero todavía quedaba un largo camino que recorrer. La pandemia, una vez más, lo arruinó todo.
“El 13 de marzo estábamos en notaría firmando y el 14 se declaró. Llevamos un año y medio sin poder hacer actividades”, explican los portuenses que destacan la incertidumbre latente. Además de la crisis, que todo lo ralentiza, no cuentan aún con los permisos necesarios para poder iniciar la restauración. El objetivo es recaudar los fondos necesarios para el proyecto de recuperación-unos 200.000 euros-mientras que van arreglando los inevitables procesos burocráticos.
Según detalla José Antonio a lavozdelsur.es, la intervención requiere de unos permisos de Autoridad Portuaria. “Necesitamos vallarlo, acotar la zona para que nadie entre y traer maquinaria para poder empezar a trabajar”, dicen señalando los límites del varadero.
“Lo que está dañado de verdad es el revestimiento”
La madera dañada y los restos de tela que cuelgan de su esqueleto llaman la atención de los transeúntes que se asoman a la valla. “El pobre está abandonado”, exclama uno de ellos. “El que pasa por aquí se cree que no estamos trabajando porque no ve avances”, comentan desde el otro lado del recinto. Las cosas de palacio van despacio.
José María asegura que los trabajos de restauración se centrarían en la fachada. “Las cuadernas y la quilla están bien porque antes de hundirse se las pusieron nuevas, el armazón está en buen estado, lo que está dañado de verdad es el revestimiento”, apunta. El barco, deteriorado, está pidiendo auxilio. También ha sufrido vandalismo a lo largo de estos años. Un día una persona cortó con una segueta la hélice de bronce y otra dibujó un grafiti en sus cristales. “No queremos que esto sea un nido de ratas y de delincuencia”, afirman los socios.
La asociación, ahora dueña legal del barco, ha decidido proceder a su restauración para rescatarlo del olvido, pero ha descartado que vuelva a navegar. “Para eso debería tener unas directrices nuevas, cambiaría la estructura, la cantidad de asientos, un acceso a minusválidos. No sería igual, dejaría de ser el vaporcito”, cuentan.
La restauración correrá al cargo de un grupo de carpinteros de ribera que ofrecerán una escuela taller durante los trabajos con el fin de transmitir a otras generaciones un oficio casi extinto. Además, una vez restaurado, desean devolverlo a su casa, quedando atracado en el muelle de San Ignacio, y convertirlo en un museo, un centro de interpretación dedicado a las especies autóctonas de la Bahía gaditana que también albergue la historia de este histórico vapor. “El propietario nos cedió cosas que tienen muchísimo valor, como el diario de a bordo del vapor y la placa original”, comenta José Antonio.
De momento, el Ayuntamiento afirma que “permitirá su colocación en un punto privilegiado de la Ribera del Río, muy cerca del que fue su punto de atraque durante muchas décadas”. Por lo que su ubicación final aún no estaría definida.
“El propietario nos cedió cosas que tienen muchísimo valor”
La exposición se montaría en el interior del barco y rendiría homenaje a la historia portuense mientras que sería un atractivo para turistas. La idea es cuidar a una seña de identidad y apostar por la divulgación cultural. “En el momento en el que esté terminado se lo vamos a ceder al Ayuntamiento para que ellos le den vida y no sea un monumento como el que está ahí enfrente”, explican.
A su vez, la asociación ha encargado un busto en honor a Pepe el del vapor, conocido como el patrón de la Bahía, capitán encargado de poner rumbo a la Tacita de plata cada día. La escultura, que se encuentra en la última fase, se ha financiado a través de la venta de merchandising del Vaporcito y gracias a la colaboración de las personas que disfrutaron del festival carnavalero celebrado los días 27, 28 y 29 de agosto.
Con este tipo de iniciativas, quieren recaudar el importe total que reflote al añorado vapor. “Nosotros seguimos al pie del cañón y lo vamos a lograr”, añade José María con ímpetu. Él y José Luis Sara, secretario de la asociación, son las “almas máter” de este proyecto que cuenta con muchísimo apoyo y que hace soñar a generaciones. Ellos no pierden la esperanza de volver a ver al rey de la Bahía. “Todos tenemos nuestra anécdota con nuestros padres y abuelos”, dice el carnavalero, que ya lleva 7 años imaginando al vapor en el muelle. “Ay, Vaporcito del Puerto, feliz cumpleaños, viejo, ¡y que cumplas muchos más!”, cantaban Los Majaras.