En la zona de Riqué, con la ribera del río Guadalete dando frescor y humedad a toda las tierras circundantes, hay un mar de plástico a medio levantar. Es pronto para taparlo todo y combatir las temidas heladas, pero poco a poco todo se va preparando el caldo de cultivo para una temporada que cada vez arranca antes de lo previsto. A vista de dron se divisan 86 invernaderos sobre cuatro hectáreas de suelo fértil donde germinan miles de matas de fresas que ya han empezado a madurar en pleno mes de noviembre.
Desde hace dos semanas, la familia Pérez, conocida en Puerto Serrano como los Gato, revisa de impurezas los lomos de fresas. Recolecta los primeros frutos (calcula que antes de final de mes habrán recogido unos 250 kilos), separa los que son de segunda categoría y arranca las impurezas.
"Ahora mismo podemos casi pedir el precio que queramos que nos las quitan de las manos. No para de sonar el teléfono de los almacenistas preguntándonos por las primeras fresas de la temporada; traednos ya fresas que los clientes se arañan la cara...", apunta Francis, que a sus 33 años lleva ahora las riendas de la explotación y tiene dos fruterías en la localidad serrana. Por algo, aclara, a esta primera gran cosecha la llaman "la cosecha de oro". Precios entre 5 y 6 euros el kilo están pagando los distribuidores, lo que hará que el precio final para el consumidor aún crezca un poco más.
Normalmente, Marruecos se adelantaba en la campaña por una cuestión climática pura y dura, pero de un tiempo a esta parte el fresón de Puerto Serrano “está entrando a la vez o antes” en los mercados, lo que lo hace cada vez más rentable. De hecho, según ha podido saber lavozdelsur.es, ya hay multinacionales que están estudiando terrenos en el municipio para el cultivo de frutos rojos y otros productos por lo pronto que salen rumbo a los consumidores y, especialmente, por la calidad que tienen los suelos.
Mientras se eterniza la polémica por la ampliación de las zonas regadíos de la corona norte de Doñana para satisfacer la demanda de agua de los productores de berries de Huelva, el kilómetro cero de la fresa de Cádiz podría decirse, con permiso de Conil, que está a las puertas del Parque Natural de Grazalema.
La fresa como modo de vida en la Sierra de Cádiz
En un pueblo de unos 7.000 habitantes que vive de la construcción y la agricultura, el reverdecer de sus campos, bajo una sequía generalizada, suena milagroso. Y es que si antes había una treintena de familias dedicadas a las fresas, ahora apenas quedan dos, después de que la cooperativa que existía quebrara por motivos diversos. Sin embargo, en los últimos años se ha producido el relevo generacional en explotaciones agrarias como Fresgato, que ha pasado de Francisco a su hijo Francis Pérez. "Mi padre es el cabecilla y el que lleva todo, su vida es el campo, y yo digamos que he aportado digitalización, he patentado la marca fresón de Puerto Serrano y llevo el control con los clientes y las redes sociales", explica Francis, mientras muestra orgulloso una foto de Miguel Poveda y El Barrio posando con una materia prima de primerísima calidad.
En los últimos años sienten como nunca antes el efecto del cambio climático, pero también los métodos de cultivo. Todo eso permite recolectar fresas en noviembre. Quizás no tienen el calibre que alcanzarán en enero-febrero, época habitual de arranque de una temporada que ahora acaba a final de mayo —antes concluía en julio—, pero es que tampoco es habitual encontrar en los mercados fresas de más de 100 gramos con el sabor del fresón de Puerto Serrano, la marca que registró Fresgato, la enseña que la familia polichera defiende en la serranía de Cádiz y que, por derecho propio, se ha convertido en un referente fresero en el sur de Europa.
"Esta primera fresa vale 80.000 euros, y luego si Dios quiere esto se vende muy bien"
Esta cosecha temprana, a partir de variedades como la fortuna o la felicity, no se producía hace poco más de dos décadas, cuando Francisco, con 61 años, dejó la albañilería y se volcó en su pasión, el campo y el cultivo de fresas. “Hace veinte años en este mes estábamos plantando”, recuerda Carmen Vázquez, la mujer de Francisco, a pie de obra. "No sé por qué pero ahora está todo más adelantado, no sé si es por el calor o porque el clima acostumbra a las plantas a otra cosa", añade.
A su lado, Francisco, que lleva desde las ocho dando vueltas por la explotación, muestra el cepellón de las que llaman fresas de maceta (vienen de la planta madre, en Segovia) y da a probar un fruto con un dulzor difícil de encontrar en el mercado.
Sandra, Isabel y Reyes son tres de las jornaleras de Puerto Serrano que ya han comenzado a recolectar fresas en la finca de los Gato. Ahora mismo trabajan a demanda con la primera cosecha de la temporada, pero luego, a primeros de año, comenzará el "estrés", reconoce Francis. Llegan a treinta empleados para rentabilizar una campaña en la que "empezamos con una inversión de 70-80.000 euros".
"Esta primera fresa vale 80.000 euros, y luego si Dios quiere esto se vende muy bien. Yo ahora mismo tengo 80.000 euros en lo alto en el lomo, hay mucho riesgo. Solo los plásticos de cada invernadero vale unos 3.000 euros", reconoce Francisco, que asegura que esta última temporada "ha sido la peor que recuerdo; de 70.000 u 80.000 kilos que solíamos coger pasamos a, como mucho, unos 35.000 kilos".
Para este año, la cosa no empezó muy halagüeña. Arrancaron y replantaron. No les convencía lo que estaba brotando. Las semillas que enterraron en dos hectáreas "no nos convencían; venía la planta mala y ya teníamos la experiencia de que luego al final la producción no era la que esperábamos". Volvieron a arrancar y a resembrar: "Más gasto, más mano de obra, pero ahora esperamos remontar". Todo sea para que el fresón de Puerto Serrano siga erigiéndose en referente fresero en España.
"A nosotros ahora mismo estas fresas nos parece de baja calidad, no por sabor, que tienen muchísimo, sino por el tamaño", confiesan los Pérez. Pero claro, es el mercado, amigos. El mismo mercado que reserva los fondos europeos de la Política Agraria Común (PAC) para los grandes latifundistas y no llega a estos agricultores: "¿De Europa? Ni un céntimo". Pero la demanda es imparable y el anticipo de la temporada motivado por el clima hay que aprovecharlo. ¿Y la sequía? "Nosotros por ahora no estamos teniendo tanto problema como en otras partes —aclara Francisco—". Y añade: "Esto con media hora de riego día sí y día no, tenemos suficiente. Estas tierras con nada cogen barro, juntan humedad. Esto no es Huelva, que es más arenosa. Aquí cuando llueve es peor porque esta tierra tiene más cuerpo, a lo mejor por eso tienen tanto sabor".