Hay un silencio sepulcral. A ratos, las lágrimas salen de sus ojos, narrando lo que día a día ve en su finca, en una situación privilegiada, a las faldas de los alcores y ante la inmensidad de la Vega de Carmona. Tierras fértiles y verdes en un año que pintaba muy bien por las lluvias. Todo comenzó a torcerse hace ya más de un mes, cuando la lengua azul, une enfermedad vírica que ataca a las ovejas, comenzó a matar a muchas de ellas. Juan Virola, de 63 años, pastor desde los 13, resume la situación que enfrenta con amargura: “Esto es una ruina. Llevo meses viendo morir a mis ovejas todos los días”. Según sus cálculos, ha perdido ya 300 corderos y más de 30 ovejas adultas. Explica que, al infectarse la madre, la leche que produce también está contaminada, lo que lleva a la muerte de las crías: “Cuando el cordero mama de una madre enferma, se muere también”. Virola lamenta que la administración no ofrezca explicaciones ni soluciones claras: “Nadie contesta nada. Todo el mundo está callado”.
Por su parte, Miguel Ángel Jiménez Fernández, de 30 años y dedicado al pastoreo desde los tres, comparte la misma desesperación. Es su primer año al frente de una explotación con más de 1200 cabezas de ganado. “El sueldo de un año entero está perdido. He podido perder más de 90.000 euros y esto no ha terminado”. Jiménez destaca que la situación es insostenible para él y para muchos otros ganaderos: “Si la administración no actúa, muchas explotaciones van a desaparecer”.
Críticas al proceso de vacunación
Ambos pastores coinciden en señalar que la vacunación se realizó de manera inadecuada. Virola explica que las ovejas que ya estaban incubando el virus no deberían haber sido vacunadas: “Si el animal está enfermo, no se puede vacunar, igual que a una persona con gripe. Pero aquí no se hizo ningún análisis previo”. Según él, esto ha provocado que las defensas de los animales caigan y que muchos mueran poco después de recibir la vacuna. “Las revienta, literalmente. Lo que no mata la enfermedad, lo mata la vacuna”. Medio siglo entre ovejas, cabritos y corderos le ha permitido tener un conocimiento del animal. Por eso dice que “han vacunado sin comprobar si los animales estaban sanos o no. Todo se ha hecho a ojo”. Por otro lado, Jiménez, el joven pastor visueño y en una búsqueda desesperada por encontrar respuestas, señala, que, quizás, la calidad de las vacunas podría estar en entredicho, ya que “si la cadena de frío se rompe o si la vacuna no viene en buenas condiciones, esto puede generar más problemas que soluciones”.
Ambos pastores recuerdan que, en brotes anteriores, la situación se manejó de manera más efectiva. Fue hace ocho años, pero entonces “las cosas se hicieron bien porque vacunaron después de analizar las ovejas y no hubo problemas”, afirma Virola.
“Nos sentimos solos”
La falta de comunicación y apoyo por parte de la Junta de Andalucía es una queja constante entre los ganaderos. La desesperación es la tónica dominante “Estamos abandonados”, afirman. Con sus manos trabajadas por décadas en el campo, Virola insiste en que la Junta de Andalucía no ha ofrecido respuestas claras, ya que sólo les dicen “que tengamos paciencia, pero mientras tanto, seguimos perdiendo ovejas cada día”.
Ambos pastores también critican la falta de investigación sobre las causas de las muertes de ganado afectado. Son tajantes ante esto: “No están haciendo autopsias a las ovejas. No sabemos si están muriendo por la enfermedad, por la vacuna o por otra cosa. Hay que parar las muertes, es lo que estamos pidiendo y aquí no viene nadie”, señala Virola. Para ellos, este vacío de información es “inaceptable”, pues lo que piden es simple: “que nos digan la verdad, que nos digan qué serotipo es el que hay que inyectar, que investiguen qué está pasando”.
La pérdida económica es otro golpe devastador para estos pastores. Virola estima que, solo en su explotación, ha perdido unos 30.000 euros este año. Jiménez, con un rebaño mayor, calcula pérdidas cercanas a los 90.000 euros. Es el trabajo de todo un año. “Pues todo se ha tirado a la basura”, dice Virola. Ambos coinciden en que las indemnizaciones son indispensables para la supervivencia del sector. “Sin ayudas, no podremos seguir adelante. Pero nadie nos escucha”, lamentan.
Una llamada a la acción
Ver los cadáveres a diario de varias ovejas adultas y sus corderos recién paridos, o ver ovejas agonizantes que están ya enfermas es una imagen que a estos pastores afectados de la provincia de Sevilla, donde más fuerte está azotando la lengua azul -virus de la familia Reoviridiae, con hasta 24 serotipos descubiertos- les parte el alma. Los pastores exigen medidas inmediatas. “Ahora nos dicen que el 15 de diciembre esto va a acabar porque viene el frío que mata al mosquito que la transmite. Como para fiarse. Esto no puede seguir así”. Insisten en que la Junta tiene que actuar ya, investigar y “compensar a los ganaderos por las pérdidas”, afirma Virola. Tanto este cantillanero de cuna como el joven visueño insisten en la necesidad de revisar los protocolos de vacunación para evitar futuros errores y dejan un mensaje muy claro: “No no somos antivacunas, pero esto se ha hecho mal desde el principio y sin contar con nuestra experiencia”, señalan.
Pese a todo, ambos pastores mantienen la esperanza de que sus denuncias sirvan para visibilizar la situación. “Lo único que queremos es que se haga justicia y que se salven las explotaciones que quedan, es nuestra forma de vida. No sabemos hacer otra cosa”, concluyen.
El impacto de la lengua azul en el sector ovino
Ramón García, secretario provincial de COAG en Sevilla, describió la situación actual como “muy preocupante”. Según afirma, “las incidencias de cadáveres en las diferentes explotaciones no paran. Todos los días se registran muertes, malos partos o abortos”. García explica que la enfermedad, inicialmente detectada en Huelva, se ha extendido en las últimas semanas a la provincia de Sevilla. Esto ha generado una alarma creciente entre los ganaderos, quienes enfrentan pérdidas inmediatas, pero también un impacto a largo plazo en sus explotaciones al verse mermadas las cabezas de ganado ovino.
“Estamos lidiando con una enfermedad larga, que esperamos que remita con la llegada del frío”, dice, refiriéndose a la dependencia de la lengua azul de un vector biológico cuyo ciclo de vida se ve afectado por las bajas temperaturas. Sin embargo, advierte que las temperaturas inusualmente cálidas en otoño, con máximas de hasta 23 grados, han favorecido la propagación del virus este año.
Reuniones con la administración y protocolos sanitarios
El secretario de la organización agraria destaca que la administración es consciente de la gravedad del problema y que se están manteniendo reuniones periódicas para evaluar la situación. Según explica, “la Junta de Andalucía es sabedora del problema y se lo está tomando en serio, es lo que nos transmiten en las reuniones que tenemos”. Sin embargo, señala que la solución no es inmediata: “La administración nos dice que primero hay que esperar a que termine la enfermedad para valorar los daños y tomar decisiones”. Y esto es algo que desespera a los ganaderos. Ramón insiste en la importancia de que los ganaderos actúen con rapidez ante cualquier sospecha de enfermedad, por lo que “recomendamos que comuniquen de inmediato cualquier fallecimiento, parto complicado o síntoma sospechoso a los veterinarios de las Oficinas Comarcales Agrarias. Eso es importantísimo”.
No se transmite a los humanos
Ramón García subraya la magnitud del daño económico que la lengua azul está causando en el sector. No se trata solo de las muertes de ovejas, sino también de la pérdida de corderos que no nacen, que abortan o que mueren al nacer. Estas pérdidas, añade, no solo afectan a la producción actual, sino que tendrán un impacto directo en las próximas campañas, pues "el perjuicio económico es enorme y algunas explotaciones están quedando tan debilitadas que corren el riesgo de desaparecer”. Desde COAG insistirán y presionarán a la Junta de Andalucia para que las indemnizaciones sean justas y acordes con los daños sufridos. “El ganadero no tiene culpa de esta situación. Necesitamos que las ayudas compensen realmente las pérdidas, para que las explotaciones no se vean abocadas al cierre”, reclama.
García subraya las dificultades científicas para controlar la lengua azul, explicando que las vacunas actuales han ayudado a mitigar los efectos, pero no son una solución definitiva. El virus muta constantemente. “Lo que hoy es el serotipo 3, mañana podría ser otro completamente diferente. Esto complica mucho el desarrollo de vacunas efectivas”, asevera. Asimismo, vincula el aumento de los casos a las temperaturas cálidas del mes de noviembre, que han prolongado la actividad del vector transmisor. Por todo esto, la situación requiere un replanteamiento de los protocolos a nivel nacional: “El Gobierno de España, a través del Ministerio de Agricultura, tiene que liderar este cambio, adaptando los protocolos a una realidad climática distinta”.
El secretario general también quiere tranquilizar a los consumidores, asegurando que “esta enfermedad no se transmite a los humanos y los corderos en el mercado cumplen con todas las garantías sanitarias”. Sin embargo, destacó que estas fechas son especialmente complicadas para los ganaderos, pues “hay familias que dependen de la carne y lo están pasando muy mal”. Cerró sus declaraciones subrayando el compromiso de COAG: “No vamos a dejar de pelear para que las ayudas lleguen y para que estas explotaciones puedan recuperarse. Lo que está en juego no es solo la economía, sino también el trabajo y la dignidad de muchas familias”.
Ecologistas en Accion pide actuar
Por su parte, Ecologistas en Acción señala que, además de las pérdidas de animales, los ganaderos enfrentan “gastos inasumibles por la recogida de cadáveres, un proceso que se retrasa días o semanas, durante los cuales los animales agonizan o sus cuerpos se descomponen”.
La rápida propagación del citado serotipo 3 del virus, detectado en octubre de 2023 en varios países europeos, se extendió a Portugal y Extremadura, llegando a Andalucía en octubre de 2024. Aunque el Ministerio de Agricultura adquirió 655.000 dosis de la vacuna y destinó 23 millones de euros para mitigar las consecuencias, Ecologistas en Acción considera estas medidas insuficientes. La organización destaca que “la vacunación tardía, la mayor virulencia del virus este año y las condiciones climáticas favorables para los mosquitos transmisores han exacerbado la crisis”.
La Junta, a la espera del frío
Por su parte, desde la consejería de Agricultura informan que se está realizando un seguimiento diario de la epidemia de lengua azul a través de las Oficinas Comarcales Agrarias (OCA). Según destacan, “los técnicos veterinarios visitan regularmente las explotaciones afectadas en distintas zonas de Andalucía, llevando a cabo inspecciones clínicas para evaluar la mortalidad, los síntomas compatibles con la enfermedad y los abortos. Asimismo, supervisan la correcta retirada de cadáveres para evitar riesgos sanitarios”, añaden.
En el caso de Carmona, la Consejería indica que las visitas realizadas en noviembre “incluyeron toma de muestras, vigilancia sanitaria y consultas directas con los ganaderos”. Además, durante ese mes, se llevaron a cabo reuniones simultáneas en las OCAs de Utrera y Carmona con representantes del sector ganadero y personal de la Consejería, “con el fin de aclarar dudas y atender sus demandas”.
Sobre la vacunación contra el serotipo 3 de la lengua azul, subrayan que esta “ha conseguido reducir la mortalidad a la mitad en las explotaciones vacunadas y ha frenado la expansión del virus en la región”. Sin embargo, advierten que las vacunas, autorizadas por la Agencia Española del Medicamento, “requieren un período de tiempo para generar inmunidad en los animales”. También aclaran que cualquier efecto adverso “debe ser comunicado a las autoridades competentes, quienes centralizan estos reportes a nivel estatal”.
Respecto a la gestión de cadáveres, la Consejería informa que se realiza un seguimiento diario de su retirada y destrucción, “que está a cargo de empresas autorizadas en la provincia de Sevilla”. En este contexto, añaden, los ganaderos “pueden contratar seguros específicos para cubrir los costos de recogida y traslado de cadáveres hasta las plantas de destrucción. Las ayudas autonómicas a estos seguros, sumadas a las estatales, alcanzan hasta el 70% del coste total”. Según destacan, el presupuesto total destinado por la Junta para este tipo de subvenciones en 2024 es de 16 millones de euros.
Finalmente, la Consejería ha anunciado que en el próximo Consejo de Gobierno se aprobará una convocatoria de ayudas directas para los ganaderos afectados por el serotipo 3 de la enfermedad. “Estas subvenciones tienen como objetivo mitigar las pérdidas económicas en el sector y garantizar la sostenibilidad de las explotaciones afectadas”, concluyen.
Al borde de la desesperación
La epidemia de lengua azul está diezmando rebaños y dejando a los ganaderos indefensos. Una crisis de gestión que amenaza la sostenibilidad de un sector esencial en Andalucia. “Nos han dejado solos”, repiten los pastores, mientras esperan que las promesas de ayudas y una mejor planificación no lleguen demasiado tarde. Si no se actúa con rapidez y contundencia, advierten, el futuro de muchas explotaciones quedará irremediablemente marcado por el abandono y la desesperanza.
Mientras tanto, Juan Virola y Miguel Ángel Jiménez Fernández, desde su experiencia en el campo, apelan a la resiliencia que define a quienes trabajan en el sector. “Lo único que pedimos es que se nos escuche, que se haga justicia y que no se deje morir este oficio”, dicen con determinación. Para ellos, y para muchos otros ganaderos afectados, la esperanza radica en que esta crisis sirva como punto de inflexión para mejorar las condiciones del sector ovino y garantizar su sostenibilidad en los próximos años.