Juan Antonio Delgado Ramos volvió a tomar posesión hace escasas semanas de su acta como diputado por Cádiz de Unidas Podemos en el Congreso. La dimisión de la portuense Noelia Vera devolvía a las Cortes a este guardia civil de profesión, nacido en San Fernando en 1971, que estos días no solo vive con “muchas ganas e ilusión” su retorno al hemiciclo, “donde la crispación ha acabado con la cortesía parlamentaria”, sino que también celebra con especial intensidad el décimo aniversario del fin de la violencia etarra.
Al margen de acceder a la Benemérita en 1993, destinado en Barcelona, justo dos años después de la matanza perpetrada por un comando de ETA en la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic —un coche bomba en el patio dejó nueve muertos, entre ellos cuatro niñas— y vivir en primera persona el miedo a ser considerado “objetivo número 1” —como todos los guardias civiles entonces— por la banda terrorista, Delgado fue el primero en promover en la provincia de Cádiz un homenaje a víctimas de la barbarie etarra.
“En el llamado Manifiesto de Madrid las víctimas piden a la sociedad que mantenga y refuerce su compromiso y solidaridad con las víctimas, mostrando a los criminales su rechazo y a las víctimas su afecto y comprensión. Hoy aquí en Conil vamos a dar respuesta a esa recomendación mostrando nuestro afecto, comprensión, admiración y solidaridad a nuestro compañero David y con él, a todas las víctimas”. Aquel febrero de 2004, Juan Antonio, que entonces cumplía once años sirviendo en la Guardia Civil y era también delegado provincial de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), pronunció esas palabras para David Alonso Brenes, un joven guardia civil conileño que había sido víctima en torno a un año y medio antes de un atentado en Leiza (Navarra).
Con menos suerte que David, que sí pudo asistir a este reconocimiento social, también sobrevolaba en aquel acto el policía nacional Antonio Ligero Hec, también conileño y asesinado por ETA en un atentado en Vitoria en 1987. “Fue un homenaje muy bonito, lo recuerdo con mucho cariño, se me ocurrió hacerle el homenaje a un compañero que salió vivo, con heridas leves, aquello se hizo también gracias al entonces alcalde de IU, Antonio Roldán”, recuerda Delgado, en declaraciones a lavozdelsur.es.
"La sociedad parecía que tenía asumido que cuando asesinaban a un guardia civil o un policía… bueno, estaban destinados un poco a correr esa mala suerte"
La batalla cultural, la batalla por el relato, siempre suele desdibujar el pasado reciente. La memoria es frágil y hoy en día más. ¿Solo ha inaugurado rotondas dedicadas a las víctimas del terrorismo la derecha? “Hay que tener en cuenta —explica Delgado— que en esa época no eran frecuentes los homenajes, no estaban institucionalizados, más allá de los minutos de silencio. La sociedad parecía que tenía asumido que cuando asesinaban a un guardia civil o un policía… bueno, estaban destinados un poco a correr esa mala suerte. La cosa empezó a cambiar cuando ETA comenzó a asesinar a políticos… pero antes ya hicimos el primer acto de homenaje y apoyo a una víctima del terrorismo en la provincia de Cádiz”. Y fue "muy ilustrativo", en relación a las diferencias de la realidad política de aquella época con la actual, que dicho homenaje fuese promovido "por el sindicato de guardias civiles y un ayuntamiento de Izquierda Unida con mayoría absoluta".
En un receso en el Congreso, al otro lado del teléfono, el político isleño de Unidas Podemos remarca sobre todo la necesidad, en el aniversario del fin de la violencia, de tener presente que si se derrotó a ETA fue gracias al conjunto de la sociedad, "a ETA la derrotó el Estado de Derecho", a diferencia de la lectura excluyente que quiere imponerse desde la derecha y la extrema derecha a toro pasado. “Ahora que algunos quieren intentar quedarse con el relato de que ellos son los únicos que defienden a las víctimas del terrorismo, me parece importante recordar aquel homenaje y recordar que todos —algunos no— hemos defendido acabar con la violencia etarra y estar al lado de las víctimas”, asevera Delgado.
Diez años después del fin de la violencia etarra, en la semana en la que Arnaldo Otegi, líder de la izquierda abertxale, reconocía lo "innecesario" que fue el sufrimiento causado por ETA, el ahora diputado por Cádiz echa la vista atrás a sus inicios en la Guardia Civil, en una época en la que la banda seguía hiperactiva en su escalada criminal. "Todo esto es difícil, porque a quien le falta un compañero, un amigo o un hermano porque lo han asesinado, las palabras siempre parecerán poco. Hablando entre compañeros cuando la banda asesinaba siempre decíamos: ojalá, sea el último... y llegó un día que fue el último. Pero eso no quiere decir que gente como Otegi, condenado por pertenencia a banda terrorista, tenga que pedir perdón y no le cueste tanto trabajo. Ha perdido una gran oportunidad de pedir perdón. Y luego, que el relato no se confunda: ETA dejó de matar y no es para estar contentos, hubo mucha gente que fue asesinada, se causó mucho dolor, aunque al final la Democracia y el Estado de Derecho la derrotasen. Es normal que muchos guardias civiles, policías, políticos, la ciudadanía en general, se encienda con esto porque todos sufrimos este azote, esta barbarie. Hasta en Podemos tenemos a Rosa Lluch, hija del asesinado Ernest Lluch".
"Mi madre vivía con las carnes abiertas"
Delgado, que lleva unos años en política pero ha estado más de dos décadas como guardia civil, cuenta cómo se marchó a la academia y cómo luego fue destinado, en junio de 1993, a El Prat, en Barcelona. "Dejas a tu familia, a tus amigos... era un momento en el que todos los días miraba con un espejito que llevaba en el coche. Hacía como que se caían las llaves, me agachaba y miraba los bajos del coche. Bajo el asiento también llevaba un espejito... era lo que hacíamos todos los compañeros para tomar precauciones por las bombas lapa". Como veinteañero que era quizás fue la inconsciencia juvenil la que le hacía enfrentarse a aquella situación. Situación que en La Isla no llevaban nadie bien sus familiares. Hijo de familia humilde y siete hermanos, padre albañil, "mi madre vivía con las carnes abiertas, imagínate". "Ir a Barcelona era como irme a Canadá, sin móvil, buscando una cabina para llamar a mi familia... lo vivieron muy mal", rememora.
Como "objetivo número 1 de ETA", como todos los miembros de la Benemérita, Delegado alude a que "no te podías fiar de nadie". Su destino estaba en el aeropuerto, "éramos como unos 200 guardias civiles en una plantilla joven, madrileños, andaluces, castellanos..., y todos los miércoles hacíamos la reunión de Normas SYA, Seguridad y Autoprotección". "Allí nos hablaban constantemente de lo que teníamos que hacer para evitar un atentado: los semáforos, el cuidado con las cartas, esas bombas trampa en una bandera española con insultos a la Guardia Civil, nos enseñaban a que sospecháramos de todo el mundo, nos advertían que si teníamos hijos, cuidado en el colegio... No era tanto como en el País Vasco, pero en Cataluña o Madrid también estábamos así".
Tantos años después, una década después del final del horror y la barbarie etarra, hay que recordar aquellas palabras del entonces alcalde de Conil de la Frontera, Antonio Roldán, en aquel homenaje a las víctimas en: "Si todos los demócratas estamos unidos, el terrorismo acabará". Y aquello acabó.