Achinando un poco los ojos, desde un mirador ubicado en la parte más alta de la laguna de Los Tollos, se pueden ver, no sin dificultad, algunos flamencos en la pequeña parte en la que aún conserva algo de agua. También hay avocetas comunes, algunos chorlitejos, gaviotas, correlimos o cigüeñuelas. Desde esta misma pasarela de madera se puede leer, con más dificultad aún, en un panel agrietado, las actuaciones que se llevaron a cabo no hace mucho, con cargo a un proyecto Life.
La laguna de Los Tollos es el tercer humedal en extensión de Andalucía —solo por detrás de Fuente de Piedra y Medina— y uno de los más importantes de la comunidad, por la biodiversidad que atesora. Es o, al menos, lo era. Aunque está ubicado a pocos kilómetros de la localidad sevillana de El Cuervo, casi el 90% de su superficie se encuentra en el término municipal de Jerez, aunque los lazos sentimentales son mucho más fuertes con el pueblo de Sevilla que con la ciudad en la que posa la mayor parte de su territorio.
Aún hay en El Cuervo quién recuerda cómo, a mediados del siglo pasado, se podía cruzar en barca la laguna de Los Tollos, aunque una serie de actuaciones, políticas y ciudadanas, la acabaron esquilmando. Pero un rayo de luz se encendió hace unos años. Colectivos medioambientales abanderaron una lucha —en la que las Administraciones nunca creyeron— que concluyó con la concesión de ocho millones de euros con cargo al programa europeo Life, que incluyó la restauración de la laguna, recuperando así su topografía original y recobrando el suelo degradado por la explotación minera.
La empresa Hefran estuvo extrayendo atapulgita junto a la laguna entre 1976 y 1998, perjudicando al humedal
Los Tollos ha mejorado, aunque unos años después de la finalización de los trabajos de restauración, la sensación que queda en el colectivo ecologista que tanto luchó por su recuperación, y en muchos vecinos, es agridulce. Desde finales de los 70 y hasta bien entrados los 90, la actividad minera desarrollada junto a la laguna hizo que se perdiera uno de los enclaves naturales más importantes de la provincia. Pero dentro de ella también se ha circulado en moto, se ha practicado tiro al plato, se han construido viviendas en cañadas por las que discurre el agua de lluvia que alimenta a Los Tollos, e incluso pastan ovejas. La construcción de la autopista AP-4, a mediados de los 70, a pocos metros del humedal, tampoco ayudó.
A la lista de tropelías cometidas en la laguna de Los Tollos, o en su entorno, hay que sumar el uso como vertedero de la Peña de El Cuervo, situada a menos de un kilómetro del humedal, donde se llevan años vertiendo escombros, que están contaminando a un acuífero cercano, por lo que no se sabe en qué medida le está afectando.
En su camino hacia tierras africanas, Los Tollos era sitio de paso de muchas aves acuáticas, por lo que no era raro ver en sus aguas a flamencos e incluso acogía a especies amenazadas como la focha moruna o la cerceta pardilla. Pero con la adquisición de terrenos colindantes en los años 70 del siglo XX por parte de la empresa Hefran, comenzó el principio del fin de Los Tollos, como se conocía hasta entonces.
La extracción de atapulgita, un mineral que se usa para fertilizantes y abonos, le dio la puntilla a la laguna, que se fue deteriorando progresivamente con el paso de los años. De acoger uno de los humedales más importantes y con mayor diversidad biológica de la región se pasó a tener un enorme secarral que hacía las veces de basurero o de circuito improvisado.
“He llegado a ver coches en la laguna, derrapando después de que lloviera y se llenara de barro, barring lo llamaban a ese deporte”, asegura Pepe Trujillo, miembro de Ecologistas en Acción Jerez, y uno de los principales impulsores de la lucha por la recuperación de Los Tollos. “En los cerros iban a hacer motocross, han hecho tiro al plato y se veían los cartuchos de escopeta tirados en la laguna…”, relata a lavozdelsur.es.
La asociación ambiental laguna de Los Tollos, constituida en El Cuervo, también lleva años reivindicando la importancia del humedal y criticando cuantas actuaciones lo perjudican. “Hay miedo a participar en la lucha, por miedo a posibles represalias”, comenta Concha Mingorance, una de sus miembros. “Responsables somos todos, pero es la Administracion la que decide. Aquí hay alcaldes que han dicho que la laguna no sirve para nada y que les daba igual que se utilizara para tiro al plato, se han autorizado casas en plena cañada…”, enumera.
A Los Tollos, además de la autopista, la explotación y las tropelías cometidas por muchos desaprensivos, también la perjudica la usurpación de las cañadas o el desvío de arroyos que sirven para alimentar el humedal. “A la laguna la rodean tres cañadas y hace dos años se permitió a un propietario que anexionara 200 metros de largo por 25 metros de ancho a su finca y que encima lo vallara… Esto está denunciado, pero nadie hace nada”, se queja Mingorance.
¿Se ejecutó bien el proyecto Life?
El proyecto Life+ Los Tollos, a través de fondos europeos y la aportación de la Junta de Andalucía, contemplaba una inversión total de 7.921.436 euros a desarrollar en el periodo 2010-2014, para lograr “la restauración del suelo degradado por la actividad de una antigua explotación minera” y solucionar así “la problemática ambiental asociada a la degradación del suelo —funcionamiento hidrogeológico, biológico e integración social del espacio—”.
Entre las actuaciones contempladas para lograr estos objetivos, enumeraba: “Realizar el sellado y tapado de las cortas y el remodelado de la topografía actual para restablecer los procesos hidrológicos y eliminar la conexión entre acuíferos; gestiones administrativas para la compra de terrenos colindantes; actuaciones de revegetación y su mantenimiento en la zona restaurada y en fincas colindantes; recuperación del trazado natural, control de la erosión, forestación y labores de mantenimiento; instalaciones para potenciar la fauna silvestre; y establecimiento de un punto de información e instalaciones de educación ambiental”.
El Life+ Los Tollos, así, pretendía “recuperar la cuenca endorreica de la laguna de Los Tollos a su último estado natural conocido (año 1956)”, cuando aún “no se habían alterado los procesos hidrogeológicos, la morfología de la cubeta lagunar y las condiciones agronómicas de la cuenca vertiente presentaban un buen equilibrio con la laguna”.
Pero, ¿fue suficiente para recuperarla? ¿Se ejecutó el programa tal y como estaba contemplado? “Finalmente, no se emplearon los ocho millones de euros”, afirma Juan Antonio Jiménez, técnico en medio ambiente y miembro de la asociación ambiental laguna de Los Tollos. “El proyecto está mal ejecutado, no ha quedado bien, porque la zona recuperada para incorporarla al vaso lagunar está mucho más baja, el material ha cedido”, explica.
“El cuerveño no es consciente de la importancia de la laguna”, agrega Concha Mingorance, de la misma asociación, quien recalca: “Se dice que solo se respeta y se ama aquello que se conoce, y aquí se ha inculcado lo contrario desde las Administraciones”. La entidad ecologista de El Cuervo es muy crítica con la ejecución del Life.
“Iban a rellenar las cortas mineras con atapulgita y no se ha hecho, no se ha utilizado el mismo material de relleno que decían que iban a emplear”, puntualiza Mingorance. Y hay cuestiones que desconocen, como si están sellados el acuífero de agua dulce y el de agua salina, comunicados como consecuencia de la destrucción del terreno por parte de la explotación minera.
Sonia Romero, otra integrante de la asociación ambiental, dice que está “contenta”, porque “aunque no está como querríamos, al menos está recuperada”. Ella espera que lleguen años lluviosos para comprobar si Los Tollos puede parecerse a lo que fue. “La laguna tiene mucha vida, pero tiene que llover”, señala.
Para Pepe Trujillo, de Ecologistas en Acción, “el resultado no es muy positivo”, aunque como Romero desea que llueva lo suficiente como para comprobarlo. Trujillo, tras la ejecución del Life, critica que la laguna “no tiene protección, apenas hay vigilancia”, lo que ha provocado que pasten cabras por el vaso lagunar, destruyendo las repoblaciones efectuadas en ella.
“Me gustaría comprobar cómo queda la laguna cuando vengan años de agua”, dice el miembro de Ecologistas en Acción, al tiempo que critica que “se siga sembrando en fincas colindantes —girasol, trigo…—, lo que significa que se meten tractores y se remueve la tierra”, con la afectación que supone para la laguna.
Cronología de un desastre
Entre 1976 y 1998, es decir, durante más de 20 años, la empresa Hefran llevó a cabo una explotación minera a cielo abierto en la cuenca endorreica de la laguna de Los Tollos, extrayendo durante todo ese tiempo atapulgita, un absorbente natural, biodegradable, utilizado en la industria y en la higiene de mascotas, por ejemplo, para fabricar arena para gatos.
Pronto empezaron a verse los efectos de la explotación minera, ubicada a pocos metros del humedal, que empezó a perder agua como consecuencia de los movimientos de tierra provocados por la empresa, y por la alteración de los acuíferos.
A mediados de los años 80 del siglo pasado, los ayuntamientos de Jerez y Lebrija —El Cuervo, por aquel entonces, pertenecía al municipio vecino, no se independizó hasta 1992— exigieron la paralización de los vertidos en la laguna de los Tollos. El humedal no fue incluido en el inventario de espacios naturales protegidos de Andalucía, según denunciaron entonces los ecologistas, “por los problemas que pudiera ocasionar a esta empresa”.
El TSJA dio la razón a los ecologistas en 1997 y, unos meses después, se paralizó la actividad minera en Los Tollos
En 1994 se abrieron diligencias contra la empresa que explotaba la mina (Hefran) por un posible delito ecológico, un caso en el que se presentó como acusación particular la Asociación Jerezana Ecologista Albariza, aunque se terminó archivando el expediente. Pero tres años después fue el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) quien recriminó al Ayuntamiento de Jerez que no hubiera vigilado las actividades desarrolladas junto a la laguna, para lo que la empresa carecía de licencia.
El movimiento ciudadano en defensa de Los Tollos fue ganando peso. Ese mismo año, unas 400 personas participaron en la primera marcha organizada en el humedal, e incluso consiguieron que más de 50 organizaciones ecologistas de toda España apoyaran un escrito dirigido al entonces consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Manuel Pezzi, para solicitar protección legal para la laguna.
La explotación minera contaba con una concesión administrativa de 90 años, y para revertirla harían falta unos 5.000 millones de pesetas, un coste que no estaba dispuesto a asumir la Administración autonómica, aunque la Justicia terminó dando la razón a los ecologistas. En octubre de 1997, el TSJA emitió una sentencia en la que recogió que la explotación minera necesitaba licencia municipal —del Ayuntamiento de Jerez— para su actividad, por lo que la Junta paralizó la actividad minera en marzo de 1998 después de que Hefran renunciara a solicitar una nueva licencia.
A partir de ahí, el futuro de Los Tollos empezó a cambiar. En junio de 1999 se incluyó al humedal en la Red Natura 2000 como lugar de interés comunitario (LIC), ampliando su protección, y en 2002 la Junta de Andalucía comenzó los contactos para comprar los terrenos colindantes al humedal, casi 27 hectáreas. A mediados de 2010 se conoció la concesión del proyecto Life+ Los Tollos, por el que se destinarían ocho millones de euros a la restauración del humedal, el 39,3% aportados por la Unión Europea.
Una laguna protegida, pero “abandonada”
La laguna de Los Tollos está considerada lugar de interés comunitario (LIC) desde 2006, está incluida en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (Renpa), desde 2002 se la considera zona de exclusión cinegética —por lo que se prohíbe la caza en ella—, y está en el inventario de humedales de Andalucía, por lo que está sujeta a la protección establecida en el Plan Andaluz de Humedales. Además, desde 2017 está declarada zona de especial conservación (ZEC) dentro de la Red Natura 2000.
A pesar de todo ello, desde el Ayuntamiento de El Cuervo, la Administración más cercana a Los Tollos, se quejan de que “aquí apenas viene nadie”. “El Ayuntamiento de Jerez no nos atiende y al delegado territorial de Medio Ambiente de Cádiz —Daniel Sánchez— ni lo conozco siquiera”, señala David Pan, delegado de Obras, Servicios y Medio Ambiente de la localidad sevillana, en declaraciones a lavozdelsur.es.
Curiosamente, poco después de la conversación con este periódico, el Ayuntamiento cuerveño recibió una notificación de la Junta de Andalucía informándole de actuaciones en el humedal, comunicándole del inicio de la tramitación administrativa previa a la construcción de un sendero peatonal en el entorno de la laguna.
“Las competencias institucionales no son de este Ayuntamiento”, comenta Pan, quien asegura que aún así se han llevado a cabo labores de limpieza en el humedal, del que “Jerez no quiere saber nada”. El delegado de Medio Ambiente de El Cuervo dice que “el proyecto Life ha sido un fracaso”, porque “no se ha hecho bien la obra de permeabilización y luego se ha abandonado”, aunque confiesa que también “le está perjudicando el clima, porque no llueve”.
El Ayuntamiento de El Cuervo, comenta el delegado David Pan, va a poner en marcha el Aula de la Naturaleza en el parque Rocío de la Cámara, cercano a Los Tollos, para poner en valor la importancia del humedal. Una actuación en la que se invertirán 180.000 euros gracias a fondos procedentes de un PER estable.
Las historias de El Cuervo y Los Tollos
“Et partió luego deste logar, et fue dormir en el campo a dos leguas dende, cerca de unas fuentes que dicen Toyos: et yendo por el camino, envió un ome de caballo a Tarifa…”. De esta forma aparece la laguna de Los Tollos en la Crónica de Alfonso XI (siglo XIII), ya que paraba de forma habitual con sus tropas durante los viajes que realizaba desde Sevilla al Campo de Gibraltar para la conquista de Algeciras.
En numerosos documentos del siglo XV ya aparece el nombre de “Aldea de Tollos”, que se atribuye al actual municipio de El Cuervo, cuya fundación oficial se estima hacia la década de los años 40 del siglo pasado por parte del Instituto Nacional de Colonización, pero desde mucho antes hubo asentamientos en la zona.
La misma presencia de la laguna propició el nacimiento de los primeros asentamientos del actual pueblo de El Cuervo, situado a una jornada de marcha hasta Jerez, en plena Vía Augusta, que unía Roma con Gades, zona estratégica para ubicar posadas, casas de postas o abrevaderos para el ganado. Los Tollos es un símbolo para El Cuervo, en el que siempre hubo tiempos mejores, y muchos se preguntan: ¿Los volverá a haber?