El último carpintero de ribera del Guadalquivir, un oficio milenario en Coria que no tiene heredero

José Antonio Asián, 'Hachilla', a sus 84 años, ejerce una profesión que aprendió de su padre. Su edad no impide que cada mañana acuda a su taller para evadirse y terminar los trabajos que le siguen encargando

Antonio 'Hachilla', el último carpintero de ribera.

El día está nublado e, incluso, han caído algunas gotas. Pero el olor a madera es inconfundible. El serrín se acumula en los rincones del taller. A tan sólo unos metros se encuentra el Guadalquivir. Dentro de unos años, el río seguirá ahí como siempre, pero este viejo porche seguramente no lo haga. Al menos tal y como se le ha conocido hasta ahora.

Coria del Río y los carpinteros de ribera. Los carpinteros de ribera y Coria del Río. Es prácticamente imposible entender al uno sin el otro. Aun así, el oficio está en peligro de extinción. Antonio no tiene quien siga su legado, ni el de su familia. A sus 84 años, José Antonio Asián sigue acudiendo cada mañana a su segunda casa y así lo hará hasta que no pueda más, como él mismo dice. Así han vivido los 'Hachillas' y así quieren morir, llevando el apodo que popularizó el abuelo de Antonio por su trabajo habitual con hachas y zoletas. Algunas de ellas se encuentran aún en el pequeño taller.

Antonio trabaja mientras conversa con un amigo.    MAURI BUHIGAS
Un carril bici ha hecho que su carpintería pierda metros.    MAURI BUHIGAS

Los troncos en el suelo no dejan duda de que es una carpintería de toda la vida. Con mirarlos, Antonio distingue el árbol del que proceden. En apenas unos segundos explica la diferencia entre la madera de pino, la de olivo, la del limón o la de cedro. "Los de olivo me los traen de la Algaida, en Sanlúcar".

Su familia lleva 104 años en un oficio que tiene el honor de ser Actividad de Interés Etnológico y está inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Primero fue su padre, aunque su muerte prematura, con tan solo 57 años, obligó a sus hijos a hacerse cargo del negocio familiar. Desde hace unos años, Antonio está solo en estas tareas por el fallecimiento de su hermano. Pese a todo no falta un solo día. "Trabajar aquí es un privilegio", señala.

A sus 84 años acude cada día a su lugar de trabajo porque lo considera un privilegio.   MAURI BUHIGAS
Antonio mantiene sus herramientas como el primer día.    MAURI BUHIGAS

Antes se hacían barcos de madera que superaban los 15 metros. Ahora la situación es muy distinta. Este carpintero tiene entre manos una barca en miniatura encargada por un bar del municipio para decorar el local. No le falta un detalle, tiene los remos y los salvavidas. "Con los colores del Coria, del Betis y del Sevilla para que no se enfade nadie", comenta Antonio con cierta sorna, Curiosamente, en la pared del taller se observa un escudo bético con cierta antigüedad. "Es de la primera peña bética en Coria. La gente de los barcos ha sido bética siempre", aclara.

Lo que él hacía antes con madera, ahora se hace con aluminio y poliéster. Sin embargo, no le falta el trabajo. Además de los barcos, hace yugos para los bueyes del Rocío, puertas por encargo y arregla muebles. Basta con verle coger una de las herramientas dentro del desorden ordenado del taller, en el que sólo él es capaz de manejarse con soltura, para saber que es un artista de la madera. 

"Empezó mi hermano primero, yo estuve trabajando en una carpintería de muebles durante tres o cuatro años", explica Antonio sobre esta herencia familiar. Con tan solo nueve años ya tuvo que salir de la escuela.  "Soy medio analfabeto porque me sacaron muy jovencillo", lamenta. Como referencia, utiliza hechos extraordinarios que, lógicamente, no se olvidan. "Me vine el año de la nevada a trabajar". Aquello sucedió en 1954. Desde entonces Antonio 'Hachilla' continúa cada mañana en el oficio que le enseñó su padre. Ni siquiera la mili supuso un parón para él en la carpintería. La boda de su hermano evitó que tuviera que marcharse a San Fernando.

A pesar de que ya no realiza barcos, sigue guardando las plantillas.   MAURI BUHIGAS
Antonio mantiene el oficio como lo conoció hace ya 70 años, de la mano de su padre.    MAURI BUHIGAS

La madera le sirve para evadirse cada mañana desde que a su mujer le diagnosticaron alzhéimer. Las mañanas son para él, aunque tiene claro que a estas alturas "si no me gustara, no vendría". Lo que dure Antonio, durará el oficio en la provincia de Sevilla y, posiblemente, también en Andalucía. "Soy el último cartucho. Yo voy a estar hasta que el cuerpo aguante". Él mismo se ha encargado de dar algunos cursos a adolescentes en el pueblo, pero sin éxito. 

Mientras habla, Antonio no para. Saca cada una de las peculiares herramientas que tiene para enseñarlas. Aprovecha para afilar algunos de sus filos y rememora un tiempo pasado que en su oficio fue mejor. Menciona un barco llamado María Lourdes, aunque conocido como 'El Betis'. Lo construyeron fuera del taller por su gran tamaño. "Antes se hacían ahí fuera, en la orilla del río". Durante aquella época no paraba, "se trabajaba hasta los sábados y algunos domingos". 

Cuentan vecinos que se acercan a charlar con Antonio que toda la ribera antes era una playa a la que acudía los fines de semana la gente de Sevilla. El paisaje actual es de fango mientras una plataforma conecta las dos orillas del Guadalquivir a espera del famoso puente de la SE-40.

A pesar de que la tradición agoniza, él mantiene la estructura donde hacía los barcos.    MAURI BUHIGAS
Antonio 'Hachilla' tiene claro que estará hasta el final de sus días con las herramientas en mano.   MAURI BUHIGAS

El último barco que salió de este taller se remonta a hace dos décadas. Ahora, Antonio apenas tiene espacio para una "canoa". Es uno de los temas que más le cabrean. Hace unos meses, la construcción de un carril bici por parte del Ayuntamiento le quitó varios metros de taller y almacén. Lo tiene medido. "Me han quitado 1,10 de allí y 80 centímetros de ahí", afirma con cierta indignación. El Ayuntamiento se hizo cargo de los costes del desplazamiento del almacén, pero eso no ha contentado a Antonio. "Han puesto una chapa, pero cuando llueve esto se moja y se echa a perder", proclama bastante molesto. "Me lo han querido quitar, esa es la cuenta que le han echado al oficio", denuncia.

Cuando comenzó el conflicto con el Consistorio de Coria no dudó en acudir a la Autoridad Portuaria, responsable del terreno. Allí puso el taller a su nombre sin demasiados problemas. "Lo único es que antes no pagaba y ahora tengo que pagar", dice sobre la concesión que tiene hasta el final de sus días. "Cuando yo caiga malo o me pase algo pues se lo quedarán".

El último carpintero de ribera reconoce que le da pena no tener heredero. "A lo mejor yo me hubiera quitado antes", señala sobre esta cuestión. No sabe cuál será el futuro de este pequeño almacén. Tampoco de las herramientas y utensilios que guarda como oro en paño desde el primer día que llegó. El Ayuntamiento le ha dicho que hará una exposición, pero él no está demasiado convencido. De momento, Antonio Asián 'Hachilla' seguirá abriendo por las mañanas su taller, "hasta que el cuerpo aguante", para mantener vivo un legado familiar con más de un siglo de antigüedad.

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