En la lonja de Chipiona no hacen falta planes de Igualdad ni paridad en los órganos de gestión porque allí hace mucho que mandan las mujeres. En esta lonja, la única de España —que se sepa— dirigida y administrada por mujeres, hubo un tiempo en que todos los pescadores de la cofradía ganaban lo mismo, trajesen el pescado que trajesen —entonces el género era de calidad similar— y amarrasen el barco de vuelta a la hora que fuese.
La idea de reparto "por media" de las ganancias fue de Ana María Gallego Bernal, que a sus 60 años ha pasado media vida gestionando y gobernando la lonja cuya explotación mantiene la Organizacion de Productores Pesqueros de Chipiona (APP18) desde hace diez años, aunque existen como asociación desde hace tres décadas.
Unos años antes de lo anterior, cuando Ana María llegó a Chipiona desde su primer empleo en Rota como administrativa en el sector, "vendíamos en la calle; y por supuesto todo cantado, a voces. Imagínate qué lucha con tanto hombre... Uno me dijo una vez que me iba a dar dos hostias y le dije que si tenía valor, que yo le daba cuatro. O bajaba al nivel de muchos de ellos, o me comían. Pero la verdad es que, salvo contadas ocasiones, siempre me han tratado con muchísimo respeto. Hacía de árbitro entre lo que ellos quieren vender y los que vienen a comprar, y eso no era fácil, pero hemos acabado yéndonos de viaje todas las familias juntas". En todo caso, modesta, puntualiza: "Aquí no mandamos ninguna, todas hacemos de todo".
"Esto era como una gestoría, pero eso hizo que las mujeres empezaran a entrar en el muelle con naturalidad"
También hubo un momento en la lonja en el que, de no pisar aquello ni una mujer, acabaron llegando en tropel las esposas de los pescadores, "hasta para que le ayudásemos a pedir las becas de sus hijos". "Esto era como una gestoría; y la verdad que eso hizo que las mujeres empezaran a entrar en el muelle con naturalidad", cuenta Inma Gallego Bernal. "Fuimos revolucionarias", apostilla su hermana.
La gestión y trámites de ayudas, y demás auxilio a las familias de la cofradía, corría por cuenta de la hermana de Ana María. Por último, hace algo más de un año, y como continuación de la saga familiar, ha llegado Marta, hija de la jefa de la lonja, la segunda generación de mujeres que gestionan ahora el negocio. Las tres, aparte de todo lo que llevan por delante, tienen el curso de patronas de barco. "Por si acaso...", sonríen.
Hay otros ejemplos en el país de incursión de la mujer en un sector tradicionalmente tan masculinizado, como la Organización de Productores Pesqueros de Almería, donde hay armadoras, mujeres en la junta directiva y uno de sus proyectos de mayor éxito, la tienda online Del Barco a la Mesa, está dirigido por mujeres. Sin embargo, la lonja del puerto chipionero, donde por cierto también parten mujeres a faenar, está administrada y gestionada por un trío femenino que lleva décadas nadando como peces en el agua en este mar de hombres.
Sin apenas relevo generacional
Una docena de socios tiene la cofradía pesquera de Chipiona y habrá amarrados una treintena de barcos después de que se hayan ido perdiendo muchos de ellos con el paso de los años. "Los barcos se han ido vendiendo, los pescadores se han ido jubilando y no ha habido relevo, es muy difícil que la gente joven lleve adelante este trabajo. Son muy pocos los barcos que han pasado de padres a hijos", abunda la jefa de la lonja. Y añade: "Nosotras ayudamos a renovar prácticamente toda la flota gracias a que la compañera empezó a mover todas las subvenciones y demás, pero desgraciadamente muchos se han perdido del puerto".
Embarcaciones de artes menores cuyas labores de faena artesanal se realiza a pocas millas de la costa y "al día", por lo que el pescado vuelve rápido tierra adentra para ser subastado y, por tanto, conserva la máxima frescura. Un proceso de captura selectivo y sostenible, con una baja huella de carbono, y con un producto de calidad que supervisan, controlan y subastan Ana Mari, Inma y Marta.
Al clarear el día, con las primeras luces del alba, los marineros salen del puerto chipionero hasta que regresan de vuelta y vuelcan en la lonja las capturas. Entrada la mañana se produce la subasta. Es finales de diciembre y, pese a las fiestas, el mercadeo discurre tranquilo. Sonia Primera CB, Manguita... son algunos de los barcos cuyos nombres aparecen en el panel de la subasta. Embarcaciones que ofrecen un producto fresquísimo y a un precio muy competitivo para distribuidores y detallistas, que se arremolinan en torno a Ana María.
"Empecé de administrativa en Rota y salté a hacer la subasta, muy valiente yo"
"Me extraña que haya otra lonja dirigida por mujeres, este es un gremio muy masculinizado. Cuando empecé hace 38 años no había mujeres por ningún sitio, rederas si acaso". Ahora la jefa tiene ganas de jubilarse, "estoy cansada", pero solo guarda buenos recuerdos de su trayectoria. "No tenía tradición ni conocía absolutamente nada del pescado. Empecé de administrativa en Rota y salté a hacer la subasta, muy valiente yo. Me puse a vender entre los hombres y empecé a luchar con ellos. Al principio se vendía en la calle, todo era completamente diferente. Luego, trabajamos por media, repartíamos las ganancias, y yo me he llegado a ir de aquí a las tres de la mañana, trabajando 14 o 15 horas. Todo ha evolucionado muchísimo. ahora está todo mucho más profesionalizado y digitalizado".
Con el paso del tiempo, hasta una marca propia, un sello de calidad, han conseguido tener en el puerto de Chipiona, una pesquería única. Prima y Alba es el nombre de una iniciativa del Grupo de Acción Local de Pesca de la Comarca Noroeste de Cádiz y de la Organización de productores de pesca artesanal de la población que tiene como objetivo dar a conocer la calidad, frescura y sostenibilidad del sector pesquero en la localidad de la costa Noroeste de Cádiz. En el logo, el rojizo del amanecer de Chipiona, el azul mar de los caladeros próximos a su costa y el azul oscuro para representar la noche. También un patrón de red que alude a los artes no remolcados que emplean en esta pesquería artesanal.
Junto al cartel de se vende nieve (hielo para el pescado), Marta pesa el género antes de ser subastado. Pistola de control en mano, su madre ya está en el centro de la sala para iniciar la puja. El negocio se sostiene, pero ahora lo que más preocupa a Ana María es el cambio climático. Entender por qué antes abundaban los langostinos y las acedías de la costa Noroeste de Cádiz y ahora, "si entran 500 kilos de acedías, hacemos una fiesta".
"Antes podían entrar hasta 2.000 kilos de langostinos al día; ahora tiende a desaparecer"
"Hace 20 años había una cantidad monstruosa de pescado y ahora no tiene nada que ver. En la acedía y el langostino es en lo que más lo hemos notado. Pueden ser ciclos y que esto luego cambie, pero la realidad hoy es la que es. Tampoco antes existían pesqueras de chova y bonito, que era más estacional, más del verano", cuentan ambas hermanas sobre la evolución del producto que venden y cómo la crisis climática, con el aumento de la temperatura del mar y la pertinaz sequía, ha trasladado a otras zonas menos cálidas a especies que antes eran muy habituales y abundantes.
"Antes podían entrar hasta 2.000 kilos de langostinos al día, los preparábamos y los mandábamos a Sevilla porque el mercado de Cádiz no lo podía asumir, pero ahora tiende a desaparecer", lamentan. Y concluyen, como una resignación en positiva, al menos para la lonja, "es verdad que eso ha aumentado el precio. En fin, vamos a pensar en hoy y a ver mañana qué nos depara".
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