Francisco y su familia, un día lluvioso del pasado invierno, volvían del supermercado de hacer la compra cuando se encontraron con su casa inundada. En el interior de la vivienda, el agua les llegaba por las rodillas, mientras bajaba en cascada por las escaleras del bloque, y cerca del cuadro de luces. “Nos podíamos haber quedado pegados”, comenta.
A Francisco le estaban arreglando el techo de su vivienda en meses lluviosos, “cuando todo el mundo sabe que los techos se cambian en verano, para evitar estas cosas”. Con ayuda de su padre, como pudo, colocó una lona para evitar más filtraciones y, al ser viernes, estuvo todo el fin de semana con este “apaño”. “Menos mal que no llovió más”, dice ahora.
En la barriada de La Asunción, de Jerez, hay historias para no dormir. Después de mucho tiempo de lucha vecinal, casi 15 años de espera, a principios de 2022 comenzaron unas obras de rehabilitación muy esperadas en la barriada. Para entonces las grietas en muchos bloques eran bien visibles, los problemas de humedad se habían cronificado, cada vez había más casas apuntaladas, más bajantes en mal estado… los desperfectos eran numerosos. Y preocupantes.
El Ayuntamiento de Jerez y la Junta de Andalucía firmaron en 2008 un convenio para la rehabilitación integral de La Asunción. En total, 93 bloques y 608 pisos, donde viven más de un millar de vecinos. En cuatro años desde esa fecha debían estar terminadas las obras, que no comenzaron hasta catorce años más tarde.
Después de solicitar el Consistorio la delimitación del Área de Rehabilitación Integral (ARI) La Asunción se retomó el proyecto, tras lo que la Junta delimitó este área, en marzo de 2020, al inicio de la pandemia, accediendo así a casi seis millones de euros de fondos europeos, en total, 5.960.293,65 euros procedentes de la Iniciativa Territorial Integrada (ITI). Los vecinos de la barriada vieron la luz al final del túnel. Lo que no sabían es que ahí empezarían nuevos problemas.
En estos momentos, se encuentran ante una encrucijada. Las obras no avanzan al ritmo que deberían. Prácticamente, están paralizadas. Son siete las constructoras que han pasado ya por la barriada. Las anteriores abandonaron por la imposibilidad de continuar con los trabajos. Después de la larga espera del vecindario, cuando comenzaron los ansiados trabajos vinieron problemas sobrevenidos, como una huelga de transportistas, la crisis del combustible, una inflación disparada… Aumentaron los precios de los materiales y todo se fue al traste.
La rehabilitación debe estar terminada antes de finales de 2023. De lo contrario, los vecinos deberán devolver el 50% de la subvención, que ya han recibido, aunque añadiéndole intereses. “Ese dinero no lo tenemos, ya lo han cobrado las empresas, arquitectos y técnicos”, proclaman. Para colmo, cuando firmaron para dar su consentimiento, nadie les informó de que las subvenciones se iban a reflejar como incremento de patrimonio, por lo que tienen que declararlo ante Hacienda. “Por la mala gestión y despreocupación de muchos que hoy no dan la cara nos están llevando a la ruina”, se quejan.
El Ayuntamiento, en este proceso, actúa como entidad colaboradora, y fue quien se encargó de gestionar las solicitudes y de distribuir las subvenciones a través de Emuvijesa, la empresa municipal de vivienda, a las distintas comunidades de propietarios, que actúan como promotores de la rehabilitación. El Consistorio pidió a la Junta que se hiciera cargo del aumento del coste de los materiales —hasta un 30%—. “El Ayuntamiento ha puesto cero euros; que ponga un poquito, que no pasa nada”, respondió Mercedes Colombo, delegada del Gobierno andaluz en Cádiz.
En mitad de la guerra partidista, los problemas de los vecinos son otros. Francisco sigue con el techo de su vivienda sin arreglar. “Y con las paredes negras”, agrega, por la humedad. Como la mayoría de los residentes consultados por lavozdelsur.es, no está nada contento con el resultado de las obras ejecutadas en su casa, donde vive con su mujer y sus hijas, de 15 y dos años. “¿Quién se va a hacer responsable?”, se pregunta, “porque mi seguro no se hace cargo”.
“Firmamos un contrato, yo no tengo culpa de que los precios hayan subido. Vamos a llegar a un acuerdo”, dice un vecino que reclamará para que le arreglen los daños ocasionados. En una reunión reciente con la constructora, le propusieron a los propietarios que solicitaran un préstamo par abonar lo adeudado a la compañía, concluir la primera fase, y así poder acceder a la segunda parte de la subvención, algo que no les convence.
Como muchos de los vecinos de La Asunción, Francisco no se explica que las consecuencias de la subida del precio de los materiales las estén pagando ellos, con trabajos a medio hacer, de forma “chapucera” y sin visos de concluir en los plazos previstos para evitar tener que devolver la subvención.
Las Administraciones no les dan una solución y el presidente de la asociación de vecinos La Integración, Ildefonso Tenorio, que lideró la lucha por la rehabilitación, aseguran que está en paradero desconocido. “Lo voy a llamar, verás como no lo coge”, dice un vecino durante la visita de este medio. Al instante, salta el contestador. Con este periódico se ha puesto en contacto para asegurar que se están realizando "esfuerzos desde todos los estamentos, Junta, Ayuntamiento y técnicos", para sacar adelante la rehabilitación. Tenorio asegura que "esto no puede caerse, sería una hecatombe", y apunta que "queda un 12%, un mes de obras".
Ana y José Manuel llevan tres años residiendo en un bajo de La Asunción, con sus hijos de nueve y siete años. Ella es vecina de la barriada de toda la vida, de hecho vivía justo en la casa de al lado, conoce sus problemas. Tras las obras, a ella se le han multiplicado. Hace dos meses que pintó su habitación, que presenta grandes manchas de humedad. “El olor es insoportable”, comenta. Ni en pleno invierno puede dormir con la ventana cerrada. La ropa, si no se la pone a menudo, tiene que volver a lavarla. No puede estar mucho tiempo en el armario.
La habitación del hijo pequeño de Ana y José Manuel también tiene bastante humedad, como se puede observar en el estado de las paredes. Hasta tuvieron que cambiar el armario de lugar, por la enorme mancha que apareció detrás. “Aquí siempre ha habido humedad, pero no tanta, ni reproduciéndose a esta velocidad”, comenta ella. En la fachada del bloque las marcas son fácilmente visibles, “y cada vez va a más”.
Remedios dice que “solo” tiene un par de desperfectos en su casa. Un agujero que los obreros le abrieron para dar salida a una tubería, que no le han cerrado, y por el que se desprende un fuerte olor ocasionalmente, y otro en un muro. Todavía se considera afortunada, en vista de las historias que tienen otros vecinos. Ella, que también es vicepresidenta de la asociación vecinal, no ha tenido acceso a la documentación. “Los promotores somos nosotros, pero ninguno conocemos a las empresas que se han ido contratando”, comenta.
“Aquí llegaban y nos decían: firman, que corre prisa, que si no perdemos la subvención. Y la mitad de la gente no ha entendido qué estaba pasando. Unos porque trabajamos y no hemos podido preocuparnos a fondo, y otros porque son personas mayores y no entienden”, describe Remedios, que como la mayoría, desconocía que tendría que declarar la subvención recibida.
“Ha habido mala gestión por parte de todo el mundo, de la asociación de vecinos, de la constructora, de los técnicos, de la Junta de Andalucía, del Ayuntamiento…”, critica Verónica, otra vecina de La Asunción. “Ahora nos arriesgamos a que no estén terminadas las obras a final de año y tengamos que devolver la primera subvención, que en nuestro bloque, por ejemplo, son 36.000 euros”, agrega.
“La solución que nos dan es que pidamos un préstamo de 20.000 euros para pagar lo que supuestamente le debemos a la empresa… y el bloque está sin terminar”, se queja Verónica, que recuerda que la Junta ya ha dado varias prórrogas, porque los trabajos debían estar concluidos en julio de 2022, se postergaron hasta septiembre, y finalmente hasta el término de 2023.
Las subcontratas encargadas de los trabajos eléctricos, de fontanería o revestimientos ya alertaron hace unos meses de la dificultad de continuar con la obra, por la subida del precio de los materiales, y por la imposibilidad de cobrar trabajos concluidos, ya que para recibir la segunda mitad de la subvención tiene que estar terminada la primera completamente, lo que se debe verificar correctamente para que la Junta autorice el pago.
Mientras, los días pasan y la obra no avanza. Con la mirada puesta en diciembre, los vecinos se desesperan. Nadie da respuestas, sus casas en algunos casos están “peor”, y están declarando ante Hacienda por unos ingresos ue puede que tengan que devolver con intereses. La Asunción es una olla a presión que está a punto de reventar.