Cuarenta años no son nada. O puede ser mucho tiempo. En cuatro décadas, pueblos como Villaluenga del Rosario, una de esas localidades rurales donde habitualmente los urbanitas tienen la concepción de que se ha parado el tiempo, han cambiado notablemente. O quizás no tanto.
El símbolo de estos 40 años de cambio está en las fuentes de los pueblos. "Antes, eran la fuente de la vida, pues al no haber agua corriente, al ser los periodos de sequía muy influyentes, era un punto de reunión, principalmente de las mujeres. 40 años después son mero elemento decorativo, en los que ya casi nunca hay nadie. Hemos pasado de vivir mucho en la calle, porque es donde estaban los elementos que nos permitían sobrevivir a vivir mucho más en el interior, porque las casas afortunadamente tienen de todo. El bienestar se nota y es muy complicado ver a las personas en la calle, sentadas en sus sillas comentando la vida; ya no se ven las puertas abiertas, que nada tiene que ver con la seguridad, sino con que dentro hay más bienestar que fuera. Y con los bares ocurre lo mismo, son más para turistas".
Lo cuenta el investigador de la Universidad de Cádiz Antonio Javier González Rueda, autor del libro El pueblo y yo, en el que se hace una radiografía de los últimos 40 años de la España rural, de la España olvidada.
Lleva tres años "con el pueblo de Villaluenga en la mochila, una mochila repleta de emoción". Todo comenzó cuando descubrió por casualidad que existía una cinta grabada por dos directores australianos titulada El Pueblo que hablaba sobre el Villaluenga del Rosario de 1981. Ese año (justo ahora se han cumplido 40 años) John Tristram y James Wilson viajaron a España para grabar un documental sobre la realidad rural española de la época, con la idea de dar a conocer cómo era la vida en una España que casi estrenaba democracia a los alumnos neozelandeses de entre 8 y 12 años.
Tras pasar por distintas zonas de la geografía de España y por pueblos de la sierra gaditana, finalmente eligieron como localización para el vídeo Villaluenga, el pueblo más pequeño de la provincia de Cádiz.
La elección fue simbólica, pues como dice el investigador de la UCA, "si situados en la Cima del Republicano en Villaluenga los australianos figuradamente hubieran tirado el celuloide que grabaron y la Tierra lo hubiera dejado pasar, habría acabado exactamente en Nueva Zelanda, donde están las antípodas exactas de la provincia de Cádiz".
Se trata, según describre, de un trabajo que "es el reflejo de que una historia puede acabar en el otro lado del planeta, una historia tan bien elaborada, con mucha calidad etnográfica, sociológica y estética". El Pueblo, cinta que fue emitida finalmente en 1983, está disponible ahora en versión íntegra en Youtube, gracias a que la productora australiana Juniper Films ha autorizado a la Universidad de Cádiz a digitalizar y difundir dicho documental en el contexto de la investigación La España rural de 1981 vista con la mirada de nuestra antípoda, del investigador del INDESS, Antonio Javier González Rueda.
"Al final el documental ofrece arquetipos que existían, no por el tópico. Y yo he intentado completar el registro de esas personas, con mucho cariño y tratando de ser muy respetuoso", narra el autor de El pueblo y yo, un ensayo que, "partiendo siempre de la película, monta historias existentes a su alrededor en los 40 años transcurridos, para ver el cambio de la España rural del 81 a la actual"
El ensayo, en definitiva, lo que hace es dar voz a las personas anónimas, para saber cómo vivieron el documental, qué ha sido de ellos y cómo han vivido el cambio. "Abordo el paso entre dos momentos muy importantes: en 1981 es cuando empiezan a formarse los ayuntamientos democrácticos, pues aunque comienzan en 1979, es en el 81 cuando los alcaldes empiezan a coger vuelo tras la etapa franquista; un momento en el que está empezando a cambiar; y en 2019, momento del cierre del libro, la previa casualmente, como sabríamos después, del estallido de la pandemia, que también supondrá cambios aunque aún no sepamos cuáles de momento".
Aunque en cuatro décadas ha habido cierta transformación, otras cosas siguen casi igual. Un ejemplo está en la venta ambulante, "Antes el pescado llegaba en furgoneta en unas condiciones diferentes y ahora vienen con vehículos más preparados, casi como si se comprase en un centro comercial, pero la cosa sigue igual a la hora de acceder a muchos servicios. El mundo rural lo que tiene es un problema de escala, porque estas no hacen posible el mantenimiento de negocios permanentes como podríamos pensar".
Sin embargo, ahora que está tan de moda hablar de la España olvidada, de la España vacía, cabe destacar que "desde la Transición hasta la crisis de 2009, la transformación es brutal, pues los pueblos de la Sierra de Cádiz pasaron de ser los grandes olvidados y desconocidos de la provincia, con muy escasos servicios (había agua tres días en semana, problemas con la luz, con los colegios, hace 40 años hubo un accidente gravísimo con un autobús escolar en el que murieron tres escolares de Algodonales), a tener un gran cambio. La democracia se ha portado muy bien con los pueblos de la sierra, con el mundo rural", manifiesta el autor.
¿Dónde está entonces el problema? "El problema es que hay un envejecimiento de la población, que no puede negar nadie. No tenemos una proyección tan mala como los pueblos de Aragón o Castilla La Mancha, que son pueblos que van a la desaparición, pero tenemos que reactivarnos", resalta. "Y eso se consigue dejando los discursos y pasando a la acción, para hacer que estos pueblos estén en igualdad de condiciones en cuanto a comunicaciones, que son inseguras, con transportes publicos casi anecdóticos. Necesitan un servicio de internet de calidad si queremos que la gente se instale en los pueblos y tenga actividades distintas a la ganadería, a la agricultura y a la transformación, de aceite, queso y vino, principalmente. Necesitamos que estén en un régimen de igualdad. Es un balance agridulce, es cierto que hay pueblos de nuestra sierra mejor dotados que muchas zonas de la provincia, pero la demografía está ahí como un problema", concluye Antonio Javier González Rueda.
La recuperación del citado documental y su estreno en España en 2019 sirvieron de excusa a González Rueda para construir un ensayo sobre la memoria de nuestros pequeños pueblos que tituló El pueblo y yo. Ahora, con motivo de los 40 años del rodaje en 1981 del documental El Pueblo, la obra de este investigador de San Fernando, pero que está "enamorado de la sierra de Cádiz", será presentado este viernes 15 de octubre de 2021, a las 19 horas, en el Centro de Interpretación de la Literatura de Villaluenga. Todo sea por mantener la memoria de la España olvidada y pedir que se trabaje por su futuro.