De fiesta privada y doméstica a evento público y multitudinario, la Zambomba jerezana ha mutado a lo largo del último siglo. Hasta principios de los años 60 aproximadamente era un encuentro pequeño que surgía de manera espontánea en patios de vecinos; más tarde, con el éxodo de las familias a las barriadas de nueva construcción, se perdió el carácter popular que guardaban en el centro histórico y la fiesta estuvo 25 años prácticamente en el olvido. Fue a finales de los 70 y especialmente a principios de los 80 cuando vuelve a resurgir. En este nuevo florecimiento tuvieron mucho que ver la Cátedra de Flamencología, la Asociación de Belenistas y los discos de la Caja de Ahorros, que empezaron a llevar los villancicos flamencos a todas las casas de Jerez.
“Yo creo que la Zambomba ha pasado de lo doméstico a lo público, y como tal se convierte en espectáculo. Se tiende a teatralizar, a escenificar lo que antaño fue una fiesta privada. Ya la gente no vive en casas de vecinos y esto ha modificado profundamente el carácter de esta fiesta”, explica el investigador en etnografía musical Manuel Naranjo.
“Las Zambombas originarias de Jerez no eran netamente flamencas, aunque tuvieran seguro un cierto estilo andaluz. Los cantos tradicionales eran coplas, romances y villancicos.
"Si no llega a ser por el flamenco, las Zambombas no hubieran tenido éxito" (Manuel Naranjo)
No fue hasta los años 70 que el flamenco impregna de carácter a las Zambombas. El flamenco hace su propia interpretación. Si no llega a ser por el flamenco, no hubieran tenido éxito. El flamenco ha posibilitado que se difundan más allá de nuestras fronteras”, explica Naranjo. En la misma línea, Mariscal añade que “la Navidad en Jerez solo ha dejado de celebrarse 114 años, durante la dominación almohade. Hay coplas que datan del siglo XIII, es una tradición ancestral. Al final, estas coplas se hicieron flamencas, pero antes nunca se veía una guitarra en una Zambomba, era impensable. Las madres fueron las transmisoras de las coplas basadas en romances castellanos, en Jerez se conservó a través de la oralidad”.
“Hay que diferenciar la Nochebuena en Jerez, una celebración doméstica con una serie de rituales en torno al cante y los pestiños entre vecinos, a la construcción cultural que se ha creado bajo el amparo del flamenco con la denominación de Zambomba”, explica Naranjo.
"En las Zambombas de antes no había nada organizado, todo era improvisado" (Antonio Benítez)
“De todas formas, esta es una evolución natural que ha pasado con muchas otras fiestas tradicionales. Con la llegada de la democracia la Zambomba se recupera, crece y ahora ha llegado a otros muchos sitios. Se ha convertido en un espectáculo, tiene una dimensión teatral con actores activos y pasivos”. “Lo que más me interesa y lo que menos veo es la cuota de participación. Lo más importante de una Zambomba es que la gente participe. Si solo hay espectadores, no participantes, no es tanto una Zambomba”, concluye.
"La Zambomba debe ser más un sentimiento que una juerga" (Antonio Mariscal)
Antonio Benítez añade que “con la llegada de las Zambombas a las peñas cada una empezó a hacer la suya propia y también a mirar a ver quién lo hacía mejor. Traíamos a las personas que mejor cantaban, y además la gente ganaba así un dinerillo”.
Sobre la popularidad actual de la Zambombas, Mariscal opina que “los tiempos han cambiado, y si las zambombas a modo de espectáculo dan renombre a nuestra tierra, me parece bien. Aun así, creo que la Zambomba debe ser más un sentimiento que una juerga, y esto se transforma cuando la Zambomba se convierte en un botellón”. Por último, Naranjo no cree que haya que tutelar nada por parte de ningún organismo para dirigir o acotar la Zambombra tradiciona: “nadie puede establecer el canon o decir lo que es el purismo”.