Se cumplen cien años de la Revolución de Octubre de 1917, al que siguió una dolorosa guerra civil entre “rojos” y “blancos”.
Nadie lo puede negar: la Revolución de Octubre, enmarcada en la historiografía tradicional dentro de la Revolución Rusa de 1917, cambió el mundo. Un 7 de noviembre —25 de octubre según el calendario juliano, por el cual se regía la Rusia zarista— el pueblo ruso toma la ciudad de Petrogrado, sus puentes y sus calles llegando a asaltar el Palacio de Invierno, antigua residencia de los zares y entonces sede del gobierno provisional de Kerensky. La insurreción, dirigida por los bolcheviques, descontentos con el gobierno provisional que había tomado el poder, vino a poner fin al “proceso revolucionario” de corte liberal de febrero del mismo año que no había solucionado ninguno de los grandes problemas de la Rusia de la época: la miseria, la baja industrialización, la costosa participación en la I Guerra Mundial y el reparto de la tierra.
Hoy se cumplen 100 años de aquel fenómeno, al que siguió una dolorosa guerra civil entre “rojos” y “blancos”, con millones de muertos y desplazados, y que acabó cinco años más tarde con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Un orden político, económico y social que se presentó desde un primer momento como la alternativa al capitalismo feroz y que basó su praxis más inmediata en la reforma agraria y la industrialización del país.
Sin embargo, parece que la efeméride pasa algo desapercibida. En Rusia, el gobierno de Vladimiir Putin, que tiene como líderes de la oposición a los comunistas, prefiere celebrar, junto a la iglesia ortodoxa rusa, otras efemérides de corte nacionalista. En otros países, por contra, el fenómeno ni siquiera es recordado. El proceso revolucionario bolchevique y la configuración de la Unión Soviética es habitualmente visto de forma sesgada y se le juzga desde posiciones ambiguas por parte de quienes no juzgan con la misma vara de medir otros procesos políticos, sin poner en contraste su desarrollo y sus consecuencias. Pero, ¿hubiera sido posible, por ejemplo, la configuración de un sistema social básico en “una Europa del bienestar” sin la influencia de los partidos comunistas y la existencia de la Unión Soviética durante casi todo el siglo XX? Probablemente no... aunque pocos lo reconozcan, y aunque estén padeciendo precisamente hoy las consecuencias de ello... bajo una deriva liberal sin precedentes.
Conocer (y reconocer) es imprescindible para opinar. Y sobre los procesos revolucionarios comunistas y los régimenes políticos (y sociales) surgidos de ellos se abusa de los tópicos y de los prejuicios. Fácil desde una óptica aburguesada en un mundo en el que sigue habiendo opresores y oprimidos, y en el que el materialismo dialéctico sigue estando a la orden del día, pero lamentablemente difícil para enfrentar la brecha social que se nos presenta en el futuro más inmediato. ¿Cómo pueden equiparar algunos voceros del capital la Unión Soviética con el fascismo y obviar, además, el protagonismo que tuvo esta como líder en la derrota del nazismo?
Son muchas las personalidades que a lo largo del tiempo han sostenido la máxima de que “la historia la escriben los vencedores”. Otros, en cambio, se inclinan por ello de que “la historia los juzgará” —como Allende en el último de sus días—. Pero todo depende de quienes hagan historia... y a qué llamen historia. De interpretaciones y de ideologías está llena —aunque algunos se empeñen en decir lo contrario—, de medias verdades y de dudosos y vertiginosas afirmaciones con tendencia a ser dogmas, que hay que tratar con cautela para no ser (teledirigidos) partícipes en un complejo proyecto de ingeniería social.
Sobre la revolución de Octubre, sus causas, su desarrollo y sus consecuencias en el mundo hablaremos este martes 7 en una charla convocada por la Agrupación Local del Partido Comunista y por Izquierda Unida, a las 19h en el Centro Social Blas Infante de Jerez. Este fin de semana, además, IU y PCA albergamos una exposición en nuestra sede local (calle Juan de Torres, 9). El sábado en horario de mañana y de tarde (10-14, 18-21 horas), y el domingo en horario de mañana (10-14 horas).
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