4D, el día inacabado

Si alguna vez, en el tiempo reciente, las y los andaluces fuimos (primera persona del plural: Nosotros) personas de luz es, sin duda, aquel 4D

Manifestación en Sevilla el 4D de 1977 con multitud de banderas.   PABLO JULIÁ
Manifestación en Sevilla el 4D de 1977 con multitud de banderas. PABLO JULIÁ

Estamos en vísperas del 4D. Y en Andalucía vivimos las vísperas tanto o más intensamente que las fiestas. Es justo lo contrario del fatalismo con el que, a veces, nos caricaturizan y responde a nuestra manera de entender el tiempo: antes de que se cumpla lo inminente, antes de que ocurra lo inevitable sólo nos habita la esperanza. Benditas vísperas.

Yo no estuve el 4D del 77. Aún no vivía en Andalucía, si no en la hermana Extremadura. Por lo tanto, mi visión no parte de la nostalgia ni de la memoria personal. Este análisis es una interpretación de la realidad a partir de la memoria compartida de amigos y compañeros que fueron protagonistas de aquel día, algunos ya no están, pero nos siguen alumbrando. La memoria es de las pocas capacidades humanas capaces de vencer los límites del tiempo y es, además, la fuente primera de la identidad, el vínculo imprescindible con nosotros mismos y con las y los demás. 

Pero la memoria no es sólo personal, también es colectiva, material y política: no hay ciudadanía sin memoria. No hay comunidad sin memoria común, sin memoria del “Nosotros”. Y, aunque no es exactamente lo mismo, no hay historia sin memoria.

Y el 4D es ciudadanía, comunidad e historia. Un pueblo, el pueblo andaluz, pueblo constituyente por primera vez en su larga historia, que alumbra un estatus político: la nacionalidad andaluza. 

Volver a ser lo que fuimos, cantamos en el himno de Andalucía. Si alguna vez, en el tiempo reciente, las y los andaluces fuimos (primera persona del plural: Nosotros) personas de luz es, sin duda, aquel 4D. El día en el que la letra del himno se hace piel. La piel herida de García Caparrós, la herida de la muerte, que convirtió en desgarro la esperanza y trasformó la rebeldía en dolor y rabia.

Las causas del 4D son muchas y complejas. Pero aquel día fue nuevo porque ocurrió algo nuevo, algo inesperado, incluso por los grupos más concienciados, algo improbable para quienes tenían el poder. Fue una fractura histórica, una quiebra con el tiempo anterior y una flecha lanzada hacia el futuro.

La diferencia entre un suceso, por importante que éste sea, y un acontecimiento histórico es que el acontecimiento tiene sentido por sí mismo y genera, a partir de él, nuevas coherencias. Es el resultado de la voluntad de las personas del pasado y permite intervenir a otras personas en otro tiempo posterior.

Un día histórico es un producto de la historia que contiene y que genera nuevas posibilidades de historia. Es el día que cambia algo para que nada siga igual.

El 4D es el acontecimiento que demuestra la insuficiencia del modelo político y social de la Transición, (el modelo que existía y el que se diseñaba: reino, estado asimétrico y sinécdoque indisoluble). Y es, a su vez, la impugnación y la alternativa a ese modelo. Por eso, hasta ahora, nunca ha sido del agrado del bipartidismo centralista. Por eso se intentó frenar de muchas maneras, con la ley y con el relato. La Loapa y el “café para todos” son buena prueba de ello. La Loapa quedó en nada y el café que las andaluzas y andaluces reclamaron fue solo y expreso. Por eso el PSOE y el PP han ignorado siempre el 4D. Y las y los irreductibles andalucistas hemos estado casi siempre solos levantando la arbonaida.

Pueden seguir ignorándolo, lo que no pueden es derogarlo. El PSOE lo sabe y no acierta a definir una posición política al respecto porque con la defenestración de Escudero tiraron por la borda su papel en el 4D, por más que algunos socialistas, a quienes aprecio, se esfuerzan por explicar la importancia capital del 4D para la historia de Andalucía.

El PP lo sabe y se apunta a conmemorar ahora el 4D para borrar la memoria de su oposición y su ausencia en el día histórico. Es, evidentemente, una posición inteligente que observo con interés para ver si dura, si es una pose o una convicción. Y me gustaría que fuera una posición política más allá de lo simbólico, en el terreno de lo material, de los retos pendientes.

Sería importante que unos y otros entendieran la dimensión popular de aquel 4D que cambió la historia. Si habláramos de magnitudes, diría enorme, si habláramos de categorías, diría principal. La forma más honesta, desde el punto de vista político e intelectual de acercarse al 4D es asumir su carácter popular. Esa es su singularidad y su raíz: el pueblo andaluz convertido en sujeto que desborda los límites que otros le trazaron. En un día de su historia. 

Hay días en los que la historia avanza siglos. No son muchos, pero tienen una potencia de significado histórico porque cambian el futuro, porque trazan un camino imprevisto para que otras y otros puedan seguir cambiando su respectiva realidad. Por eso la mejor forma de conmemorarlos es mirando hacia adelante, hacia los retos que aún y ahora están pendientes.

Siempre hace frío el 4D. Y precisamente el frío es también una clave para la memoria: El 4D es un pueblo a la intemperie decidiendo construir su propia casa. Decidiendo, en gerundio, que significa que la acción del verbo continúa porque está inacabada.

 

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