A la burguesía le tocó el 'Gordo'

Jerez, 1992. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. Periodista. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Máster de Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos en la Universidad de Cádiz. Máster de Humanidades: Arte, Literatura y Cultura Contemporáneas en la Universitat Oberta de Catalunya. 

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Son tiempos complicados para la izquierda política.

Son tiempos complicados para la izquierda política. El jueves, los resultados de las elecciones catalanas no hicieron más que corroborar lo que parecía ya una realidad ineludible: el discurso de clase pierde frente al discurso nacionalista. Ya no importa ni el quién, ni el cómo, sino la bandera que lleves, que el pueblo paga la cuenta.

El nacionalismo español y el nacionalismo catalán tensan la cuerda en base a un mismo patrón. Tanto en la prensa como en debates y tertulias, la cuestión social ya no es prioritaria y hasta los resultados de los comicios se miden en "independentistas" y "no independentistas". La corrupción, olvidada. Los recortes, cosa del pasado. ¿El cinismo? Como cada mediodía, en la sobremesa. Unos que se quejan de un Reino de España que tapa sus vergonzosas corruptelas con el problema catalán y otros que hacen lo propio alentándose en una futurible República Catalana. Nada ha cambiado.

¿Dónde quedó el pueblo entre tanto rojo y amarillo? ¿Quién piensa en uno de cada cinco catalanes que está por debajo de los límites del umbral de pobreza? ¿Quién rescatará los servicios públicos? ¿Quién responderá en los años venideros por las políticas sociales? Cuando tanto unos como otros celebran la victoria es más que evidente que quien ha perdido es el pueblo. Lo de ahogarnos en un vaso de agua parece que lo compartimos todos los pueblos de España. Este viernes Cataluña amaneció igual, y el Gordo de la lotería navideña le tocó a la burguesía. A la catalana y a la española. No se hablará de otra cosa más que de banderas. El circo continúa. Nos subamos a las Cuatro Torres o nos subamos a Montjüic. No. No hay claros. Está oscuro. No hay soluciones a la vista.

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