Hace unas horas, la ministra de Asuntos Exteriores de Suecia, Ann Linde, ha pedido que no se ignore el riesgo que existe de un uso nuclear real de armas de ese tipo en el conflicto ruso-ucraniano. O sea, que esa puesta en marcha de la alerta nuclear por parte de Putin hace un par de días puede, terrible y lamentablemente, no ser un farol.
Una guerra con armamento nuclear podría ser fatal, no ya sólo para los territorios próximos al conflicto, sino para regiones más amplias, y en caso de escalada bélica irrefrenable, para toda la humanidad.
Parece una película de ciencia ficción de hace 50 años, pero no, no lo es; lo que los y las pacifistas venimos denunciando desde hace tiempo se convierte en un riesgo posible.
Y en todo este dantesco baile de la escalada belicista y militarista global, ¿en qué situación quedan la provincia de Cádiz y Andalucía? Pues evidentemente, gracias a la Base Aeronaval de Rota (y la Base Aérea de Morón), en el ojo del huracán. Recordemos que esta base norteamericana tiene capacidad nuclear. Es sede aérea y naval de las estrategias nucleares de EEUU en el Mediterráneo, lo que le lleva a convertirse en blanco militar de primer orden mundial.
Aunque el jueves pasado el Subdelegado del Gobierno en Cádiz ha restado importancia a la incidencia de la guerra en Ucrania en cuanto a nivel de riesgo de la Base, la escalada acelerada de los últimos días nos debería hacer pensar en un sentido contrario: hay un enorme peligro, dato que no sólo se deduce por la capacidad nuclear de la base (posible almacenamiento de misiles nucleares y tránsito de submarinos atómicos), sino también por la instalación permanente hace pocos años de los destructores que son la base del escudo antimisiles. Escudo norteamericano que son al fin y al cabo un sistema de guerra electrónica para protegerse de los misiles Oniks de Rusia, y que se instaló en 2015 con gran aplauso y regocijo por parte de nuestras autoridades, con el socorrido mantra del “empleo” que iba a traer a la zona (todavía está por ver que esa apuesta bárbara haya dado trabajo en la Bahía).
Recordemos que la de Rota es una base destinada a ser centro logístico de la OTAN en el sur de Europa, y que los 4.000 kilómetros que nos separan del polvorín ruso no son nada si lo miramos desde el tablero de la geopolítica mundial, en pleno despliegue de la guerra tecnológica del siglo XXI.
Una vez más (y parece que ahora más que nunca) los y las pacifistas tenemos razón, pero esa razón no nos reconforta; no es cabezonería ni son dotes adivinatorias lo que nos motiva, sino la honda convicción y la triste constatación de que el militarismo de la OTAN del que no ha sido capaz de descolgarse nunca el Estado Español (ni siquiera el gobierno “progresista”) es profundamente inmoral e irresponsable. Tan irresponsable, que nos puede llevar a todos al boquete, y no sólo a los responsables que juegan a la guerra y a su preparación.
Sólo un camino en la dirección contraria, hacia el desarme y la desmilitarización, la eliminación del gasto militar, la neutralidad y la disolución de los ejércitos, y la inversión en necesidades sociales, educativas, sanitarias... nos llevará a buen puerto y nos traerán las auténticas Seguridad y Paz.