Con todo lo que se está publicando últimamente (gastos en puticlubs de miembros de la FAFFE (¿por qué se habrá silenciado el tema aquí, en Jerez?), títulos universitarios regalados, EREs, Gürtel…), y que afecta a nuestros representantes públicos del signo que sea, uno piensa que la fórmula que los políticos recitan a la hora de tomar posesión de un cargo es en sí misma un fraude de ley o directamente una trola como un piano de grande, posiblemente con carcajada interior simultanea a la propia toma de posesión. “Juro, o prometo, por mi conciencia y honor bla, bla, bla….”.
Es evidente que están jurando por algo que no conocen o nunca han tenido. ¿Sobre qué conciencia juran, la que utilizan para sacar la tarjeta black a la hora de pagar una orgía en un club nocturno o con la que coaccionan y compran voluntades en la universidad pública, aun a costa de cargarse la credibilidad o el prestigio, si es que alguna vez lo ha tenido, de la propia instiitución? ¿Y el honor, cómo personas que hacen de la mentira su modo de vida y que jamás han vivido de su trabajo, sino de la pertenencia perpetua a un partido político y su apego a los sillones pueden sacar a relucir el honor y nosotros estemos tan aborregados como para no percatarnos de la situación? La primera mentira que sale de la boca de un político es la propia toma de posesión de su cargo, porque está jurando por algo que sabe que no tiene ni tendrá, pero aún así lo jura de todas formas. No hay prueba más evidente de que no tienen ni conciencia ni honor.
Toda esta reflexión, que imagino que no hará gracia a muchos apoltronados de lo público y su séquito de asesores y estómagos agradecidos, viene porque la conciencia y el honor de los gobernantes de las dos últimas legislaturas en esta bendita ciudad han propiciado que se haya anunciado varias veces en los cinco años precedentes el adecentamiento y reurbanización del entorno de la histórica iglesia de San Juan de los Caballeros. Hago un inciso y muestro mi reconocimiento por la labor que realizan las hermandades que radican en los templos de intramuros en pos de su conservación. Unas tienen medios más limitados que otras, pero no quiero ni pensar qué sería de estas imponentes construcciones, símbolos de nuestra historia, si estos colectivos no se hubiesen radicado en su interior.
Entiendo que un artículo de opinión es interpretable desde el punto de vista que tenga la persona que lo lee: puede haber gente muy de acuerdo, nada de acuerdo o con una actitud indecisa. Todo depende del prisma a través del cual se observan los acontecimientos. Pero hay cosas que no son interpretables. Me refiero a datos, publicaciones que se hicieron en su día y que vienen a refrendar la continua, incesante diría yo, venta de humo sobre las cuestiones que tienen que ver con el centro histórico de Jerez. El caso de San Juan de los Caballeros es bastante ilustrativo y os lo voy a mostrar con un par de ejemplos que cualquiera puede ojear, ya que forman parte de las hemerotecas de los distintos medios de comunicación.
Nos remontamos al día 5 de mayo de 2014. El ABC de Sevilla introducía una noticia con el siguiente titular: “Plan de choque para recuperar el degradado entorno de San Juan de los Caballeros”. Y más abajo decía: “La Junta de Gobierno Local da luz verde a una serie de actuaciones con un presupuesto de 298.540 euros”. Resulta cuanto menos curioso confrontar esa noticia con la publicada por el periódico Viva Jerez hace sólo tres días, el pasado día 7 de octubre, y que se abría con el titular siguiente: “Vía libre a la mejora del entorno de San Juan de los Caballeros”. Pero es que la primera frase de la noticia en sí es la siguiente: “La Comisión Local de Patrimonio ha informado favorablemente sobre el proyecto municipal de reordenación y urbanización del entorno de la iglesia de San Juan de los Caballeros, primera fase, que tiene un presupuesto de 300.000 euros”. ¿La noticia es idéntica, incluso en el presupuesto, o yo me lo estoy inventando?
Pero seguimos. lavozdelsur.es titulaba una noticia el día 9 de julio de 2016 de la siguiente forma: “Ejecutarán obras de mejora en Villapanés y San Juan de los Caballeros”, a lo que seguía en forma de subtítulo: “la Junta de Gobierno Local adjudica los trabajos de consolidación estructural del palacio de San Miguel y la reurbanización y reordenación de entorno de la iglesia”. ¡Toma, Jeroma, pastillas de goma! Resulta que más de dos años después se le da vía libre (como publicó Viva Jerez el domingo) a una actuación que la Junta de Gobierno Local había ya ¡adjudicado! en aquel verano de 2016. Y a la que la misma Junta de gobierno local, entonces comandada por otro partido, ya había dado luz verde ¡cuatro años antes! ¿Hay alguna explicación lógica para todo esto o admitimos ya de una puñetera vez por la conciencia y honor del que sea que estamos inmersos en un día de la marmota continuo basado en mentiras y más mentiras? ¿De verdad que puede existir alguien que sea capaz de dar una mínima razón a toda esta sinrazón que no hace más que acentuar la percepción de incompetencia que transmiten los políticos en este pueblo?
Imagino que todos conocéis Cuento de Navidad, de Charles Dickens. No digo que todos hayáis leído el libro, pero sí doy por hecho que habéis visualizado alguna versión que en época navideña se reproducen en todas las cadenas de televisión y que trata de un avaro empresario, Ebenizer Scrooge, al que la visita de los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras le devuelven el espíritu navideño y la bondad perdida, que son todos esos valores que la mayoría propugna durante dos semanas al año y que después pisotean en las cincuenta semanas restantes. Imaginemos que Scrooge es Jerez y que el espíritu navideño es la confianza que transmiten las promesas de los políticos de turno. ¿No os cuadra la comparación?
El entorno de San Juan de los Caballeros ya ha sido visitado por el fantasma del gobierno del pasado y por el fantasma del gobierno del presente, pero el efecto conseguido ha sido el contrario del que consiguieron los fantasmas navideños con Scrooge. Es más, los fantasmas del gobierno presente pasarán a formar parte del pasado y llegarán otros fantasmas del presente que seguirán mareando la perdiz, porque en esto de la política todo está ya inventado y la gente, demostrado está, se lo traga todo. El fantasma del gobierno futuro nunca llegará y su golpe de efecto definitivo, como sucedió en el cuento de Dickens, nunca se producirá. Al final todos son cuentos de fantasmas y fantasmas de libro malo.