Ha llovido mucho desde que el 29 de noviembre de 1918 el Centro Andaluz de Sevilla en nombre de todos los existentes por la geografía de Andalucía, solicitara a los poderes públicos autonomía para nuestra tierra. Aquel primer intento por construir un movimiento andalucista fue reprimido por la dictadura de Primo de Rivera y condenado, junto a otras propuestas sociales y regionalistas, a su subordinación ante una España centralista, monárquica, militar, de partido único y nacional católica. La llegada de la República vino a dar un giro esperanzador al futuro de un Estado ya “sin alma” como se denunciaba, el cual necesitaba, entre otras cosas, de su redención desde sus territorios según palabras de Blas Infante.
La reacción involucionista de las élites dominantes con el argumento patriotero de arrogarse la defensa de la esencia de una España verdadera, dio al traste con las posibilidades de una República vigilada, entre ella las reformas territoriales. Andalucía, unida a aquella propuesta descentralizadora con el apoyo de las corporaciones locales y partidos de centro-izquierda, vio su intento cercenado de raíz por la asonada del 18 de julio. Nuestra particular transición por el procedimiento del artículo 151 de la Constitución y lo que es mejor, la movilización popular que acompañó aquel empujé, sirvió para hacer posible por vez primera en la Historia una autonomía con competencias, instituciones y símbolos propios que nos identificaban como la nacionalidad histórica que Andalucía no pudo ser por el golpe fascista de 1936. Recuperamos lo que la Historia nos negó por culpa de una reacción que siempre dice intervenir en nuestro bien.
Dicho esto no me resisto a comentar algunas circunstancias que han condicionado el reato de nuestras instituciones y autogobierno. Desde 1982 como año donde se aprueba la primera de nuestras normas estatutarias han existido 11 convocatorias electorales al Parlamento de Andalucía. Cinco han sido convocatorias en solitario (I Legislatura: 23 mayo de 1982; III: 23 junio de 1990; IX: 25 marzo de 2012; X: 25 de marzo de 2015 y XI: 2 diciembre de 2018. Las convocadas para el próximo 19J serán elecciones propias, con lo que el número se iguala: existe el mismo número de convocatorias que han coincidido con otras que las que se han celebrado en solitario. En concreto, cinco elecciones andaluzas han coincididos con otras generales (II Legislatura: 22 junio de 1986; V Legislatura: 3 marzo de 1996; VI Legislatura: 12 marzo de 2000; VII 13 marzo de 2004 y VIII Legislatura 9-III-2008. A estas cabe sumar la IV Legislatura (12 junio de 1994, donde las andaluzas fueron coincidentes con las europeas: seis en solitarios otras seis que han coincidido con otras convocatorias electorales.
Estas consultas en paralelo a otras convocatorias, no sólo han supuesto un desprecio a un debate específico andaluz, sino que lo han supeditado a los intereses del partido que hasta ahora más ha gestionado nuestro autogobierno. Los debates se han utilizado para aupar en las Cortes y Europa partidistamente al PSOE. Por otra parte, en cuatro ocasiones se ha producido un adelanto electoral: V legislatura (con Manuel Chaves buscando la coincidencia con generales); la X y XI (las dos de la mano de Susana Díaz) y la XII, ahora finalizada por mor de Moreno Bonilla. Las últimas tres ocasiones, precisamente, seguidas.
De otra parte, la Legislatura “de la pinza” (IV /1994-1996) modificó mediante la Ley 6/1994, de 18 de mayo, tanto la Ley 6/1983, de 21 de julio, del Gobierno y la Administración de la Comunidad Autónoma de Andalucía como la Ley 1/1986, de 2 de enero, Electoral de Andalucía; con objeto de introducir la competencia de disolución del Parlamento otorgándosela al Presidente de la Junta de Andalucía. La atribución, sí contemplada en cambio en el articulado estatutario de otras nacionalidades históricas, no fue contemplada durante la redacción del Estatuto de Autonomía de 1981 que, como decía la norma de modificación citada “no preveía la disolución anticipada del Parlamento, como tampoco contiene norma que lo prohíba”. En aquel entonces le interesaba al PSOE liderado por Manuel Chaves que, aún vencedor de las elecciones (45 diputados) no superaba la llave parlamentaria que, desde la oposición ejercían Partido Popular e Izquierda Unida (41 y 20 diputados, respectivamente). Se trataba pues de una competencia que ahora el poder legislativo otorgaba al Presidente dentro de los principios que amparaba la Constitución y, con ésta, en concreto, los autogobiernos del art. 151. Iniciativa que fue secundada unánimemente gracias a un amplio consenso desde todos los grupos parlamentarios de la Cámara andaluza y tramitada en el tiempo record de un mes: siendo registrada el 15 de abril de 1994 fue aprobada sin debate ni enmiendas y por el procedimiento de lectura única. Será publicada en el BOJA de fecha 25 de mayo del mismo año. Una atribución presidencial que nos iguala a otras nacionalidades históricas.
Así pues, aprovechemos el exclusivo debate andaluz para hablar sobre nuestros problemas y proponer iniciativas. No somos un zaguán de lo que vaya a pasar en Madrid, ni pasillo de las tendencia de Estado. Necesitamos debate propio sobre nuestros problemas y alternativas. Es un hecho que el devenir de nuestro autogobierno hemos perdido autonomía política y que, incluso, ahora vienen otros a decir que no existimos cobrando de lo que quieren disolver. Ejerzamos nuestra mayoría de edad: siente, piensa y vota en andaluz. Adelante Andalucía.