Según la oportuna encuesta de 40dB. para la Plataforma de Medios Independientes, en la que participa lavozdelsur.es, Andalucía, la colonia, es prácticamente igual de monárquica que Madrid, la metrópoli.
Un 31,5% del electorado andaluz votaría por la república, como lo haría un 32,2% del electorado madrileño, frente a un 43,1 en Andalucía y un 46,3 en Madrid que votaría monarquía. Indecisos, blancos y abstenciones sumarían en Andalucia un 25,4% y en Madrid un 21,5%.
En tanto la ciudadanía electoral española es más republicana que monárquica, 40,9% frente al 34,9%, con una suma de indecisos, blancos y abstenciones del 24,2%, Madrid y Andalucía se muestran más monárquicas que republicanas.
Los datos que arroja la encuesta indican que la Andalucía de la transición, la que lideró la configuración del estado de las autonomías, simbolizado en las gigantescas manifestaciones revolucionarias del 4 de diciembre de 1977 que forzaron la introducción del artículo 151 de la CE, y el posterior acceso a la plena autonomía con el ejercicio del derecho a decidir el 28 de febrero de 1980, ha desaparecido. La Andalucía política que se incrusta en la Constitución del 78 no existe, ergo Andalucía no existe.
Una mirada minuciosa a la encuesta permite deducir que el sentimiento republicano está vinculado al progreso, la izquierda y los derechos democráticos, en tanto el sentimiento monárquico está vinculado al conservadurismo, la desigualdad y los privilegios. El electorado de PP, Vox y Ciudadanos es mayoritariamente monárquico, en tanto el electorado de las izquierdas y las opciones soberanistas, nacionalistas, federalistas o confederalistas es mayoritariamente republicano.
Siendo absoluta verdad que las y los andaluces están más preocupados por el paro, la precariedad laboral, el destrozo de la sanidad pública y la pérdida de fuerza de la educación pública, con el consiguiente incremento de la desigualdad estructural, que por el destino de la monarquía, la pregunta importante es por qué se alían con esa anacrónica institución cuando, los encuestados lo dicen mayoritariamente, es una institución de derechas que no de derechos.
Cuento lo que se ve. El Madrid actual centro del centralismo, albergue lujoso de corruptelas, cloacas y poderes fácticos no es España. Todo eso que ahora es Madrid tiene en Andalucía, con ocho millones y medio de habitantes, su baluarte, porque Andalucía ha dejado de ser España para ser subalterna de Madrid, la criada de la peli, la chacha de la caspa madrileña como en tiempos de la dictadura franquista.
La culpa la tiene el PSOE de González, Guerra, Borbolla, Cháves, Griñán y Díaz por descapitalizar al pueblo andaluz de su capacidad de transformación y lucha por la justicia social y territorial y haber abierto en los últimos tiempos la puerta a las derechas y Vox consecuencia de su alianza con Ciudadanos y con el españolismo del “a por ellos”. El pueblo andaluz, que existe a ojos vista, no tiene culpa de nada, la culpa es de las dirigencias políticas que llevan decenios poniendo los intereses de Andalucía, los de clase, los agrarios y los empresariales al servicio de números y códigos fiscales con residencia concentrada en la Castellana.
La Andalucía del 77 no existe ni en el debate de la izquierda ni el debate territorial porque ha dejado de ser España para ser Madrid en su lucha contra Cataluña y contra todo lo que sea progreso, bienestar, ecología, feminismo y equidad. La culpa no fue del cha cha cha, la culpa es del PSOE que hoy representa aquí Susana Díaz. El pueblo andaluz no tiene culpa de nada, la culpa es de la elite del PSOE que ha hegemonizado el gobierno andaluz durante cuarenta años.
Andalucía es una realidad cultural y una realidad territorial pero no es una realidad política. Está desaparecida, no existe. Las derechas españolistas con toda su capacidad demagógica y guerrera han concentrando sus fuerzas en Madrid para disparar contra Cataluña y, ahora, contra el gobierno de España; el independentismo unilateral catalán, parte del cual empieza a barruntar un propósito de enmienda, aislado del mundo e ignorante de los límites estructurales en su propio territorio, dispara contra Madrid al que confunde con España. Andalucía, por su bien, no puede ser parte madrileña ni parte catalana de esa guerra contra el actual gobierno de España.
Madrid no es España. España, lo dice la encuesta directa e indirectamente, es progresista, federalista y republicana, como lo es el País Valencià. El futuro federal republicano de España lo está dibujando el triángulo País Valencià (PSOE-Compromìs-Unidas Podemos), Galicia (PP) y Euskadi (PNV-PSOE). Nótense entre paréntesis los diferentes gobiernos actuales de tres comunidades cuya suma poblacional no llega a los diez millones, el 21% de la población española. Ximo Puig lo está diciendo una vez y otra, hay que quitar poder a Madrid, hay que compensar el efecto capitalidad, hay que impedir el dumping fiscal, hay que descentralizar las instituciones del estado, hay que cambiar el modelo radial por un modelo en red, hay que avanzar en justicia territorial. Federalismo. Lo dice el presidente de la comunidad valenciana cuando debería decirlo Andalucía, la comunidad autónoma con mas paro, precariedad, desigualdad, pobreza y con mayor dependencia del turismo y menor tejido industrial.
El día en que Andalucía se salga de la subalternidad madrileña volverá a liderar la configuración del modelo de estado en beneficio de las y los andaluces, tal y como lo hizo en la transición. Las condiciones materiales, geográficas, geopolíticas y formativas de sus gentes son inmejorables para romper con la dependencia del poder central y alumbrar un futuro con energías renovables, industrialización verde, aroecología, industria cultural y reforzamiento del papel de los servicios públicos y la economía de los cuidados.
La España progresista pasa por una Andalucía progresista. Mientras los gobiernos catalán y madrileño pelean contra el gobierno de coalición haciendo una pinza diabólica, Andalucía debe sumarse al triángulo de la Comunidad Valenciana, el País Vasco y Galicia formando un cuadrángulo, en el que representaría casi la mitad de la población del mismo y cuya suma sería casi la mitad de la población de España. Con esta perspectiva territorial estratégica progresista, federal y de calado republicano deberían trabajar las izquierdas andaluzas buscando una alianza táctica para reforzar, bajo demanda, las políticas progresista del gobierno de coalición. Otra cosa es seguir en la Andalucía que no existe colonia de Madrid, en ese caso la clase política actual será la verdadera responsable de que Andalucía perpetúe el atraso estructural que nos separa de la media española y la media europea en los próximos decenios.