De nuevo se convocan elecciones municipales, y quienes han decidido participar e impulsar transformaciones en su comunidad local, deben aprovechar otra oportunidad para reflexionar sobre nuestra realidad económica y social, empezando, desde el ámbito local. Solo con decisión colectiva es posible avanzar hacia una sociedad de pleno empleo, que no se decide exclusivamente en las instituciones, pero sí con las instituciones públicas y privadas, ya que uniendo voluntades desde la sociedad civil es posible construir una ciudad solidaria con su propia ciudadanía.
La política local nos ofrece la posibilidad de intervenir y actuar directamente en los asuntos públicos, y participar, desde creencias, valores éticos y morales diversos, para buscar la acción común, que resuelva problemas reales de la gente en nuestro pueblo o ciudad.
El modelo de vida actual, en nuestro entorno Norte y Sur, permite desequilibrios territoriales y sociales terribles, donde conviven situaciones de derroche y despilfarro de recursos con la falta de satisfacción de las necesidades básicas, las situaciones de exceso de propiedades, como inmuebles vacíos sin aprovechamiento alguno, con las situaciones de exclusión social y pobreza impropias de una sociedad civilizada. La lucha contra la pobreza y la exclusión social debiera convertirse en la linea divisoria entre quienes pretendan participar en política desde el bien común para el mejor servicio a su comunidad, y quienes solo defienden intereses particulares o individuales.
Sin duda alguna, una de las mejores terapias para los problemas de salud mental pasan por la mejora de la formación profesional y el empleo, la inclusión laboral de todas las personas con distintas funcionalidades, por el efectivo ejercicio de las libertades personales mediante la emancipación, de jóvenes y no tan jóvenes, el acceso a la vivienda y a la cultura. Estos objetivos no se consiguen solo mediante el asistencialismo ni la beneficencia, ni con el derecho a la propiedad imposible, sino con mejores servicios públicos, y nuevas formas de cooperación y organización vecinal en comunidad, mediante metodologías de la participación real en la vida económica y social.
El municipio donde vivir lo decide cada persona individualmente, pero sin embargo son las circunstancias personales laborales y económicas, las que van a determinar en última instancia donde fijan su residencia familiares y todas las personas que ejercen su libertad ambulatoria de movilidad, es decir emigrantes e inmigrantes. Andalucía es tierra de migraciones, y es preciso transformar nuestro modelo económico de ciudad para que vuelvan más temprano que tarde generaciones andaluzas de emigrantes, y también puedan vivir bajo techo digno aquellas personas que vengan a realizar trabajos de cuidado de personas o familiares, o aquellas otras que vengan a ganarse el jornal en la más digna de las profesiones y oficios del mundo, la producción de alimentos, satisfaciendo las necesidades básicas de todo el mundo.
Es preciso, en esta década, de nuevo reiniciar el camino hacia la reconstrucción de una economía que vaya más allá de la de post-guerra”, que cumpla de nuevo su función social, la satisfacción de las necesidades personales, apostando por la actividad más intensiva en empleo, la pequeña empresa, el trabajo autónomo y las redes solidarias.
Una economía social y solidaria solo es posible implicando a toda la comunidad, como consumidores y usuarios de servicios, y como prestadores de servicios personales, de comercio o transporte.
La representación de los agentes sociales en España está demasiado concentrada, lo cual supone un cierto déficit democrático, pues no refleja suficientemente la diversidad social de todo el tejido que conforma la economía real local, y ello en la última década se ha convertido en un obstáculo para avanzar en la consecución de los objetivos diseñados en los ámbitos europeo y estatales, de tal forma que las ayudas y subvenciones no llegan a la realidad económica local, como lo demuestra el hecho de que las Comunidades autónomas han devuelto millones de euros presupuestados sin ejecutar, que debieran haber sido destinados a la sostenibilidad y reforzamiento de la pequeña empresa en Andalucía.
Un nuevo marco de relaciones económicas, entre consumidoras, productores y distribuidoras de bienes y servicios, es imprescindible para un futuro modelo de ciudad ecológico al servicio del bien común. En ese sentido las normativas socio-económicas han de ser revolucionadas, mediante reformas estructurales, desplazando a los recursos financieros de la especulación y colocando en el centro la calidad en la prestación de servicios y el empleo, es decir centrando el eje en la eficiencia social de la organización de los recursos.
En demasiadas ocasiones la utilización de los recursos naturales, y de los avances tecnológicos, no se están planificando para un uso correcto y responsable, ni con la conservación de la naturaleza para su reproducción, ni con las necesidades materiales de la comunidad. La administración local debería facilitar que los recursos de capital público, se inviertan en la contratación de bienes y servicios de entidades cuya principal función es el empleo, garantizando también la calidad y excelencia de las prestaciones de servicios. Eso significa que las redes y agrupaciones profesionales,así como el tercer sector de entidades sin ánimo de lucro, deben ser también destinatarias de la nueva estructura de colaboración pública-privada que se extienda por nuestro territorio, ciudades, pueblos y comarcas, que se merecen ya unas políticas públicas dirigidas a la sociedad de pleno empleo.
Con otras políticas de desarrollo local mediante el fomento de la Economía social y ecológica podremos unirnos a los países y regiones del mundo que contribuyen a los denominados objetivos del milenio o agenda mundial por la igualdad y los derechos económicos, sociales y culturales, para que con la participación en la vida económica y social de todas y todos, se construya nuestro pueblo, ciudad y comunidad del futuro.
Como señala Marcos de Castro: “La economía social tiene fuerza innovadora para imaginar soluciones inclusivas socialmente... La creatividad inventa soluciones donde el mercado genera exclusión, y re-equilibra la riqueza generada frente a la fractura social. La economía social genera relaciones de confianza y cohesión social”.
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