Todas las tertulias políticas y los telediarios abren con la misma cantinela. La noticia de que el Gobierno pasa el primer trámite para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado está por todos lados. Repiten sin parar el nacionalismo español en las tertulias: “¡Bildu! ¡Bildu!”. Cada tertuliano habla de traición, de acercamientos de presos, de eliminar la lengua castellana, de terroristas, proetarras, independentistas... Jalean a una sociedad hastiada por una crisis sanitaria que va dejando miles de muertos, familias rotas y paro. Mucho paro.
Un miembro de Bildu dice que, al contrario que el PNV, ellos pactan los presupuestos, para acabar con el régimen del Estado desde dentro (yo también trabajo para acabar con el régimen del 78), mientras que el PNV pacta los presupuestos para mantener su estatus dentro del Estado. Lo que no dicen ninguno de los dos es que hablamos de presupuestos, no de sueños y utopías. El nacionalismo español con su discurso alienta a sus soldados y a su vez consigue adeptos en pueblos del muy españolizados que están siendo muy castigados por esta crisis sanitaria y económica.
El nacionalismo español se construye frente a otras ideas, como las de raza, cultura, y, sobre todo, desde la desigualdad creciente. Por eso no profundizan sobre los presupuestos, ni la derecha ni la izquierda española. Aquí es donde entra otra variable, la importante, que es la que no quieren que veamos, pero que sufrimos: Bildu o Esquerra sacan tajada legítimamente para sus pueblos, derechos sociales y laborales, pero, ¿qué saca Andalucía con 61 diputados? Nada. Esos 61 diputados son los que trabajan para favorecer el nacionalismo español, más rancio en Andalucía. Frente a un presupuesto que favorece a Cataluña, País Vasco y Madrid; una Andalucía que se desangra. Por eso no nos hace falta más a por ellos, sino más por nosotros, por nuestro pueblo.
61 diputados que permiten que se nos infrafinancie: somos el 18% de la población del Estado, así que exigimos el 18 % de la inversión. Ahora tenemos un déficit anual de 4.000 millones de euros. Una falta de recursos que hace que nuestros barrios se mueran y nuestros servicios públicos mermen. Un déficit que al PP y al PSOE les viene como anillo al dedo para devaluar la Sanidad y la Educación públicas y favorecer contratos con sus amigotes de la privada.
61 diputados que permiten que el Guadalquivir, el río grande, no esté en manos de los andaluces y andaluzas. La gestión de nuestras aguas está en manos de Madrid. Si uno de los ríos más importantes de la península naciera y muriera en Cataluña, ¿estaría la gestión en manos de Madrid? Evidentemente, no. Serían estos 61 diputados quienes negociarían con los partidos del territorio concreto un voto favorable a unos presupuestos a cambio de recuperar la soberanía de ese río. Puertos andaluces donde se descargan las mercancías, se suben en camiones o en trenes y se van para Madrid, donde los centros logísticos distribuyen al resto del Estado, repercutiendo fiscalmente en su capital. Control de puertos y aeropuertos que estos 61 diputados andaluces ponen en manos de Madrid.
61 diputados para más de 100 trenes de cercanías suprimidos solo en la provincia de Málaga. Andalucía, una comunidad con casi nueve millones de habitantes que ve como las 83 ciudades de más de 20.000 habitantes no está conectada por ferrocarril. 61 diputados para que sea Teruel Existe la formación política que tenga que gestionar nuestras demandas sobre el tren rural en el Congreso.
Andalucía, donde las grandes fortunas, narcotraficantes y explotadores, es decir, los ricos, aumentaron su fortuna invirtiendo en aquello que se llamó el boom inmobiliario, donde ayuntamientos y gobierno regional miran para otro lado mientras les lleguen los recursos económicos a través de las licencias y recalificaciones. Fomentaron y fomentan la construcción salvaje y la vivienda privada a precios desorbitados, hipotecaron a la juventud, desahuciaron y desahucian desde el gobierno “más progresista de la historia” cuando supuestamente están prohibidos los desahucios y el corte de los suministros básicos.
No hay vivienda pública en Andalucía, se construye para favorecer la demanda de la privada impidiendo que la juventud encuentre un techo; se fomenta la especulación y, si les dejan los suficientes beneficios a los especuladores, entonces se construye alguna vivienda pública a precios que te obligan a negociar e hipotecarte con los bancos usureros, donde PP y PSOE sientan a sus ex responsables locales, provinciales, ministros y hasta al presidente de la comunidad de vecinos.
61 diputados para unas negociaciones de la PAC que sigue engordando las cuentas corrientes de un 20% de propietarios de la tierra, que se llevan el 80% de las subvenciones. 61 diputados para que el decreto de transición de la PAC refuerce la agricultura en grandes extensiones, donde se genera poca mano de obra. Y eso, mientras castigan a los cultivos sociales, variados y que tiene poca extensión.
Andalucía siempre pierde en los Presupuestos Generales del Estado, estén unos u otros. Esté la derecha o la izquierda española, Andalucía pierde, porque estábamos perdidos intentando encontrar el norte sin mirar al sur. Perdidos culpando a vascos y catalanes de nuestra desgracia, pobreza y paro, cuando el enemigo está muy cerca, son los partidos españoles que, con base en Andalucía, nos utilizan para mantener sus burocracias y para seguir implementando e implantando un nacionalismo español que manipula la historia para robarle la identidad al pueblo más antiguo de Occidente. Unos con corona y otros sin ella, pero con un objetivo claro: que Andalucía no se organice y pueda levantar la voz.