Leer escuchando Here comes the sun, por John Pizzarelli
No hay foto de apertura, entre otras razones porque no se me ocurre mejor recurso que una canción para ilusionaros ante el 20D, porque mañana tiene que surgir un nuevo tiempo político, tiene que salir el sol con o sin la colaboración de los partidos convencionales.
Llevo mucho tiempo en esto, en la trinchera, en muchas ocasiones en primera línea como para no darme cuenta que todo va a cambiar. Demasiados signos, mucho hartazgo del personal y de las encuestas.
Voy a votar con el corazón, sin pensármelo una vez, lamentando que las listas sean cerradas porque si no lo fueran tengo claro a quien no apoyaría en modo alguno, por su insensibilidad manifiesta y egoísmo.
The Beatles nos dejó un himno al amor y la confianza en el futuro: Here comes the sun. Gracias a Internet, a Spotify, he escuchado muchas versiones hasta quedarme con una de ellas, deliciosa, de John Pizzarelli, de lujo. Os recomiendo un disco suyo de 1998 con doce canciones de la banda de Liverpool, interpretadas con gran elegantía y respeto (escuchar). Dejádlo para el final, por favor.
Estos días hay que superarlos de la mejor forma posible, la Navidad tiene tragos amargos y dulces, ardores de estómago, recuerdos de grandes momentos de la vida. Cada día que pasa soy menos tolerante con los falsos, aquellos que ni te quieren ni lo harán nunca. Y en Navidad salen de las cloacas para enternecerte. Vano intento.
En estas fiestas no pienso pasar ni una, a tomar por saco quien no lo merece y a darlo todo por quien siempre ha estado a la altura, sin fallar. Eso lo aplico a todo y más a la política. Y sobre todo a esta profesión, cuyo ejercicio se cobra un elevado y continuo peaje.
Siempre sale el sol, y el año que viene vayan preparándose porque será uno de los más calurosos que se recuerden (lo he leído en Time). Haré muchas cosas si Dios lo permite, y espero tener fuerza y recursos para ayudar a muchas personas, por ejemplo contando sus historias. Pero haciéndolo con fuerza y repercusión, como merecen.
En 2016 abriremos nuestras puertas a los refugiados, a los que han tenido que abandonar su tierra huyendo de la muerte segura. Siento una enorme pena por cómo hemos olvidado a quienes esperan muertos de frío en campamentos que los líderes europeos no pisan.
Este año que viene yo quisiera tener un presidente que, con su mochila, se plantara en los grandes despachos del poder de verdad para colaborar y exigir que salgan del barro tantas buenas personas. Quiero un presidente que no tenga miedo y luche duro, de cara.
Odio la lentitud, el fariseísmo de mi vieja Europa, que tarda tanto en reaccionar ante la pobreza y tan poco ante los grandes. Ojalá salga el sol con fuerza y abrase a los malos de la película, a los vampiros que nos han sacado la sangre. El sol no es suyo, es nuestro.
El año que viene se rinde tributo al beatle George Harrison, porque el 26 de febrero sale a la venta en todo el mundo el homenaje que un grupo de grandes músicos grabó en The Fonda Theater, en Los Angeles. Un tributo a un enorme músico, autor, precisamente, de la canción que ha inspirado este comentario, que os dedico de corazón.
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