En periódico La Vanguardia, el catorce de este mes, el coordinador general de Izquierda Unida desde hace cinco meses, Antonio Maíllo, afirma que “quien no quiera unificar la izquierda, que lo diga. Que se retrate”. La afirmación es el titular. El entrevistador, Asier Martiarena, remacha que Maillo celebra la corrección del rumbo por parte de Sumar tras los resultados de las elecciones europeas del 9-J, pero apela a un reagrupamiento del espacio con “todos dentro”.
Si algo debe caracterizar a la izquierda en sus decisiones tácticas y estratégicas es el ejercicio de la memoria. Sin memoria es imposible no caer en las mismas trampas, en las mismas angustias, en las mismas traiciones, en los mismos desencantos. No dedica Antonio Maíllo ni un solo segundo a reconocer de forma meridiana que fueron IU, PCE y sectores de la coalición y el partido vinculados a CC. OO. quienes impulsaron y cooperaron con la gran mentira de la unidad de la izquierda que ha supuesto Sumar. La estrategia fallida de aniquilación de Podemos y, consiguientemente, de la unidad construida en forma de Unidas Podemos, la destapé en noviembre de 2022 en un artículo con el título Las fotos de Yolanda Díaz y los números del CIS.
La actual vicepresidenta segunda del gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, junto con el presidente Pedro Sánchez, decidieron reducir Podemos a cenizas. La idea era volver a la situación anterior al 15M de 2011, un PSOE que habla con la mano izquierda y gobierna con la derecha, manteniendo a su izquierda una docilidad militante de biblia comunista, a cambio de alguna que otra prebenda que justifique la colusión contra los intereses de la clase trabajadora.
La idea era muy buena, engañó a mucha gente inocente. Se trataba de destruir la hegemonía política y estratégica de Podemos, entregando Cataluña a Los Comunes bajo el dominio de cuadros de la vieja Iniciativa per Catalunya Verds, el País Valencià a Compromís, Madrid a Más Madrid y Andalucía al PCE bajo la forma de IU. El resto de fuerzas territorializadas que vistieron el santo eran meras comparsas para ocupar el espacio que Podemos tenía en sus territorios. El enemigo de toda esa izquierda de cortos vuelos era Podemos, justo quien la llevó al gobierno de España.
No estamos en tiempo electoral para estar todo el día con la monserga de la unidad. La izquierda que quiere representar el actual coordinador general de IU habría de hacer un ejercicio de constricción. Lo primero es pedir perdón por el daño hecho. Lo demuestra el entreguismo de Sumar y sus ministerios, incluido el de IU, a la farsa de “izquierdas” que es el gobierno de España desde que expulsaron a Podemos.
Conviene recordar que fue en Andalucía, en coherencia con el reparto territorial planificado por las torpes cabezas de Sumar, donde en las elecciones autonómicas de 2022 se inició la estrategia de demolición de Podemos a las órdenes de Sánchez y Díaz. Así que debería ser desde aquí para todo el Estado, donde Antonio Maíllo reconociese en público la contribución de IU al daño a la izquierda transformadora. Que se retrate primero, que ya vendrán tiempos electorales cuando hayan de venir.