Apenas escarbamos, surgen el machismo y la homofobia. Es inevitable, casi podríamos decir que forman parte de nuestro ADN masculino. Si a estas características les añadimos el sentimiento religioso y la influencia que la Iglesia Católica tiene en nosotros, entonces se explican muchas de las reacciones a las que con cierta frecuencia asistimos en esta ciudad, a la que paradójicamente se le otorgó el título de mariana.
En estos días se ha hecho público el cartel que anunciará la Semana Santa de 2024, obra del artista sevillano Salustiano García. Consiste en la representación de un hombre desnudo que solo cubre las partes íntimas de su cuerpo con una tela. La pintura, como innumerables obras de arte que forman parte del patrimonio material de la Semana Santa y de la humanidad, representa la imagen de Jesús.
El cartel ha causado polémica en las redes sociales y está siendo noticia en todos los medios de comunicación. Incluso una persona ofendida ha iniciado una recogida de firmas para que la entidad que avala el cartel, el Consejo de Hermandades y Cofradías de la ciudad, lo retire. Esta campaña ya cuenta con cerca de seis mil firmas. Los motivos que se argumentan para la ofensa son la falta de respeto a los valores religiosos con la utilización de la imagen de un hombre sexualizado y afeminado, representando a Jesús.
Independientemente del valor artístico de la obra y de los gustos que esta genere, la imagen no parece muy distinta a las innumerables representaciones de Jesús, muchas de las cuales son más sugerentes y provocadoras que la que está en cuestión.
Critican que la sexualización del cuerpo ofende los sentimientos o valores religiosos, y me pregunto si es posible la existencia de un cuerpo desnudo que no tenga sexualidad, ya sea hombre o mujer, dado que esta es una característica innata del ser humano. También señalan la feminización de la imagen de Jesús, que imagino, se basa en la belleza y perfección física del cuerpo que se representa en la imagen. No lo sé.
Lo que sí se pone de manifiesto nuevamente es la existencia en los hombres, en particular y, nunca mejor dicho, en aquellos que han puesto el grito en el cielo, es su tremenda homofobia y misoginia. Homofobia en el rechazo profundo a la homosexualidad y la defensa de un modelo de hombre heterosexual; y misoginia por el odio visceral hacia todo lo femenino, como en este caso la belleza y la hermosura de un cuerpo, cualidad siempre focalizada en las mujeres y en la sexualización y utilización de sus cuerpos como objetos de deseo.
El Consejo de Hermandades y Cofradías de la ciudad, casualmente todos hombres, haría bien en hacer oídos sordos a aquellos que se escandalizan y ofenden ante una expresión artística y un ejercicio de libertad, y no claudicar. Somos muchos los sevillanos, hombres, que, a pesar de nuestro machismo, hacemos todo lo que está en nuestras manos por generar en la ciudad una cultura donde los fanatismos, el machismo, la homofobia, la transfobia y la misoginia no tengan lugar.