De bayetas, mujeres y economía

Toda una inmensa maquinaria propagandística y publicitaria lleva años funcionando para enriquecimiento de los fabricantes de prótesis mamarias, cirujanos plásticos con pocos escrúpulos y otros interesados en que las mujeres vivamos en un pantano de autoestima frágil, en vez de ocuparnos de nuestros intereses y bienestar

Escritora y analista social.

De bayetas, mujeres y economía. Utensilios para una cirugía estética.

Echando un vistazo a titulares de diarios encuentro uno de gran interés. Habla sobre cuál es el momento adecuado de tirar una bayeta. Mi mundo se desmorona. ¿Acaso no me sirve de nada lo que aprendí de mi madre? ¿Debo dejar de lado mi sentido común que me avisa de esto como del momento oportuno de lavar un pantalón? Por otra parte, si fuese un hombre, a lo mejor mi madre no me hubiera enseñado eso y mi sentido común flaquearía en la elección de la ocasión apropiada (el voto en las europeas podría ser asunto más sencillo). Por si acaso no leo el artículo, no vaya a ser que mi ignorancia al respecto me tire la autoestima por los suelos. Hay otro sobre el mejor ejercicio para definir los brazos. Así, al pronto, me miro y me los veo definidos: uno a la izquierda, otro a la derecha y ambos terminan en una mano, y si no fuese así, también tendrían su propia definición. Para no sentir que se me tambalea la autoestima corporal, prefiero pasar a otros titulares, o mejor a otro medio.

Enciendo la tele, anuncios, zapping, anuncios, zapping, más anuncios. Como se ve que están bien coordinadas algunas cadenas para que no escapemos de ellos, echo el ratito. Después del ratito concluyo que las mujeres somos defectuosas a más no poder: nos sobran vellos, kilos, gases, arrugas y manchas en la piel, nuestro color de pelo es tan feo que mejor teñirlo, y la sequedad vaginal ya no es cuestión de consulta ginecológica, sino de comprar toda una avalancha de productos lubricantes para que los penes patinen (parece que el coito sigue siendo imprescindible y el placer sexual no va mucho más allá por mucho siglo XXI en el que estemos).

También llego a la conclusión de que las mujeres nos pasamos la vida cansadas, agotadas y necesitadas de complementos vitamínicos (¿qué tal si se comparten las tareas de casa, se descansa y se duerme un poco más, los jefes dejan de avasallar un pelín y mejoran los sueldos y baja la vivienda?). Y que vivimos permanentemente estresadas (véase paréntesis anterior), estreñidas, con dolor de cabeza y de garganta, etc. En fin, que necesitamos gastar una pasta gansa, poquito a poco para que no se note, en restaurarnos para ser perfectas, cosa que nadie es y de por sí imposible.

Me dejaba en el tintero las operaciones de aumento de pecho. Un asunto muy triste: han convencido a adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes de que nadie las va a querer, de que no serán personas atractivas si no lucen unas tetas enormes, firmes y a una altura contra natura.

Toda una inmensa maquinaria propagandística y publicitaria lleva años funcionando para enriquecimiento de los fabricantes de prótesis mamarias, cirujanos plásticos con pocos escrúpulos y otros interesados en que las mujeres vivamos en un pantano de autoestima frágil, en vez de ocuparnos de nuestros intereses y bienestar. Así funciona la economía y el mercado. Se trata de conseguir que buena parte de las mujeres del mundo occidental pierdan sus energías en una perpetua batalla interior por intentar ser el imposible que decreta la gran economía, a través de redes, series y otras formas y medios audiovisuales. Decreto alimentado en nuestra vida cotidiana por los comentarios de los demás (hombres y mujeres) sobre el aspecto físico, la vestimenta, el pelo..., su adecuación o no a la norma, a la moda, a la edad... De esto ya hablábamos en la pandilla a finales de la década de los 70 del siglo pasado. Las únicas novedades son el uso de nuevas tecnologías y métodos publicitarios, ambos cada vez más despiadados, agresivos y perversos.

Hombres, no hablo de vosotros, hablad por vosotros mismos. Imagino que ya os habrá saltado a la vista que os tenéis que depilar más para tener mejor imagen, rasuraros la cabeza para disimular la calvicie inadecuada, mataros en los gimnasios para tener unos abdominales según la norma y alguna que otra cosilla más. No muchas, no, que vosotros tenéis que seguir siendo menos imperfectos que nosotras para que el sistema social funcione como un hermoso patriarcado. De todas formas no confiaros, que la gran economía, dueña y señora, necesita continuamente enriquecerse: os sacrificarán a sus intereses como ya lo hacen con nosotras.

Por cierto, chicas, mujeres, ¿os habéis preguntado qué pasaría el día que todas nos dejáramos las tetas con las que nacimos, pasáramos de modas de todo tipo, descansáramos más y mejor, mandáramos a hacer puñetas a quienes nos piden ser o estar como no somos ni queremos estar y miráramos la vida con nuestros propios ojos, en vez de con los de la publicidad, las redes, las series y todos los buitres que rondan a nuestro alrededor?