Hay personas que son belleza. No digo bellas, digo belleza. Son esas aquellas que irradian ese algo que las hace diferentes, y no son muy comunes. Este tipo de belleza no tiene nada que ver con la normativa, no se refiere a lo físico sino a lo químico. Tienen una mente demasiado sexy como para que el cuerpo pueda influir en la percepción que los humanos podamos tener sobre ellas, aunque llaman poderosamente la atención por cómo hablan, bailan, se mueven o ríen. Les gusta estar en su piel, no tienen miedo de sí mismas y aprecian lo bonito de los demás porque sienten bonito.
Suelen vivir a lo grande, no se conforman con medias tintas sino con tintas de colores vivos. A veces se pegan el gran batacazo, pero agradecen lo aprendido. Puede que se cuestionen, puede que a veces las tormentas arrastren y enfanguen un poco su alma, pero sus lágrimas son tan claras y limpias que arrastran la sombra y en seguida vuelve su brillo.
Esas personas se reconocen entre ellas pero les gusta intimar con seres que necesitan luz y son luciérnagas en las oscuridades más profundas del que tienen al lado.
Suelen ser curiosas y les importa el mundo, las personas, la Naturaleza, los sentimientos, el arte, la ciencia, descubrir, saber, disfrutar… Entienden que la vida es un ratito y que no hay calentamiento previo, por eso viven a tope y no desaprovechan oportunidades.
Creen en el Amor con mayúsculas, en la entrega, el cuidado y la caricia. Sus frases más dichas son: “te quiero”, “estoy contigo”, “no te preocupes”, “no te soltaré” y “eres capaz”.
En medio de un mundo líquido son piedras sólidas a las que agarrarse cuando la corriente te lleva a la deriva.
No los verás escondidos, enjaulados o torturados por pensamientos maliciosos, ni en circos donde el drama sea el tema principal, ni siquiera secundario.
Ni pueden con todo ni lo pretenden, no les merece la pena vivir empuñando las armas porque se han dado cuenta de que el peso de las mismas les impide caminar erguido y liviano.
Respetan y se respetan; este pronombre personal inacentuado de tercera personal rima con los de primera y los de segunda, porque para ellos lo importante es el verbo respetar, da igual el género y el número.
Son hermanos, amigos, hijos, padres, nietos y abuelos de alguien, están por todas partes. Si te encuentras a alguna de estas personas, hazte un favor y no la sueltes, porque dar por sentado que la belleza no se irá es meterte de lleno en lo mediocre. ¿Y quién querría ser mediocre en un mundo de luz? Ni yo ni tú, estoy segura.