Los hermanos de la Lanzada están de celebración durante 2024, en concreto festejan el 75 aniversario de la fundación de la hermandad. Durante todo el año se han programado distintos actos para celebrar esta efeméride, que va acompañada de distintas propuestas. Hasta aquí todo correcto, ni un perejil... El problema –claro, si no hubiera problema no habría artículo– es que una de las propuestas que se han dado a conocer es pedir al Ayuntamiento que se sustituya el nombre de la plaza (placita, más bien) de Luis Braille por el del Cristo de la Lanzada.
Personalmente, este cronista creía que la epidemia de poner nombres de santos a las calles de Jerez era cosa del pasado, pero parece que quedan secuelas. Otra, pues venga... el caso es que los cofrades de la Lanzada quieren sustituir un nombre que tiene una significación importante en la historia de la humanidad e incluso tiene todo el sentido en el propio sitio en que se encuentra.
Por partes. Louis Braille (en Jerez está españolizado su nombre) es el inventor del sistema que permite la lectura a los ciegos, un sistema, el Braille, que tiene ya casi dos siglos de historia. Este pedagogo francés, es obvio, es una persona fundamental en la mejora de la calidad de vida de las personas con una discapacidad como la ceguera y, en consecuencia, en el avance de toda la humanidad, por lo que parece lógico que tenga su plaza –ya decimos que Braille, además, es poco más que un recodo a la espalda del centro de salud de San Dionisio– y que la tenga precisamente donde se encuentra, ya que durante años allí tuvo la ONCE sus instalaciones.
Si la hermandad quiere que su titular esté en el callejero de la zona, pues bien, perfecto, siempre habrá otra calle o plaza que pueda cumplir su objetivo, pero hombre, alguien que merece todo el reconocimiento, pues...