Tras la tempestad llega la calma. Días tranquilos en Clichy… perdón, en Jerez (por cierto, a qué viene ahora citar a Henry Miller), una vez pasada la temporada de Zambombas y enfocando ya la segunda parte de las Navidades.
Como los hosteleros del centro –lo que hoy incluye a buena parte de las hermandades– y los políticos, nuestro balance será siempre positivo, aunque va a huir del vil metal y se va a fijar en las grandes aportaciones al idioma común que hemos detectado gracias al fenómeno festivo jerezano. ¿Cuántas palabras del inglés son de Shakespeare? Mil? ¿Dos mil? Por ahora la Zambomba está lejos de esas cifras, pero son muchos los que se han puesto –nos hemos puesto– a trabajar en ese sentido. Si Chiquito fue el último gran creador de palabras y expresiones en español (después de los Ozores y Cantinflas… ya ven el nivel de este artículo), ahora todo lo relacionado con la Zambomba de Jerez no deja de germinar. Germinal… precisamente ese mes de la revolución francesa (marzo-abril), está bien, pero claro, no puede competir con nuestro Zambombario, nuestro remedo de Frimario (noviembre-diciembre).
Luego podríamos reseñar la palabra 'Zambódromo', de sambódromo, aun por incardinar. Desde este año están también con nosotros las 'zambombis' y las 'zanzombis', reuniones de amigos con pandereta y sin fin concreto.
La Zambomba como BIC (Bien de Interés Cultural) hace años ya que sufrió la mutación a Botellón Intenso en el Centro, pero en 2023 tuvo novedad: Bien de Interés Comercial, que está francamente bien y que es muy atinado.
En redes sociales ha tenido mucho éxito ‘Los Sanfermines del Sur’, una designación que, por cierto, contra lo que pudiera parecer, no ha disgustado al gobierno municipal, como puede atestiguar este cronista después de que saliera a colación en el transcurso de una conversación informal con altas instancias. También se ha oído en bares ‘Málaga en invierno’, que gusta, pero no acaba de triunfar, aunque sería un título estupendo para una novela de, no sé, Muñoz Molina.
Con todo, la gran novedad, la ganadora de 2023, sin duda es ‘Feria de diciembre’. Todo correcto, todo ajustado, no solo por el jolgorio, sino porque la Zambomba empieza a manifestar alguno de los vicios que hace años caracterizan a la Feria del Caballo, desde el botellón periférico, los precios, o incluso el subarriendo de concesiones públicas con una naturalidad pasmosa.
Bien, quedamos a la espera ya de las novedades que nos depare la Zambomba el año que viene, posiblemente allá por octubre: primera novedad.