Bisexual y andaluza: hacia un orgullo andaluz

Urge un orgullo andaluz en el que reivindiquemos la lucha política que desde las disidencias sexuales y de género planteamos

Militante de Adelante Andalucía y Anticapitalistas Andalucía

Bisexual y andaluza: hacia un orgullo andaluz, por Inma Pérez.

Como todos los años, llega junio y las ciudades se llenan de banderas y fiestas LGTBi. Las empresas se ponen el logo arcoiris y todo el mundo dice representar la igualdad y la diversidad, incluidos ayuntamientos de partidos como el PP que hicieron campaña abiertamente por la derogación de la Ley Trans o las leyes LGTBi. Todes quieren apuntarse el tanto de celebrar el mejor orgullo, con más dinero y mejores artistas pero ¿de qué exactamente tenemos que sentirnos orgulloses les andaluces queer?

Si hay algo que tenemos les andaluces es mucho orgullo. En lo andaluz, al igual que en lo queer, lo material y lo identitario se juntan. Forman un rebujo (o rebujito si estamos en feria). Para nosotres es muy importante nuestra identidad como pueblo y como nación, claro que sí. Pero eso no quita que ser andaluz sea motivo de desigualdad económica y social en muchos casos. Les persones queer estamos orgulloses de serlo, faltaría más. Nos ha costado mucho trabajo aceptar que nuestra identidades, orientaciones y formas de ser y estar en el mundo son igual de válidas que cualquier otra. Pero recibimos violencia cada día por romper con el binarismo de género, la heterosexualidad o la monogamia. No nos engañemos: ni los problemas de les andaluces ni les de les queers se van a acabar celebrando fiestas en las que celebremos lo orgulloses que estamos de serlo (que lo estamos por supuesto). Sabemos que hay un sistema capitalista detrás sosteniendo el extractivismo de nuestra tierra, que está acostumbrado a venderla sin dejar beneficio alguno para la mayoría social de aquí. Igual que sabemos que la división sexual del trabajo, la privatización de los cuidados o la heteronorma no van a permitir que cuestionemos las formas impuestas de ser y relacionarnos. 

Las identidades se entrecruzan y permiten dotarnos de autoestima como pueblo y colectivo, pero también son muchas veces estas identidades las que nos definen a nosotres. Con esto quiero decir que muchas veces ni siquiera elegimos la identidad o la etiqueta, sino que nos viene impuesta por lo que se lee desde el exterior (insultos de maricón, bollera o marimacho) o por cómo se nos percibe de Despeñaperros para arriba. Un ejemplo sería la lengua andaluza: cualquiera que vive aquí, sabe las notables diferencias que hay en cómo hablan une sevillane, une gaditane y une cordobese por ejemplo. Pero si sales de Andalucía, todes recibirán la andaluzofobia de un acento que es percibido de aquí. Lo mismo pasa un poco con el paraguas de lo queer: no es lo mismo ser maricón, que bi, que trans o intersex. Pero la experiencia compartida de lucha y resistencia nos hizo crear un paraguas desde el que resistir y trans-formar el cis-tema que nos oprime. Y al final la violencia viene más por cómo tú seas percibide que por cómo te definas a ti misme muchas veces. Es en la construcción de las luchas donde se van definiendo los sujetos políticos para cada cuestión. 

Les andaluces queremos soberanía sobre nuestra tierra y nuestros recursos. Las personas queer queremos soberanía sobre nuestros cuerpos, nuestros deseos, nuestras relaciones. Dos sujetos que se cruzan para poder decidir qué somos y hacia dónde queremos ir. Los hay que ahora se envuelven en la arbonaida, vaciando el andalucismo en pura identidad artística y folclore. Las fiestas son importantes, claro que sí. Y la autoestima también. Qué importante son les referentes queer andaluces. Y los espacios de ocio y disfrute también. Pero no confundamos eso con las luchas políticas necesarias para la justicia social que queremos conseguir en nuestras vidas. No hay futuro sin lucha. 

Asistimos a un vaciamiento total de la lucha LGTBi en muchos espacios. Llamamientos vacíos a la igualdad que no están dispuestos a cuestionar el sistema cisheteropatriarcal que los genera ni la forma de producción capitalista que los sostiene. Igual que vemos que todo el mundo “celebra” Andalucía y sus fiestas y lo bonito que es visitarla, sin cuestionar el impacto que este modelo tiene en las vidas de les de aquí y haciendo caso omiso a nuestro himno (“pedid tierra y libertad”). Si nuestras demandas son cooptadas por las instituciones y los orgullos los organizan los ayuntamientos en vez del movimiento, ¿qué papel nos queda? Stonewall fue una revuelta de trans racializades negres contra la policía, pero ahora el orgullo es motivo de fiesta más que de protesta en muchas ciudades (hay iniciativas de orgullos críticos en muchas grandes ciudades que sí que reivindican que hay que salir del pinkwashing y el blanqueamiento y enriquecimiento de empresas a costa de les queers). Este año, además, hay que tener muy presente el genocidio colonial que está cometiendo Israel contra el pueblo palestino y cómo se ha intentado blaquear desde un supuesto “proyecto civilizatorio israelí para salvar a les queers palestines”. Colectivos queers palestinos como Al Qaws han señalado el papel que el pinkwashing ha tenido y tiene para sostener el apoyo occidental del genocidio*. También vemos como los herederos del franquismo (el PP) se reivindican como andalucistas, con los restos aún de Blas Infante en la cuneta y atreviéndose a usar a Lorca en sus argumentarios. Sin embargo, no nos engañan: sabemos que siempre elegirán los beneficios capitalistas por encima de los del pueblo andaluz. 

Pero entonces, ¿de qué estamos orgulloses les queer andaluces? Parte de nuestro orgullo es nuestra lucha y la de les que nos precedieron. Muchas personas que allanaron el camino para que seamos un poco más libres las generaciones de ahora. No permitamos que se apropien de nuestras luchas y las vacíen de contenido, vendiendo una falsa integración e igualdad en nuestras vidas cuando siempre van a poner el foco en cuestiones que no cambien nuestras condiciones de vida de fondo. Les queers, las maricas, les desviades, les rares siempre tendremos las de perder en el enfrentamiento del último con el penúltimo de este sistema de montaje que esclaviza nuestras vidas. Siempre seremos menos empleables, menos rentables, menos aptes (igual que las discas o les racializades). No habrá libertad sexual y de género mientras no tengamos aseguradas las condiciones de vida dignas. No habrá soberanía ni futuro para Andalucía en este sistema ecocida y patriarcal.

Urge un orgullo andaluz en el que reivindiquemos la lucha política que desde las disidencias sexuales y de género planteamos, huyendo de lógicas asimilacionistas con el sistema que hace miserables no sólo las vidas queers, sino las de todes les trabajadores.